Con P mayúscula

Capitulo 16:

Cameron

 

—Es un cerdo repugnante —dice Hailee cuando la puerta se cierra detrás de Asher.

—Nada más está jugando contigo.

—Me llamó perra. —Me dirige una mirada de esas que matan, retándome a estar en desacuerdo.

—Sí, pero no quiso decir eso. Asher es... complicado. Actúa al dios del fútbol malcriado mejor que la mayoría de nosotros, pero lo conozco bien. Y el Asher que Rixon High ve no es la versión que sé que existe debajo de su máscara.

—Lo que sea. —Hailee cruza los brazos sobre su pecho, llamando la atención sobre sus suaves curvas.

Por supuesto que ha tenido que irrumpir en la cocina usando nada más que esa pijamita, su cabello sedoso colgando sobre sus hombros como una enorme flecha que dice “mírame las tetas”.

Me obligo a mirar hacia otro lado, ordenando en silencio a mi polla que se controle.

—¿Estás bien? —digo, rompiendo el silencio ensordecedor. Los ojos de Hailee se entrecierran mientras me mira.

Y si las miradas mataran…

—No puedo creer esto —murmura—. Fui a esa fiesta para escapar de toda tu basura y ahora estoy en medio de una estúpida rivalidad futbolística gracias al imbécil de mi hermano. Entonces, dime Cameron, ¿cómo demonios se supone que debo sentirme?

—Si sirve de consuelo, les dije que no hicieran nada imprudente.

—Vaya, ¿de verdad? Mira lo bien que funcionó. —Se burla—. Dios, realmente quiero pintar algo en este momento, necesito mi terapia.

El silencio nos envuelve, la atmósfera es casi tóxica. Hailee tiene todo el derecho de estar enojada. Demonios, también estoy enojado. Les dije que no hicieran nada estúpido, les advertí que se mantuvieran lejos de Rixon East. Pero debería haber sabido que no escucharían. Jason hace lo que quiere, cuando quiere, le importa una mierda lo que pase después. Pero nunca antes tuvo que preocuparse por nadie más que por sí mismo y el equipo. Ahora que la gente del este sabe sobre Hailee cambia las cosas. Y lo admita o no, hace que Jase sea vulnerable.

—Necesito irme. —Comienza a moverse hacia la puerta, pero me enderezo en el mostrador.

—Deberíamos…

—¿Qué, Cameron? —Los ojos de Hailee se ven como platos, mientras me corta con una mirada que me hace sentir cinco palmas de alto—. ¿Qué debemos hacer, pretender que realmente podemos soportarnos? ¿Ir a otra ronda de ajedrez verbal o tal vez quieres empujar una bolsa sobre mi cabeza y arruinar otra blusa perfectamente buena?

Escucho sus palabras, siento el veneno detrás de ellos, pero estoy demasiado distraído por sus labios para realmente dejar que se asienten en mis huesos. Demasiado centrado en la forma en que su boca se curva con cada sílaba.

—Oh, Dios mío —chilla—. Lo estás haciendo de nuevo. Estás totalmente mirándome las...

Acorto la distancia entre nosotros, apretándola contra la pared, enredando un mechón de su cabello entre mis dedos. Es un movimiento audaz dado el odio con el que me mira, sin contar el hecho de que su hermanastro está justo afuera, pero es una muy buena vista, mejor que apretar su

cabello en mí mano y golpear mi boca contra la de ella, que es lo que realmente quiero hacer.

—¿Alguna vez dejas de hablar? —pregunto.

—¿Alguna vez consideraste buscar ayuda profesional? —Aparta la vista de mí, con los brazos cruzados sobre el pecho, mientras lucha con una sonrisa.

—Oh, Solecito, lo único que me está volviendo loco eres tú.

—Este no es un juego, Cameron. Esto, nosotros, no es atracción lo que sientes; es odio. Yo. Te.

Odio.

Inclinándome, le paso la nariz por la barbilla, seguro de sentir que su cuerpo tiembla, que le falta el aliento.

—Sigue diciéndote eso, Solecito.

Sus manos presionan contra mi pecho mientras me mira, pero no me está engañando. Hailee está enojada, sí, pero también está excitada. Sus pupilas están dilatadas, su piel cálida y enrojecida. Y no quiero nada más que descubrir todas las otras formas en que puedo hacerla sonrojar.

Pero ella dice—: No volveré a hacer esto contigo. No voy a ser esa chica. —Dando un pequeño empujón, Hailee se agacha debajo de mi brazo, liberándose de mi agarre—. Aléjate de mí, Cameron.

Pero cuando ella se va, sé que estoy jodido.

Porque las reglas han cambiado, y sé que no puedo alejarme de ella. Ni aunque quisiera.

 

~~~

 

Después de darme cinco minutos para calmarme, encuentro a Jase afuera, lanzando un balón. Él luce como una mierda: un moretón oscuro alrededor de un ojo y un corte en el labio. La ira irradia de él como una señal de advertencia que dice—: Aléjate —pero yo no le tengo miedo. Y necesitamos hablar de esto.

—Debería haberte escuchado —dice entre dientes, moviendo el balón y enviándolo a volar a través del neumático.

Cruzando los brazos, me encojo de hombros.

—Te dije que era una mala idea, pero no podías saber que ella iba a estar allí.



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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