Con miedo a amarte

5. Una mujer de ciudad

Inés condujo su camioneta por largos caminos entre campos de cultivos. Patrick no dejó de mirar por la ventana, hacía mucho que no pisaba su pueblo. Siempre evitaba tener que hacerlo.

— ¿Verdad, Patrick? — Le preguntó su prima Inés. Patrick la miró para saber de qué hablaba e Inés sonrió con una risa. — Le estaba contando a tu futura esposa, qué cuando éramos niños solíamos correr desnudos por estos campos.

— ¿Qué clase de historia es esa? — Se ofendió Patrick.

— No te hagas el digno, te gustaba como a el que más. — Inés miró a Selena en el asiento de atrás y le prometió. — Le pediré a mi madre que busque esas fotos.

— Me gustará verlas. — Dijo Selena.

Patrick apoyó el codo en la ventana abierta y miró fuera negando, viendo a los lejos la casa de su tía.

— Se ve deteriorada. — Opinó Patrick, volviendo la cabeza hacia Inés.

Selena se movió en el asiento de atrás para ver la casa.

— Es vieja, ¿qué esperas? Germán va arreglando algunos desperfectos, pero por cada uno que arregla aparecen cinco más. — Habló Inés. — Lo siento, Selena, nuestra casa es humilde.

— No se ve tan mal. — Contestó Selena.

Patrick la miró sospechosamente.

— Mi madre es una buena mujer y cocina muy rico, te caerá bien.

— Seguro. — Sonrió Selena y descubrió la cara de Patrick que no dejó de mirarla.

— No eres así, ¿qué estás tramando? — Le preguntó Patrick.

— ¿Cómo le hablas así? — Lo regañó Inés, que dio un tortazo en el brazo a su primo.

Selena sonrió y Patrick dejó de mirarla, volviendo la vista a la ventana y tocándose el brazo.

La casa estaba aún en peor estado viéndola de cerca y Patrick se preocupó por la salud de su tía. Ella ya estaba mayor.

— No le des demasiadas vueltas. — Le dijo Inés por la casa.

— Me lo tenías que haber dicho. — Respondió Patrick.

— Lo habrías visto tú mismo sí vinieras más.

— Tengo mucho trabajo en la ciudad. — Patrick vio a Selena caminar incómoda con los tacones por el terreno de tierra. — ¿No has traído otro calzado? — Le preguntó, dejando a su prima y acercándose a ella para darle una mano de apoyo.

Selena la aceptó gustosa.

— No me imaginaba como de primitivo sería tu pueblo natal. — Contestó Selena.

— Eso ya suena más cómo tú.

— Es tu familia, quiero caerles bien y tenerlos de mi lado. — Dijo Selena.

— Me parece bien que no les ataques con comentarios ofensivos y que quieras caerles bien, pero no lo necesitas. Ya he dicho que me haré cargo y no mentía.

— ¿Qué tanto estuviste pensando en una noche para cambiar de opinión?

— Aunque tú no me gustes, sí que quiero ser padre y él o ella ya viene en camino.

— ¿Era necesario que dijeras que no te gusto?

— Nunca está de más. — Sonrió Patrick. — Vamos, te presentaré a mi tía Trini y a mi hermano. Camina con cuidado… — La ayudó a avanzar despacio e Inés sonrió desde la puerta de la casa.

— ¡Mamá, ya estamos aquí! — Gritó Inés, entrando entonces en la casa.

La tía de Patrick, Trinidad, sirvió sobre la mesa algunos dulces típicos y café.

Patrick detuvo a su tía cuando quiso servirle a Selena un dulce frito y bañado en azúcar.

— Déjalo, tía, Selena no come dulces. — Habló Patrick.

— ¿Quién dice que no? — Interrumpió Selena y sonrió a Trinidad. — Con gusto lo probaré.

Trinidad sonrió y asintió poniéndole el dulce.

— Con esas caderas estrechas te costará dar a luz. — Dijo Trinidad.

— Mamá. — Le llamó la atención Inés y Patrick emitió una tos.

— Tía Trini, ¿dónde está mi hermano? — Preguntó Patrick.

— ¿No lo sabes? — Le consultó Trinidad, con la misma cara de extrañeza que su hija.

— Primo, Marcus hace un mes que se marchó a la ciudad. — Le explicó Inés. — Empezó la universidad allí, creíamos que lo sabías.

— ¿Cómo lo voy a saber si nadie me lo ha dicho? — Contestó Patrick, se levantó y Selena agarró su mano.

— ¿A dónde vas? — Le preguntó Selena, que no quiso que la dejara sola con ellas.

— A llamar a mi hermano. — Respondió Patrick, y se soltó de ella saliendo después del salón.

— ¡Qué problema! — Se angustió Trinidad.

— Marcus nos ha mentido, solo ha sido eso, mamá. Sabemos que está bien. — La calmó Inés y miró a Selena. — Adelante, pruébalo. — Le dijo por el dulce casero de su madre.

— Esperaré a que Patrick vuelva. — Dijo Selena y apartó sutilmente con los dedos el plato. — ¿Qué edad tiene el hermano de Patrick?

— Diecinueve. Es una edad rebelde, aunque Marcus siempre sido un chico genial.

— No tenía que haberle permitido irse a la universidad sin hablar antes yo misma con Patrick. — Se lamentó Trinidad.

— Mamá, creímos que él habló con Patrick. No te eches la culpa. — Dijo Inés.

— Es totalmente normal que él quisiera ir a la universidad en la ciudad, aquí no parece que haya demasiado que hacer. Quizás pensó que su hermano no le daría permiso y por eso os mintió. Es completamente entendible. — Comentó Selena y al ver las caras raras de la tía y la prima de Patrick, supo que su afilada lengua la había metido en líos. — No he querido decir…

— ¡Marcus!

Oyeron gritar a Patrick y Selena se quedó helada, nunca lo había oído elevar tanto la voz y usar un tono tan grave. Ni siquiera cuando habían peleado.

— Iré a ver. — Dijo Inés y se levantó saliendo del salón.

Selena miró a la angustiada tía Trinidad y se esforzó por sonreír.

— Seguro que todo está bien. — La intentó consolar y Trinidad lo agradeció.

Selena salió de la casa, viendo a Patrick y a su prima Inés hablando de algo, aparentemente, serio.

— ¡Cuidado! — Oyó una voz de hombre y al mirar, lo que encontró fue a un perro enorme echarse sobre ella.

Selena gritó aterrada.

Patrick e Inés miraron, viendo como el dueño del perro evitaba que éste saltara sobre Selena.

— Sigamos hablando luego. — Le dijo Patrick a su prima y se dirigió hacia Selena.



#522 en Novela romántica
#207 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.