Con P mayúscula

Capitulo 14:

Cameron

 

—Aquí tienen, muchachos. —Sara, una de las meseras de Bell nos pasa nuestros platos de comida. Ganemos o perdamos, nuestro ritual después de un partido es ir a Bell el sábado por la noche, y cuando Jase me llamó esta mañana, no dudé en decir que sí.

Cuando llegué a casa anoche, mi mamá y Xander estaban dormidos. Así que mi papá tomó dos cervezas heladas, esperando para brindar por nuestra primera victoria de la temporada. Nos quedamos despiertos hasta tarde, viendo viejas cintas de partidos, hablando de las ligas menores. Pero no hablamos sobre el elefante en la habitación.

Y esta mañana, cuando finalmente me arrastré fuera de la cama, con los músculos adoloridos y los huesos magullados, mi mamá parecía de buen humor. Incluso nos había preparado a todos el desayuno. Fue agradable. Normal.

Era como en los viejos tiempos.

—Necesitan algo más, solo llámenme, ¿de acuerdo?

—Me vendría muy bien —comienza Mackey pero Sara lo interrumpe—. Regresa y me buscas cuando tengas veintiún años, chico sexy.

Ella le guiña un ojo y le dedica una pequeña sonrisa antes de alejarse, poniendo un meneo extra en su paso.

Mackey se recuesta contra su silla y gime.

—Lo que no pagaría por montar eso.

—Sara está buena, pero no se folla a los jugadores de fútbol americano —dice Asher, arrojando salsa de tomate por toda su comida—. Ni siquiera el mariscal de campo, ¿no es así, Jase?

—Ella tiene una boca demasiado inteligente para mí. Me gusta que mis mujeres hablen menos  y chupen más.

—Sí —agrega Mackey—. Pero imagina lo que puede hacer con esos labios carnosos. Una expresión tonta se apodera de él y Grady se inclina y lo golpea en la cabeza.

—Saca tu cabeza del desagüe. Tenemos un partido en el que centrarnos.

—Amigo, barrimos el piso con Marshall anoche. Creo que se nos permite un poco de tiempo de inactividad.

—Malditos estudiantes de segundo año —se queja alguien.

—Escuché eso.

—Relájate —le dice Jase a Mackey mientras corta su hamburguesa especial por la mitad. La cosa es demasiado grande para intentar comerla entera—. Lo entendemos, estás loco, pero Kaiden tiene razón, lo único en lo que debes concentrarte es en el próximo partido, y el siguiente, hasta la semana diez. ¿Entendido?

—Entiendo —se queja Mackey—. No significa que no pueda mirar, ¿verdad? Sus ojos se giran a donde Sara está sirviendo a otra mesa.

Jase y yo compartimos una mirada divertida. Sabemos cómo era: las hormonas furiosas, el zumbido de ser dioses caminando entre los hombres. En un pueblo como Rixon, hace de un titular del equipo una insignia de honor que abre puertas: a las universidades, a las chicas, a un pase gratuito para fastidiar de vez en cuando. Pero también viene con expectativa y presión.

Expectativa de ser el mejor; trabajar duro y darlo todo. Joel Mackey podría no entenderlo ahora, pero después de una temporada con el entrenador Hasson y su equipo, lo hará. Esos tipos te destrozan hasta que no eres más que sangre y huesos y luego te reconstruyen hasta que te endureces, por dentro y por fuera. Hasta que ningún equipo, sin importar cuán grande, fuerte o agresivo, sean una amenaza. El programa de fútbol de Rixon High construye guerreros. Jóvenes moldeados, llenos de corazón, valor y determinación. Como al entrenador Hasson le gusta recordarnos cada oportunidad que tiene, “los grandes hombres no nacen, se hacen”.

Y Rixon High es la mejor.

Pero no se puede negar que a veces es una carga pesada para el hombro. Y desahogarse un poco de vez en cuando es la única forma de avanzar.

—Entonces, Jase —dice Grady—. ¿Cuál es el plan para la semana de los rivales?

—Eso es para que yo lo sepa y tú lo descubras. —El brillo perverso en los ojos de mi mejor amigo llama mi atención.

—Oh vamos. Faltan solo dos semanas; puedes contarnos.

—Mis labios están sellados.

—Pero implicará un pequeño viaje a través del río, ¿estoy en lo cierto?

—Deberíamos ir a su lugar, poner en el blanco a algunos vikingos en su casa de campo —dice Kaiden.

—O hackear sus cuentas de redes sociales y poner puras mierdas de ellos. —Mackey sonríe, claramente impresionado con su propia idea.

—Hablando de eso, Thatcher está hablando de nuevo en Twitter. —Kaiden levanta su teléfono celular—. Mira esta mierda.

Le entrega a Jase su celular y los dos escaneamos la pantalla.

 

@ ThatcherMC1: ¿Qué es negro, azul y destrozado por todas partes?

Los Raiders después de que los derrotemos #VamosPorUstedes #SemanaDeRivales

 

Jase se tensa a mi lado.

—Es un jodido idiota.

—Si sigue así —dice Kaiden, recuperando su celular—. Su entrenador tendrá que intervenir.

Snapchat es una cosa, pero Twitter es otra bestia.



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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