Con miedo a amarte

6. Mala suerte con los hombres

Patrick apartó su cara cuando Selena no dejó de dar alaridos mientras la ayudaba a sentarse en el sofá.

— Para de una vez. — Le dijo y su prima Inés lo golpeó en el brazo.

— Se ha lastimado, sé más amable con ella. — Le pidió Inés. — Selena, cariño, sube el pie. — Le arrimó un taburete.

— Me duele mucho. — Se quejó Selena al subir el pie y tocarse el tobillo. — Seguro que me lo he partido.

— Ya viene el médico. — Avisó Trinidad, que le dio a su sobrino un poco de hielo envuelto en un trapo. — Pónselo en el pie.

Patrick miró el trapo con el hielo y lo acercó al pie de Selena, pero ella le detuvo la mano.

— Despacio.

— No tienes más que una torcedura. — Respondió Patrick y le puso el hielo en el tobillo.

— Saldré a ver si llega el médico. — Habló Inés.

Patrick miró a su prima salir del salón. Para estar tan embarazada no paraba quieta.

— ¡Qué dolor! — Sollozó Selena y Patrick la miró.

— Lo único duro que tienes es la boca. — La criticó.

Selena entornó los ojos.

— Perdona por ser una mujer delgada y refinada de ciudad.

— ¿Por qué siempre vas a los kilos? — Le reclamó él. — Inés está embarazada de más tiempo que tú, trabaja duro en la tienda y ayuda a su madre sin descanso. Tú lo único que tenías que hacer era caminar con cuidado y ni eso has podido hacer.

Los ojos de Selena se pusieron rojos, parecía que podría echarse a llorar, aunque no lo hizo y mantuvo la rigidez de su rostro.

— ¿Tienes algo más que decir?

— No, eso era todo.

Cuando el médico, un hombre de más de setenta años, llegó, Selena se mantuvo callada, solo respondiendo a las preguntas del médico.

El médico diagnosticó que solo se había torcido el pie y estaba en perfecto estado.

Esa noche, los dos dormirían en la misma habitación y en la misma cama.

— Ahí los tienes. — Habló Selena, arrojando en la cama hasta cinco test de embarazo positivos.

Patrick la miró cuando no había hecho más que sentarse en la cama.

— Guarda eso.

— ¡¿Por qué?! — Se molestó Selena y empujó los test hacia él. — Si los ves por ti mismo ya no estarás haciendo un acto de fe conmigo.

— Basta, Selena. — Patrick puso su mano sobre la mano de ella y los test. — No tenía que haber dicho esas cosas, ¿está bien?

— ¿Te arrepientes o no lo piensas de verdad?

— Guarda eso.

Selena quitó su mano de debajo de la de Patrick y se tumbó en la cama para dormir de espaldas a él.

Patrick suspiró y observó en silencio los test, luego la espalda de ella.

Al día siguiente, Patrick y Germán, el marido de su prima Inés, miraban desde la calle el tejado de la casa.

— Llamaré a una empresa para que venga y lo arregle. — Dijo Patrick finalmente y se giró hacia Germán. — Yo me haré cargo del pago, díselo a Inés.

— Tu prima puede querer que lo hagamos a medias. Sería lo mejor. — Respondió Germán.

— ¿Os va bien? — Germán lo miró fijamente y Patrick se explicó. — Me va bien, puedo hacerle frente a la deuda sin que afecte a mi presupuesto mensual.

— También tendrás un niño, eso puede afectar. — Le dijo Germán, tomándolo del hombro.

— Lo pagaré.

Germán bajó su mano.

— Ibas a hacerlo dijera yo lo que dijera. — Se quejó Germán.

— Inés y tú cuidais de tía Trinidad. Lo único que yo puedo hacer es aportar económicamente.

— O puedes mudarte al pueblo y aportar también afectivamente.

— El afecto no da de comer, ni para arreglar tejados. — Habló Selena, sentada a la sombra de la casa y abanicándose con un abanico que le prestó tía Trinidad. — De camino podrías poner un aire acondicionado. — Le dijo a Patrick.

— Ignorara. — Le pidió Patrick al marido de su prima.

Germán sonrió y se acercó a Selena, junto a ella había una mesa con una jarra de zumo helado. Patrick aprovechó para sacar su teléfono y llamar a su hermano Marcus.

— Marcus. — Lo llamó cuando saltó el contestador. — Es la quinta vez que te llamo, me estoy cansando.

Selena no le quitó la mirada de encima.

— ¿Quieres? — Le ofreció Germán un vaso de zumo.

— No, gracias. Me he tomado ya dos vasos. — Contestó Selena. — ¿Qué tipo de relación tiene Patrick con su hermano Marcus?

— ¿Tipo de relación? — Germán miró a Patrick y luego a Selena. — Lo conoces, Patrick es un buen tío, pero demasiado despegado de su familia, aunque no es por falta de afecto. — Bebió del zumo y soltó después el vaso en la mesa. — Patrick, me voy ya. Inés debe de haber abierto ya la tienda.

— Vale, gracias por venir. — Le agradeció Patrick y se acercó. — Te avisaré cuando contrate a alguien.

— Claro. — Germán le dio una palmada en el brazo y fue hacia su camioneta.

Selena cerró el abanico y se levantó.

— ¿A dónde vas? — Le preguntó Patrick.

— Dentro. — Respondió Selena.

— No lo hagas, ya he avisado a tía Trini de que saldremos un rato.

— ¿A dónde?

— A caminar y charlar. — Patrick recogió del suelo junto a la mesa una bolsa de tela y sacó unas zapatillas de deporte. — Son de Inés, póntelas. — Se las dejó en el suelo y Selena se volvió a sentar.

— ¿Vas a matarme por estos caminos y a deshacerte de mi cuerpo?

— No pensaba, pero podría hacerlo. — Bromeó Patrick y la cara de Selena no fue de hacerle gracia.

— Maximiliano se equivoca.

— ¿Qué tiene él qué ver aquí?

— Dijo que los dos teníamos ese rollo, pero no hay ningún rollo entre nosotros. — Contestó Selena, poniéndose los deportes. — No tengo demasiada suerte con los hombres. — Patrick la vio pasando dificultades para ponerse y abrocharse los deportes, por lo que se agachó para ayudarla. Selena se sorprendió y se quedó mirándolo. — Y sin embargo me gustas. — Patrick no levantó la mirada, solo respiró hondo. — Tan difícil es que yo te guste, ella te gustó, ¿qué tengo que hacer yo para gustarte?

Patrick se levantó en silencio y le ofreció la mano.

— Vámonos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.02.2025

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