Con miedo a amarte

9. Un plan descabellado

Maximiliano le tendió su teléfono a Selena en el sofá del ático.

— Cógelo. — Le exigió Maximiliano. — No quiero estar entre ustedes, par de inmaduros inseguros.

— ¿Yo, inmadura e insegura? Te equívocas, se bien lo que quiero, es él quien no lo sabe. — Se quejó Selena.

— ¿Quién dice que no? — Habló Patrick, habiéndola escuchado.

— Habla tú con él. Yo no quiero. — Le dijo Selena a Maximiliano y se levantó hablándole al teléfono que su exnovio mantenía extendido hacia ella. — Hoy dormiré en tu habitación, Max, como en los viejos tiempos. — Sonrió y caminó hacia la segunda planta.

Maximiliano suspiró. Era más que evidente que pretendía poner celoso a Patrick.

— ¿Has oído eso? — Maximiliano se puso al teléfono. — Ven aquí a llevártela o no me desharé de ella con facilidad.

— ¡Max! — La voz de Selena sonó fuerte en la segunda planta y Maximiliano agarró el teléfono con las dos manos.

— ¡Sálvame!

Patrick lo oyó cortar la llamada y bajó su teléfono sin saber qué hacer. Por un lado, estaba cansado y quería descansar, por otro, no iba a poder dormir sabiendo que Selena se encontraba en la cama de Maximiliano.

Fue pasada media hora que Maximiliano abrió la puerta de su ático, encontrándose a Patrick.

— ¿Dónde está? — Preguntó Patrick.

— Arriba. — Respondió Maximiliano, dejándole entrar. Patrick avanzó por el ático y observó las escaleras de caracol que llevaban a la segunda planta. — Oye. — Maximiliano lo detuvo antes de subir. — Es una mujer con carácter, pero no deja de ser una chica enamorada y además embarazada, solo dile lo que quiere oír e iros a casa.

— Sé lo que tengo que hacer.

Patrick se soltó de él y subió las escaleras hasta una estancia amplía que hacía de dormitorio. Selena estaba en la cama y apartó la mirada de él.

— ¿Para qué has venido? — Le preguntó Selena, y vio a Patrick pararse frente a sus ojos y extenderle una mano.

— Vamos a casa. Quiero dormir y no pegaré ojo sí no estás allí.

— No te creo.

— Es tu problema. — Respondió y Selena sonrió.

— ¿Te mataría ser amable por una sola vez? — Le recriminó y Patrick suspiró mirando al techo. — Ya es bastante duro no ser correspondida, tengo que soportar también insultos y vejaciones.

— De acuerdo. — La encaró y se disculpó. — Te pido perdón por eso, ahora vámonos.

— Patrick. — Selena tomó su mano y se desplazó hasta el borde de la cama. — Me equivoqué, no quiero que te hagas responsable de mí. Hablaré con mi padre y aguantaré el chaparrón.

— Sabes que mañana te arrepentirás de lo que acabas de decir, ¿verdad?

— Ya da igual. Lo he decidido.

— Selena. — La mano de Patrick se cerró en torno a la de Selena y bajó la mirada al suelo.

Selena se quedó en silencio, esperando una confesión que en realidad sabía que no tendría.

— Volvamos a ser amigos y bebamos juntos cuando nazca el bebé y tengamos tiempo. — Patrick la miró y Selena le sonrió entonces con calma. — Tranquilo, no es la primera vez que un hombre me rechaza. Ya hasta me he acostumbrado.

Selena desprendió su mano de la de Patrick y la mano de él todavía hizo ademán de seguir agarrada.

Maximiliano lo oyó todo desde la planta baja y se apartó un poco de las escaleras cuando Patrick bajó.

— Cuida de ella. — Le pidió Patrick, sin detenerse de camino a la puerta del ático.

— ¿Lo vas a dejar así? — Le preguntó Maximiliano, que lo siguió y señaló hacía arriba. — Esa no parece la Selena que conozco. Patrick.

Patrick se paró mirándolo.

— No sé qué ha pasado, pero valoro que haya tomado esa decisión.

— ¿Qué lo valoras? ¿De qué coño estás hablando? Estás tan colado por ella como ella por ti…

— Te agradecería que dejaras de hablar por mí.

Maximiliano apretó la mandíbula.

— Bien. No te arrepientas después. Y cierra al salir.

Patrick lo vio regresar sobre sus pasos y su puño ya cerrado se contrajo todavía más.

— ¿Estás segura de lo que has hecho? — Le preguntó Maximiliano a Selena por la mañana.

— Por supuesto que sí. — Selena sonrió, sirviéndose una taza de café. — Patrick no podrá vivir sin mí y acabará aceptando que está enamorado de mí. Mi gran error, tanto con él como con Rex, fue regalarme tan fácilmente.

— No entiendo. — Sentado a la mesa, Maximiliano apoyó la cara contra su puño. — Para nada fue fácil cuando ligué contigo.

— Solo estaba contigo como un pasatiempo, tenías buenos atributos y me tratabas bien. Pero eso no es lo importante… — Dijo Selena y se acercó a la mesa con una taza de café en la mano. — Lo importante es que a Patrick le gusto y se dará cuenta cuando me tenga lejos.

— Es retorcido. Sí creo que a Patrick le interesas, pero estáis dando golpes de ciego aquí y allá en vez de enfrentar la verdad y lo que sentís. Es increíble que vosotros dos vayáis a tener un bebé juntos.

— También creo que es increíble. — Sonrió Selena y bebió del café.

Maximiliano negó y se levantó de la silla que usaba.

— Me voy al hospital. Buena suerte con tu plan.

Al quedarse sola en la cocina, Selena se pasó una mano por su media melena y sonrió.

— Vamos a darle unos días a papá. — Habló con su bebé, mirándose la tripa. — No hay nada que temer, esa gorda ya es la señora Saavedra y no le hará ningún caso. — Su teléfono sonó sobre la mesa y lo levantó. — Ya debe de haberse ido para la compañía. — Opinó al silenciar la alarma que programó y salió de la cocina. — Max, ¿me llevas a por mis cosas a casa de Patrick?

Maximiliano miraba en el interior de su mochila del trabajo y levantó la vista hasta ella.

— ¿Por qué Patrick y tú me usáis de chofer? No me siento valorado. — Se quejó y la alentó después. — Date prisa, yo todavía tengo un trabajo y unos pacientes.

Aunque pensó que no lo haría, la realidad fue que Patrick consiguió dormir toda la noche de un tirón y se presentó en la compañía Saavedra con la misma energía de cada día.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.02.2025

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