Con P mayúscula

Capítulo 5:

Hailee 

—No puedo creer que él haya dicho eso. —Flick sacude la cabeza con incredulidad cuando le cuento todo sobre la pequeña broma de Cameron antes, mientras comemos un helado en Ice T’s, un lindo y pequeño lugar en el centro. 
—Créelo. Quiero decir, ¿quién demonios cree que es? —Cameron no me ha dicho una palabra en años, a excepción del extraño insulto o la amenaza rara. 
Lame su cono de oreo y fresa, frunciendo el ceño. 
—Y yo que realmente pensé que tenía interés en ti. 
—Confía en mí, a Cameron Chase no le intereso —resoplo—. Nada más quiere que deje de jugarle bromas a su querido mariscal de campo. 
—¿Qué vas a hacer? 
—¿Hacer? 
—Sí. —Sus ojos se clavan en los míos—. Quiero decir, él te amenazó. 
—No es nada nuevo, Flick. —He estado lidiando con su mierda durante años—. Si Jason retrocede, yo también lo haré, pero ambas sabemos que eso nunca sucederá. 
—Así que supongo que sé la respuesta a mi próxima pregunta. —La culpa brilla en sus ojos causándome inclinar mi cabeza mientras la estudio. 
—¿Algo que quieras decirme? —Mi ceño se alza mientras lamo la cuchara. 
—Bueno, estaba pensando, ya que es el último año y todo, y ya que nunca volveremos a tener estas experiencias… —Flick inhala profundamente. 
Cualquier cosa que vaya a decir es un disparate de tiempo completo 
—Este, tal vez, si quieres, digo… Podríamosiralapresentancióndelequipotitulardelpróximofindesemana. —Las palabras salen en una explosión de aliento con aroma a fresa. 
—Espera un minuto. ¿Quieres ir a esa cosa? Nunca vamos. —Odiamos esas cosas. Sin mencionar el hecho de que es una noche entera dedicada al equipo de fútbol americano en toda su estúpida gloria. 
—Lo sé, lo sé. —Ella baja la cabeza avergonzada—. Es que hice esta estúpida lista. 
—¿Lista? —Eso me llama la atención—. ¿Qué lista? 
Flick desliza su bolso sobre la mesa y saca una pequeña hoja de papel doblada, dudando. 
—Es estúpido… —Sus dedos lo agarran como si fuera el santo grial. Pero ahora estoy intrigada. 
—Déjame verla. —Se la arrebato de los dedos y la desdoblo, alisando el papel sobre la mesa 
—. Número uno, empezar un nuevo pasatiempo. 
Mis ojos se levantan hacia los de ella. 
—¿Por eso te inscribiste en el club de lectura? 
—Me gusta leer. —Sus hombros se alzan en un pequeño encogimiento de hombros mientras agita la pajita alrededor de su vaso—. Ahora puedo hacerlo con otras dieciséis personas. 
—Bien número dos, saltarse una clase. Pero nosotras… 
—Sin tener una excusa válida. —Flick me da una mirada puntiaguda—. Escabullirte para ir a comprar chocolates y tampones porque tienes tu período no cuenta. 

Le saco la lengua. 
—Veamos la siguiente. Número tres, asistir a la presentación del equipo titular. Oh, ya sé, podríamos pintarnos las uñas de azul el color de los Raiders y hacer pancartas también —sonrío, medio esperando que ella se ría conmigo. Pero ella no lo hace. 
Arrancándome la lista, Flick me mira con el ceño fruncido. 
—No tienes que ser tan perra al respecto. —Su expresión vacila y la culpa se enrosca en mi corazón. 
—Lo siento… —Le doy una media sonrisa—. Eso fue una mierda, lo que dije. 
—Sí, lo fue. Puede que yo no disfrute el espíritu escolar tanto como todos los demás, pero eso no significa que no quiera experimentar todo de una sola vez, Hails. Este es el último año. Nuestro último año antes de ir a la universidad y… 
—¿Estás asustada? —Lo veo ahora, la nubosidad en sus ojos, lo extraña que ha estado actuando toda la semana. 
—No tengo miedo —deja escapar un profundo suspiro—. Lo que pasa es que estoy… mira… Flick cruza los brazos sobre la mesa y se inclina hacia delante. 
—No todas podemos ser como tú, Hails. Estás tan endurecida. Nada de lo que alguien dice o hace te afecta. La mayoría de los chicos de nuestra edad se esconden detrás de una máscara, pretendiendo ser fuertes e intocables, pero tú no. No tienes que fingir porque así es como eres. 
—No estoy... endurecida. 
¿Lo estoy? 
Y si lo estoy, es solo porque mis circunstancias me habían hecho así. 
—¿Sabes cuántos chicos de la escuela me invitaron a salir el año pasado? —Flick pregunta, y frunzo el ceño, preguntándome qué demonios tiene eso que ver con algo—. Ninguno, Hails. Ni uno solo. 
—¿Y qué? Ellos se lo pierden, Flick. Eres un buen partido... Ella sacude la cabeza, la tristeza la inunde. 
—No lo entiendes. —Sus muros se derrumban y detesto que haya sido yo quien la puso así. No peleamos, nunca. Así que no entiendo lo que está sucediendo en este momento—. No importa... olvida que dije algo. 
—No, espera. —Pongo mi mano sobre la de ella—. Dime. Soy tu mejor amiga, quiero saber. Pensé que sabía todo sobre ella, pero obviamente estaba equivocada. 
Con los ojos apretados, Flick contiene el aliento tembloroso. Cuando los vuelve a abrir, fijando sus suaves iris verdes en mí, se me encoje el estómago y sé que no me va a gustar lo que ella va a decir. 
—Eres tú —dice rotundamente. 
—¿Yo? —Me ahogo, sintiendo que me acaban de mover el tapete. Duro. Con el estómago cayendo en picada. 
—Sí. No. —Hace una mueca—. Eso ha sonado bastante mal. 
¿Yo? 
Yo soy la razón por la que los chicos no la invitan a salir. Eso no tiene sentido porque tampoco me preguntan a mí. Y nunca me ha importado eso antes. Salíamos con chicos todo el tiempo en El Callejón. 
—No sé lo que tú... oh. —La verdad está escrita en toda su cara, simplemente no quería verla. 
—Sí, oh. —Flick me sonríe con tristeza—. Tú estás fuera de los límites, Hails, sabes que lo estás. Nadie te mirará porque tienen miedo de… 
—Jason. 

Ella asiente. 
—Y yo soy tu mejor amiga. Acercarse a mí sería como acercarse a ti y eso es demasiado arriesgado. 
—No eres un jodido riesgo, Flick —digo sintiendo que aumentan mis niveles de irritación—. 
¿Realmente quieres salir con un imbécil que deja que mi hermanastro dicte con quién puede y no puede salir? 
—No, no lo hago. Pero ese no es el punto… —Deja las palabras colgando. 
—Entonces, ¿cuál es el punto? 
—Quiero que me inviten a salir, maldita sea, Hails. Quiero ir a los bailes escolares de bienvenida y de invierno. Quiero ir al baile de graduación. 
—¿Tú quieres ir? —Me recuesto en mi silla, el peso de su confesión me deja sin aliento. 
—Te quiero; sabes que lo hago. Pero ser tu mejor amiga no es fácil a veces, Hailee, y eres tan… ajena a eso. 
—No soy… —presiono mis labios, tragándome la discusión alojada en mi garganta. Porque Flick tiene razón. Hasta ahora, no tenía idea de que ella se sentía así. 
—No quiero ser la próxima Khloe Stemson. No quiero unirme al equipo de porristas y lanzarme a los pies de los Raiders, eso no es lo que quiero. Simplemente no quiero graduarme y tener todos estos arrepentimientos. —Lanza la lista en el aire con un profundo suspiro—. Lo siento he herido tus sentimientos. 
—Lo siento, por ser una perra tan endurecida que arruina tu vida. 
—Hails… 
—Es broma. —Levanto mis manos—. Estoy bromeando. — En su mayor parte eso es cierto. 
—Necesito ir al baño; ya vuelvo. ¿Puedo conseguirte algo más, yo invito? 
—No, gracias, no debería. —Su mirada se dirige al mostrador—. Pero aceptaría uno de esos brownies con cubierta de maní como una oferta de paz. 
Con una sonrisa débil y un corazón pesado, me pongo de pie. 
—Considéralo hecho. —Al entrar en la tienda, me dirijo hacia la parte de atrás donde están los baños. 
La admisión de Flick me ha pillado completamente desprevenida. No se podía negar que Jason había complicado las cosas desde que me mudé a Rixon, pero no es como si hubiera arruinado mi vida. Todavía voy a la escuela, disfruto del arte, y Flick y yo participamos en eventos escolares que no están relacionados con el fútbol americano todo el tiempo. Por supuesto, no tenemos un gran grupo de amigos y no nos invitan a ninguna fiesta, pero estábamos bien. Contentas de hacer cosas por nuestra propia cuenta. 
O, al menos, eso pensé. 
Después de lavarme las manos, voy al mostrador para comprar el brownie de Flick y una malteada de fresa para mí. No quiero que ella se resienta conmigo. Somos mejores amigas desde que entré en matemáticas de séptimo grado y me senté junto a la chica con ojos del color de la salvia, habíamos sido nosotras dos contra el resto del mundo. Pero ella tiene razón, este es el último año. Nuestro último año juntos. Flick tiene planes de irse a la universidad de Pensilvania  el año próximo, y yo espero salir del estado e ir a Michigan. Tienen un gran programa de arte en su Escuela de Arte y Diseño. Cuando llegue el año que viene, habrá kilómetros entre nosotras, así que supongo que lo menos que puedo hacer es apoyarla para que complete su estúpida lista. 
No totalmente de acuerdo con la idea, pero dispuesta a darle una oportunidad a mi mejor amiga, pago el pedido y agarro mis artículos antes de volver a salir. Pero cuando mis ojos se 

posan en nuestra mesa, me congelo. He dejado a Flick sola durante diez minutos, pero ahora no está sola. Jason, Asher y Cameron están sentados con ella y se están riendo. 
Todos ellos. 
Con cautela, salgo y me paro al final de la mesa. 
—¿Me he perdido algo? 
La cara de Flick palidece ante el sonido de mi voz y entrecierro los ojos, preguntándole en silencio qué demonios estaba pasando. 
—Esto… —se aclara la garganta—. Jase y los chicos van a la tienda a comprar suministros para la fiesta. 
¿Jase y los chicos? Ella lo hace sonar como si fueran viejos amigos. 
—¿Y eso debería importarme porque…? 
Flick contiene el aliento, pero no tiene la oportunidad de responder porque mi hermanastro se levanta de la mesa, sus duros ojos fijos en mí. 
—Asher pensó que ustedes querrían venir. Le dije que es una estúpida idea. 
—Déjame aclarar esto, ¿nos estás invitando a una fiesta? —Eso tiene escrito  la  palabra trampa por todos lados. 
Asher se encoge de hombros y mete las manos en los bolsillos. 
—No es la gran cosa. 
Mis ojos eluden a Cameron que está en silencio. Quiero saber qué piensa sobre esto después de que me advirtió explícitamente que retrocediera. 
¿Es esto una prueba? 
¿Alguna forma diabólica de ver si yo caigo? 
Va a estar muy decepcionado. O dependiendo de la forma en que lo mires, tal vez él estaría impresionado. 
—Vaya, gracias por la invitación, pero estoy ocupada lavando mi cabello. —Dejo caer el plato de Flick frente a ella y me siento—. Ahora, a menos que quieras algo más, deberías… 
—¿Qué hay de ti, Felicity? —Jase arrastra las palabras, un brillo perverso en sus ojos—. 
¿Quieres venir de fiesta con nosotros? 
Mi mirada se amplia y ella baja la cabeza, el calor enciende sus mejillas. 
—Mierda, hombre, creo que ella quiere venir. —Los ojos de Asher se iluminan como si la  idea de hacer que Flick eligiera irse con ellos fuera demasiado tentadora—. Vamos, Felicity, te cuidaremos. 
Mi cabeza gira hacia donde está parado Jase y lo fulmino con la mirada. 
—Métete conmigo, juega tus bromas tontas, bien, pero déjala a ella fuera de esto, ¿de acuerdo? Ella no merece tus… 
—Hails —dice Flick en voz baja—. Está bien, sé que están bromeando. 
—No, no seas así, nena. —Asher le sonríe—. Tienes razón, Hails no es bienvenida, pero haríamos una excepción por ti. ¿Verdad, Jase? 
Sus ojos se posan en mi mejor amiga, oscuro y penetrante, el tiempo se me figura  una eternidad. Me recuerda al lobo feroz listo para saltar sobre caperucita roja. El rubor en las mejillas de Flick se profundiza bajo la intensa mirada de Jason. Y antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, salto y golpeo mis palmas contra su pecho. 
—Retrocede —espeto, empujándolo con fuerza. 
—Jesús, mujer, ¿es que te volviste loca? Nos estábamos divirtiendo un poco. 
—Bueno, no lo hagas. Ella nunca te ha hecho nada. 
Nuestros ojos se encuentran el uno al otro, hirviendo de ira y odio. 

—No es que no disfrute ver a los dos desgarrarse el uno al otro… —La voz de Cameron me sobresalta, y parpadeo, rompiendo mi punto muerto con Jason. Su labio se curva en una sonrisa petulante como si supiera que había ganado esta ronda. 
Bastardo. 
—Sí, sí —dice Jason, frotándose la mandíbula—. Bueno, esto ha sido entretenido, pero tenemos lugares más interesantes donde estar, hermanita. 
¿Hermanita? 
Es apenas dos meses mayor que yo. 
—Sí, como el coño de Jenna Jarvis —se ríe Asher, y le lanzo una mirada de disgusto—. 
¿Qué? 
Él hace un puchero. 
—Eres un cerdo. 
—No, cariño, soy un Raider y realmente sabemos cómo montar… 
—Salgamos de aquí, estoy aburrido. —Cameron comienza a alejarse. Asher le lanza un beso a Flick antes de irse tras su amigo, pero Jason se mantiene en su lugar. Sus ojos siguen fijos en mí. 
—¿Qué? —Ladro. 
Sin otra palabra, sacude la cabeza y va tras ellos. 
—¿Y quieres experimentar todo eso? —Digo incrédula, dejándome caer en el banco. 
—No, no quiero... Dios, tienes razón —dice Flick, con las mejillas aún rosadas. Pero cuando la veo mirar a los tres caminando hacia el auto de Asher, riendo y bromeando, me doy cuenta de que ella quiere eso. Ella quiere ir a su estúpida fiesta y emborracharse y besarse con un tipo al azar. Quizás incluso besarse con uno de ellos. Reprimo un estremecimiento. 
Estoy tan consumida por la rivalidad entre Jason y yo, la guerra interminable y odiando al equipo de fútbol americano, que no pude ver lo que estaba frente a mí. 
Flick me ha estado complaciendo. 
Todo este tiempo pensé que éramos iguales. Pensé que compartíamos un odio mutuo por todo lo relacionado con el espíritu escolar y los Rixon Raiders. 
Pero ella no lo hace, en realidad no. Ella fingió. 
Y ella lo hizo todo por mí. 
 



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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