Cameron
—¿Soy yo o Felicity Giles se puso más buena este año? Esos jodidos overoles feos no suelen tapar todo lo bueno, pero en ella se ven…
—¿Primero Hailee, ahora Felicity? —Se burla Jase—. Lo siguiente es que te unirás a la banda y usarás uno de esos horribles suéteres.
Sus cejas se arquean cuando le lanza a Asher una mirada puntiaguda a través del espejo retrovisor.
—No estoy diciendo que me la follaría, pero no puedes negar que ambas tienen esa cosa de chica geek que les luce muy bien.
Sus palabras hacen que algo se apriete en mi pecho y me froto la palma de la mano contra la pierna. Hailee no es geek, ella es… Hailee. Sin pedir máscaras, es ella misma. Siempre lo ha sido.
—¿Podemos por favor no hablar más de ella? —Jase gime. —Todo lo que quiero es echarme uno esta noche, encontrar alguna gimnasta flexible para follar y olvidarme de la jodida Hailee Raine y su madre. —Sus labios se fruncen, la sangre se escurrió desapareciendo de sus nudillos mientras agarra el volante.
Justo entonces el celular de Asher suena.
—Oh, mierda —dice, y miro hacia atrás—. Thatcher acaba de tuitear hablando mierda sobre nosotros.
—Déjame ver eso.
El tono de Jase es frío cuando extiende su mano hacia atrás esperando que Asher se lo entregue.
—Hijo de puta —suspira, lanzándome el teléfono.
Periodico ThatcherMC1: Rixon East está listo para competir con RHS este año. Los Raiders correrán asustados después de que las Águilas les den con todo. #ÁguilasGanaran #RaidersEstanJodidos
—Está buscando sangre —dice Asher.
—Él es puro ruido y pocas nueces. —Jase lo hace menos, pero veo el tic en su mandíbula. Hay mucho odio entre Lewis Thatcher y mi mejor amigo. Habían pasado juntos por las ligas menores, su rivalidad solo crecía con el tiempo. Las cosas finalmente llegaron a un punto crítico el año pasado, cuando la hermana de Thatcher, Aimee, se metió. Y todo se volvió una mierda.
—Somos más fuertes en papel y en el campo —agrega, sonando arrogante.
—Sin duda —apenas es un gruñido desde el asiento trasero. Pero entonces Asher empuja su rostro entre los dos asientos delanteros—. ¿Son nuestro tercer partido, verdad?
Asiento.
—Entonces, ensuciemos un poco nuestras manos antes de eso. Mostrémosle a Thatcher que este año vamos a poner toda la carne en el asador.
—¿Pensé que habíamos terminado con esa mierda? —Digo—. Finnigan solo está buscando una excusa para poner en la banca a Jase.
—Finnigan me hace los mandados —se burla Jase.
La casa de Asher aparece a la vista y Jase se estaciona, terminando efectivamente nuestra conversación. Salimos, tomamos los suministros del maletero y volvemos a donde algunos de los otros chicos ya están pasando el rato. Los padres de Asher son geniales y como están mucho fuera de la ciudad por negocios, solemos pasar el rato aquí. Su casa es más grande que la mayoría de nosotros, gracias a la exitosa compañía de tecnología de su padre. También tiene un pequeño lago donde tienen motos acuáticas y una pequeña lancha con motor diesel, como si la enorme piscina y la hoguera para fogatas no fueran suficientes.
Es bastante impresionante.
Jase se une a los muchachos, dejándonos a mí y a Asher para llevar la cerveza y los bocadillos adentro. Arrojo las bolsas sobre el mostrador y lo veo con una mirada dura.
—¿Por qué demonios sigues mencionando a Hailee?
—Porque esa mierda es graciosa. Nunca había visto a Jase tan sacado de onda sobre una chica.
—Es su hermana. ¿Se te olvida ese pequeño detalle?
—Aun así… no es que sean hermanos de sangre.
—Algo está muy mal contigo. —Cruzo mis brazos sobre mi pecho, dejándolo lidiar con las bolsas—. No provoques problemas, Ash, no los necesitamos. No este año.
—Sí, sí. —Se mete en el refrigerador para guardar las cervezas. Cuando termina, se apoya contra el mostrador, sus ojos buscando los míos—. Todavía no puedo creer que sea el último año.
¿Has pensado en lo que harás?
Arrastrando una mano por mi cara, sacudo mi cabeza.
—No es tan simple.
—Sí, lo sé. Pero si sabes que Penn no es una opción…
—¿Qué está tomando tanto tiempo? —Jase aparece en la puerta, sus ojos duros y evaluativos.
—Solo agarrando un poco de cerveza, hombre.
Asher agarra un paquete de seis y me arroja una bolsa de frituras.
—Venga. —Roza a Jase y sale.
—¿Estás bien? —Jase inclina la cabeza hacia mí y asiento.
—Sí, estoy bien.
Sus ojos se posan en mí un segundo más, luego se da la vuelta y sigue a Asher. Me recuesto contra el mostrador, soltando el aliento que había estado conteniendo. Jase no lo entiende. Él no entiende como alguna cosa podría tener prioridad sobre el fútbol americano. Sobre la universidad. Supongo que eso es lo que lo hace diferente, lo que le da una ventaja que otros jugadores no tienen. Él está lo suficientemente desprendido de la vida como para hacer los sacrificios necesarios, y algo más. No le preocupa la familia porque su equipo, el deporte, es su familia. Supongo que lo había aprendido de su padre. Pero mi padre no fue una estrella de fútbol en ascenso, y aunque me apoya, apoya al equipo, también tiene otras cosas que requieren su atención.
A veces, me siento como si estuviera parado en una encrucijada: un pie plantado firmemente en mis sueños de fútbol y universidad y la promesa de llegar hasta la NFL; el otro permanece arraigado en la vida real, donde los sueños no siempre se hacen realidad y la vida no siempre es justa. Y equilibrar los dos ... bueno, es un trabajo duro.
—Hey, Cam, toma una bolsa extra de frituras. —La voz de Asher corta mis pensamientos y reprimo toda mi mierda y la guardo bien. Porque ahora mismo soy un Raider, y el fútbol y todo lo que conllevaba tiene que ser mi prioridad.
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—Solo digo —Mackey se pone de pie, balanceándose ligeramente en el centro de nuestro círculo de sillas—. Alabama se ve apretado este año, y Clemson se ve más fuerte que nunca, pero mi dinero está con Ohio.
Un mar de vasos arrugados llueven sobre él mientras levanta las manos para protegerse la cara.
—Vamos, Jase, hombre, ayuda a un chico. ¿Ohio te quiere, verdad? ¿Qué piensas?
Mis ojos se posan en Jase, que está sentado en una silla, con las piernas estiradas delante de él, sus ojos ligeramente vidriosos por tomar demasiadas cervezas.
—No se puede negar que Ohio traerá todo lo que tienen este año, pero no es esta temporada lo que me interesa, es la próxima. Y se rumorea que Penn ha reclutado a uno de los mejores mariscales de campo del país. —Él sonríe de lado—. Él será un jodidísimo gran cambio de juego.
Risas tranquilas se agitan alrededor de la hoguera.
—No es que esté haciendo de menos a los Leones de Nittany, no lo estoy haciendo —dice Grady—. Pero sabes que no han ganado un campeonato nacional desde mil novecientos ochenta y seis, ¿verdad?
Jase se encoge de hombros y la arrogancia sale de él.
—Escuché que Deontay Syracuse se va a comprometer con Penn. Es el mejor DT del país en este momento. Juntos, seremos imparables.
Alguien deja escapar un silbido bajo.
—¿Y qué hay de ti Chase? ¿Ellos también te quieren, verdad?
Es mi turno de encogerme de hombros, tomando un gran trago de cerveza. Los ojos de Jase se deslizan hacia los míos, pero no habla.
—Todavía estoy decidiendo.
El agudo tono de llamada de Asher atraviesa el denso silencio que había descendido sobre nosotros, y se pone de pie.
—El entretenimiento ha llegado. —Con una sonrisa arrogante desaparece mientras Grady, Mackey y algunos de los otros muchachos comienzan a checar la alineación del equipo de Penn para este año.
Cuando Asher reaparece, su brazo está colgado alrededor de una linda morena que reconozco del equipo de gimnasia.
—Chicas, bienvenidas —declara—. Siéntanse como en casa. Las bebidas están en la cocina. Hace girar a la chica y señala la casa.
—La piscina está justo allí, siéntase libres de meterse a nadar. Pero si lo hacen, probablemente deberían saber sobre la regla.
—¿Cuál regla? —una de ellas pregunta.
—Sí, es todo el asunto de que mi papá quiere mantener el agua limpia. —Lucha contra una sonrisa—. Él prefiere que todos nademos desnudos. Menos productos químicos.
—Sí, pero más fluidos corporales —grita uno de los chicos, y la risa retumba a nuestro alrededor cuando las chicas ponen los ojos en blanco, riendo y susurrando sobre las maneras de hablar de Asher.
Pero funcionó. Un par de ellas se separa de sus amigas y comienzan a quitarse la ropa. De acuerdo, no se desnudan, pero sus pequeños bikinis dejan muy poco a la imaginación.
—Joder, sí —dice Mackey, saltando y quitándose la camiseta—. Espérenme.
Da un salto corriendo y se avienta de bombita al agua, enviando una lluvia en dirección a las chicas. Echan la cabeza hacia atrás, riendo, se toman de las manos y salen tras él.
Las cosas se intensifican rápidamente del equipo pasando el rato y discutiendo la próxima
temporada de fútbol universitario a una fiesta total. Asher pone en marcha el sistema de sonido antes de unirse a las chicas en la piscina, y Jenna Jarvis se dirige directamente hacia Jason, deslizándose sobre su regazo y pasando sus dedos por su cabello. Él baja la cabeza, arrastrando su lengua a lo largo de su mandíbula, y ella se abre voluntariamente, chupándola en su boca. Sin dulces conversaciones, sin coacciones, ni promesas de cosas que nunca cumplirá. Pero las chicas como Jenna son un caso raro que no encuentras con facilidad. Saben que es lo que Jason quiere y todavía están dispuestas a entrar en la jaula de los leones. Sólo por la oportunidad de decir que tuvieron la oportunidad de domesticarlo.
Todavía los estoy mirando por el rabillo del ojo cuando Miley Connor entra en mi campo de visión.
—Cameron Chase, que gusto verte aquí. —Ella sonríe, pero no de esa manera tímida, de por favor, elígeme, sino más bien de esa manera de una persona a otra.
—¿En qué andas, Miley?
—No contigo, aparentemente —Su mirada cae a mi entrepierna, y le doy una risa gutural.
La otra cosa sobre Miley… ella no tiene filtro. Tomando la silla a mi lado, Miley toma un sorbo de su bebida. Se ve bien, los pantalones cortos y la camiseta sin mangas moldeados a su cuerpo delgado, tonificado por horas de práctica. Miley es como el resto de nosotros, una atleta. Ella sabe todo sobre el sacrificio, sobre estar en la mejor condición física. Y a diferencia de muchas de sus compañeras de equipo, no tiene tiempo de perseguir a los jugadores de fútbol americano. No con su mirada puesta firmemente en los Juegos Olímpicos.
Por eso me agrada.
Con Miley no siento ninguna expectativa, ni presión para prometer cosas que no puedo darle. Nos acostamos, nos usamos para escapar por un rato. Y cuando terminamos, tomamos caminos separados hasta la próxima vez.
—¿Por qué tan triste, Chase? Es el último año —dice mirando a la fiesta.
—¿Alguna vez te cansas de esto? —Le pregunto en voz baja.
—Me canso de no poder comer lo que quiero cuando quiero, ¿si eso es lo que quieres decir?
—Miley deja escapar un largo gemido—. Lo que no daría por poder ir a Pizzas de Pepe y comerme una de pepperoni y cebolla completa y luego enfermarme con helado de galletas. Pero es el sacrificio que hacemos.
Ella me mira sonriendo.
—¿Un pajarito me dijo que te vas a comprometer temprano con Alabama?
—Ese pajarito estaría en lo cierto.
—Bien. —La envidio por estar tan segura, tan segura de su futuro.
—Es una jugada arriesgada, pero es el mejor programa del país y quiero ser la mejor. —Ella me da una cálida sonrisa—. ¿Qué pasa contigo, un pajarito, también conocido como toda nuestra clase, dice que Penn te quiere a ti igual que a Jason?
—Están interesados, pero todavía no me he comprometido.
—Universidad de Élite —silba entre dientes—. Impresionante.
—No soy solo una cara bonita y uno de los mejores receptores abiertos del estado, ¿lo sabes?
—Le sonrío.
—No, Cameron Chase, no, no lo eres. También eres muy, muy bueno con tu lengua. —Sus ojos se oscurecen con lujuria—. ¿Quieres salir de aquí?
—Pensé que nunca preguntarías. —Bebo el resto de mi cerveza y me pongo de pie, esperando que Miley haga lo mismo. Asher me llama la atención a través de la piscina. Él conoce el trato conmigo y con Miley, pero está demasiado ocupado con uno de sus amigos como para que me
importe una mierda.
—Estamos fuera —le digo a Jase cuando lo pasamos.
—¿Aquí? —pregunta, y sé que quiere decir si vamos para arriba o a otro lugar. Miro a Miley que se encoge de hombros.
—Soy fácil de complacer.
—Apuesto a que sí —se ríe Jase, y le lanzo una mirada dura.
—Cuidado con este, Jenna —dice Miley con un toque de amargura—. He oído que muerde. Jenna levanta la cara del cuello de Jason, su labio curvado con arrogancia.
—Oh, sé que lo hace. Pero yo muerdo más fuerte. Bueno, está bien entonces.
—Vamos, Chase —se ríe suavemente Miley, y meto las manos en los bolsillos, siguiéndola hacia la casa de Asher—. Lugar elegante.
—Sí, los padres de Ash están cargados de dinero.
—No me digas.
Entramos y Miley hace una pausa, dejándome guiar el camino. Me detengo para tomar un par de botellas de agua y luego la llevo arriba a la habitación de invitados que los Bennet me dejan usar cada vez que me quedo aquí. No lo llamaría exactamente mi habitación, pero nadie más se queda aquí. Incluso me dieron una llave el año pasado.
—¿Qué es esto? —Pregunta Miley cuando me detengo afuera de la puerta familiar y saco la llave de mi billetera—. ¿Tu cuarto rojo del dolor?
—Algo así —le sonrío—. ¿Por qué, te da miedo?
—No, Chase. Pones un buen espectáculo, pero veo debajo de toda esa mierda de macho Raider.
Sus palabras me toman por sorpresa, pero disimulo mi expresión.
—¿Sabes lo que es esto, verdad?
—Sí, sí —responde ella sacudiendo la cabeza—. Follamos, nada más y nada menos. No te estoy pidiendo nada.
Con un breve asentimiento, abro la puerta y la atraigo hacia adentro. A veces, en los momentos tranquilos después del sexo con Miley, me pregunto cómo sería abrirse a ella; para contarle todos mis miedos más profundos, mis secretos más oscuros. Sin embargo, no somos el uno para el otro, y no quiero eso, no con ella de todos modos.
Pero la vida no es justa y no siempre podemos tener lo que queremos. Lo sabía mejor que la mayoría de la gente.