Con miedo a amarte

8. La mujer que le gustaba

Patrick pagó por un café en la cafetería de la empresa Saavedra y al girarse, vio al presidente Saavedra con su esposa y secretaria tomando café y comiendo unos dulces. Él podría haber estado en esa pastelosa escena. Suspiró.

Su teléfono móvil sonó y lo sacó viendo que su hermano por fin se dignaba a responder a cualquiera de sus llamadas. Se aclaró la garganta y contestó caminando fuera de la cafetería.

— ¿Estás todavía enfadado? — Le preguntó Marcus, parado en la calle frente a la universidad.

— En realidad, lo estoy todavía más desde que me colgaste la llamada y no has respondido a las otras. — Habló Patrick.

— Lo siento.

— Me lo podrías haber dicho, te habría ayudado a todo. ¿Dónde estás viviendo? Es absurdo que gastes dinero teniendo una casa.

— Vivo en un piso compartido. No quería ser una carga para ti.

— Si sabes cocinar y limpiar lo que ensucias, no serás una carga. El dinero que no gastes en el piso compartido puedes ahorrarlo para gastos futuros o invertirlo en lo que necesites.

— Lo pensaré.

— Marcus.

— Déjame pensarlo. — Insistió Marcus.

— De acuerdo. — Patrick pulsó el botón del ascensor y vio como después de él, alguien más llamó al ascensor.

Miró a la persona y vio a una mujer joven junto a varios jóvenes más.

— Tía Trini me lo ha dicho. Ni sabía que tenías novia y la has dejado embarazada. — Habló Marcus al teléfono.

— No es así. — Suspiró Patrick, apartando la mirada de los jóvenes. — Está embarazada, pero no era mi novia.

— Que mal ejemplo. — Se rió Marcus. — Menos mal que eso no me pasará a mí.

— Sabes lo que tienes que hacer para que no te pase.

— Ya, pero no lo decía por eso. — Marcus continuó con la risa y solo dejó de reír, para preguntarle. — ¿Cuándo me la presentas?

— Ven a casa. Se está quedando allí.

— No que no era tu novia…

La puerta del ascensor se abrió y Patrick estaba por entrar cuando vio al presidente Rex y Telma acercarse.

— Presidente. — Patrick les cedió el ascensor a ellos.

— Sube también. — Le dijo Telma, cuando Rex la llevó dentro del ascensor.

Patrick miró al presidente Saavedra y él asintió.

— Adelante. — Apoyó la invitación de su esposa.

— Gracias. — Patrick lo agradeció y subió en el ascensor, situándose en la parte de atrás, lo que le permitió ver al presidente Saavedra rodear la ancha cintura de su esposa.

— ¿Estás ahí todavía? — Oyó a Marcus.

— Sí… — Habló Patrick bajo.

— ¿Entonces, es tu novia o no?

Patrick descendió la mirada a su café en un vaso desechable en su mano.

— Voy a casarme con ella, es lo que tienes que saber. Tengo que colgar, hablamos en otro momento.

Al colgar la llamada, Patrick vio que no tenía mensajes de Selena, lo que solo podía significar que todavía estaría durmiendo. Giró su mano con el café para comprobar la hora en su reloj de muñeca y se derramó parte de café en la ropa.

— ¡Mierda! — Gruñó entre dientes, llamando la atención del presidente y su esposa.

— ¿Estás bien? — Se preocupó Telma por él.

— Sí. — Respondió Patrick, mirándola. — Aunque mi traje no tanto. — Se guardó el teléfono y sacudió en vano el café de la chaqueta.

— Tengo toallas húmedas en mi mesa, sal y te ayudo. — Le ofreció Telma.

Patrick la volvió a mirar y de seguido a Rex. El presidente Saavedra estaba serio y guardaba sus manos en los bolsillos de su pantalón.

— No será necesario…

— Hágalo. — Habló Rex entonces. — En una hora tenemos una reunión.

— Es cierto. — Asintió Telma.

El ascensor llegó a la planta más alta de la compañía y Patrick asintió al tiempo que la puerta se abrió.

— Gracias. — Agradeció.

Telma era gordita y bonita, además de ser trabajadora, buena y atenta. Así era la mujer que le gustaba, ¿cómo iba de pronto a gustarle Selena? No tenía ningún sentido.

Selena se movió en la cama oyendo sonar la melodía de su teléfono móvil.

— ¿Va todo bien? — Le preguntó Telma a Patrick.

Él, algo apartado de la mesa de la secretaria del presidente Saavedra, colgó la llamada en su teléfono y se acercó.

— Iba a pedirle a Selena que me trajera un traje limpio, pero debe de estar todavía durmiendo. — Habló y se percató de la extrañeza y la sorpresa que había en los ojos de Telma. — Es una larga historia… — Observó su chaqueta tendida sobre la mesa, Telma la había frotado con toallitas húmedas y la mancha, aunque seguía ahí, era menos visible.

— Enhorabuena. — Lo felicitó Telma y él la miró. — Lo siento, antes en el ascensor el presidente Saavedra y yo lo hemos oído decir que va a casarse. — Se explicó Telma. — Supongo que es con Selena.

Patrick asintió. En el pasado, las humillaciones de Selena a Telma eran duras y demasiado evidentes.

— Así es. — Solo se vio capaz de decir. — La invitaría, pero dudo que quiera asistir.

— Si me invita, iría. Aún creo que podríamos ser amigos, aunque a Selena no le gusto.

— No le gusta nadie. — Apostilló Patrick y escuchó su teléfono. Selena lo estaba llamando. — Gracias por la ayuda, Telma. Digo, señora Saavedra. — Le agradeció Patrick y recogió su chaqueta.

De camino al ascensor descolgó la llamada de Selena.

— Me has despertado, ¿qué quieres? — Le preguntó Selena.

— He manchado mi chaqueta de café, ¿podrías traerme una limpia del armario? — Le solicitó Patrick, pulsando el botón del ascensor y mirando hacia la mesa de Telma, desde allí no venía dicha mesa, pero sí la vio a ella entrar en el despacho del presidente Saavedra.

— Dijiste que no tocara tus cosas.

Selena abrió el armario y se sintió sacudida por el perfume masculino de Patrick, su estómago se removió y se cubrió la boca al sentir una arcada.

— ¿Vas a hacerlo o no? — Patrick entró en el ascensor y no escuchó nada al otro lado del teléfono. — ¿Selena? — Miró el teléfono por sí había colgado, pero vio que no y se volvió a poner a la llamada. — Selena.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.02.2025

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