Con P mayúscula

Capitulo 11:

Hailee

 

—Buenos días, mi amor. —Mi madre está ocupada preparando el desayuno cuando finalmente bajo las escaleras—. No olvides que tenemos que ir a buscar las fotos de la boda el miércoles.

Gimo en silencio.

—Excelente. —Por qué me habían obligado a hacerlo cuando debería haber sido algo que un esposo hace con su nueva esposa, está más allá de mi entendimiento. Pero Kent está ocupado, así que ha sugerido que fuera en su lugar.

—¿Hailee Raine, puedes al menos intentar fingir que estás interesada? Esto es importante para

mí.

—Lo sé, mamá, es que yo… —Al presionar mis labios, trago las palabras que quiero decir y

finjo una sonrisa—. El miércoles suena genial. ¿Puedo invitar a Flick?

—Ya le dije al Señor Fetton que nos esperara a las tres. —Ella me conoce muy bien—.

¿Entonces como estuvo tu fin de semana?

Detecto un rastro de sospecha en su tono.

—Mi fin de semana estuvo bien. —Sale un poco más agudo de lo que pretendía.

Había pasado la mayor parte del sábado en mi habitación. Flick había venido y habíamos visto películas de terror ridículas y atragantado de comida chatarra; entonces ayer, yo me la pase trabajando en un par de proyectos de arte.

Mamá inclina la cabeza y me estudia.

—¿Estás segura? Te ves como si…

—Estoy bien. —Sonrío de nuevo.

—Porque si algo pasara…

—No pasa nada, mamá. —Es posible que ella hubiera escuchado sobre la presentación del equipo; los rumores vuelan por nuestra ciudad más rápido que los rayos, pero de ninguna manera voy a mencionarlo. Quiero olvidarlo todo.

—Está bien. —acepta, algo llama su atención sobre mi hombro—. Buenos días, Jason.

Me pongo rígida pero no miro hacia atrás para saludar a mi hermanastro. No lo había visto en todo el fin de semana, y después del viernes por la noche, realmente no quiero verlo. Puede que no hayan sido sus manos las que me agarraron en el estadio y me humillaron, pero sabía que él había puesto a Cameron a cargo. Y como un buen perrito faldero, él había seguido las órdenes de su amo.

Mis músculos se tensan mientras me preparo para su engreída observación al respecto. Pero nunca llega. En cambio, le ofrece a mamá un breve saludo, sin dedicarme más de una mirada.

Extraño.

—Tu papá ya se fue —mi mamá mantiene su tono de voz alegre.

—Entendido. —Jason agarra una barra de energía y una de sus bebidas de proteínas y se va.

No me lanza una mirada mordaz ni lanza ningún insulto a la espalda de mi madre.

Ciertamente es la primera vez, y me tiene más nerviosa que nunca. Mamá se deja caer contra el mostrador y suelta un profundo suspiro.

—No nos la pone fácil, ¿verdad? —La tristeza se apodera de sus rasgos y lo odio un poco más por hacerla sentir mal.

—Él es Jason. —Tomo un sorbo de mi jugo.

—Lo sé, lo sé. Está bajo mucha presión con el equipo y la universidad. Pero pensé, esperaba que tal vez con la boda y siendo el último año y todo, él…

—Mamá. —Colocando mi vaso sobre el mostrador, voy hacia ella, tomando sus manos entre las mías—. No dejes que te afecte.

—Es diferente cuando Kent está con nosotros.

Sí, porque Kent es el que regula todo, absorbiendo parte de la hostilidad de su hijo hacia mí y mamá. Y siempre tiene una excusa por la falta de voluntad de Jason para asistir a comidas o viajes familiares. “Necesita concentrarse en el fútbol americano”, diría Kent, “está bajo mucha presión.” Pero mi mamá no es idiota. Jason la odia casi tanto como me odia a mí.

Hubo un tiempo en el que me llegue a preguntar si Jason me odiaba por ella. Pensé que tal vez solo era un niño enojado de doce años, enojado porque su padre estaba tratando de reemplazar a su madre. Pero ya no somos niños y Jason nunca intentó tener una buena relación con mi mamá. Y él solo se había vuelto más frío conmigo. Además, por lo que había escuchado, la relación del señor y la señora Ford se rompió mucho antes de que mamá y yo entráramos en la escena. Mi madre había sido una madre soltera que luchaba y Kent había estado recogiendo las piezas de su vida cuando se conocieron, y aunque no estaba entusiasmada con la posibilidad de tener una nueva familia, después de lo que mi padre le hizo, quería que ella fuera feliz.

Incluso si hubiera elegido a un ex jugador de fútbol americano universitario que entrenaba fútbol americano de secundaria, con un hijo que respiraba fútbol como si fuera aire. Pero al menos Kent ya no jugaba. Eso hubiera sido demasiado para soportar.

La abrazo y mamá pega su mejor sonrisa.

—¿Quizás solo necesita algo de tiempo para acostumbrarse?

—Tal vez. —Lo dudo, había tenido años para acostumbrarse a que estuvieran juntos antes  de la boda, pero no quería reventar su burbuja—. Me tengo que ir, Flick me está esperando.

—Que tengas un buen día, nena. —Ella besa mi cabeza, y agarro mi bolso, antes de deslizarme hacia el pasillo, mi estómago se aprieta con cada paso.



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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