Con P mayúscula

Capitulo 19:

Hailee

 

Después de que Jason, Asher y Cameron intentaron sentarse con nosotros en el almuerzo del lunes, las cosas se calmaron y, cuando llegó el viernes, mi foto era una noticia vieja. En cambio, todos estaban hablando del primer partido de los Raiders fuera de casa contra los leones de Levinson.

—Hola, Hailee —dice una chica que apenas reconozco mientras Flick y yo vamos a almorzar.

—Hmm, hola —le respondo, mis cejas se tensan, antes de mirar a mi amiga—. ¿Qué ha sido eso, qué demonios está pasando ahora?

Ella me mira con aire de suficiencia y le pregunto—: ¿Qué?

—Creo que eres la nueva figura popular de Rixon y todos quieren jugar contigo.

—No seas ridícula. —Así que un par de personas habían tratado de hablar conmigo e incluso me habían preguntado si entre mis planes está ir a ver el partido esta noche. Lo cierto es que no, obviamente. Pero mi falta total de espíritu escolar ya no parecía calificarme como la paria social. Y por mucho que no quisiera admitirlo, Flick tiene razón. La gente ha mostrado interés en mí de repente.

Con una sonrisa, pasa su brazo por el mío cuando entramos en la cafetería.

—Ya sabes, vinieron a sentarse contigo por alguna razón.

—Sí, pero… —Dudo. Sé a qué se refiere, pero no tiene ningún sentido—. Déjame entenderlo. Primero, me tratan como una leprosa porque Jason emitió algún tipo de regla general de Hailee está fuera de los límites. Luego me convierto en la puta de la escuela por una foto falsa que Lewis Thatcher hizo circular. ¿Y ahora, qué soy? Monedita de oro, porque Jason y los chicos se sentaron con nosotras en el almuerzo; durante unos cinco minutos, debo agregar.

—¿Jason y los chicos? —Flick sonríe, sus ojos burlándose de mí.

—Oh, vete a la mierda —me quejo—. Sabes a lo que me refiero. Se me había salido, nada más.

—No digo que tenga sentido, sólo digo que creo que hizo algo.

—¿Hizo algo? —Me burlo—. Apenas me ha dicho dos palabras desde el lunes.

Hubo un gruñido extraño aquí o allá cuando nos cruzamos en casa, y él se había sentado y cenado con nosotros anoche, para sorpresa de todos. Pero no tengo la ilusión de que Jason y yo estemos más cerca de hacernos amigos. Ese barco ha zarpado hace mucho tiempo.

No es que quiera eso de todos modos. No lo hago.

Flick se encoge de hombros cuando nos formamos en la fila del almuerzo.

—Pero podría haber dicho algo detrás de escena. ¿Le dijo a la gente que necesita ser un poco más amable contigo, tal vez? —Sus cejas se levantan sugestivamente.

—Has conocido a mi hermanastro, ¿verdad? Ser amable no está en su capacidad emocional.

—Es un imbécil, no lo estoy negando. —Sus labios se fruncen como si las palabras dejaran un sabor agrio en su boca—. Pero piénsalo. Nunca deja que nadie más se acerque a ti. Sin embargo, la segunda vez que Thatcher envió esa foto, casi arde Troya.

¿Arde Troya? Pero si esto no es una conspiración.

—¿Y yo soy qué? —Siseo en voz baja, consciente de todas las miradas indiscretas y oídos en

nuestras inmediaciones—. ¿Se supone que debo perdonar todo lo que me ha hecho los últimos seis años y convertirme en parte del club de fans de Jason?

Como si eso fuera a suceder alguna vez. Cargo mi bandeja con algunos artículos para el almuerzo y sigo a Flick hasta el mostrador de servicio.

—Supongo que suena un poco tonto cuando lo pones de esa manera.

—¿Tú crees? —Disparo sin poder mantener la incredulidad fuera de mi voz.

—¿Y cómo están mis dos chicas favoritas? —Asher Bennet aparece de la nada y nos abraza, guiándonos a nuestra mesa habitual. Me escabullo de su abrazo dejándolo a él y a Flick caminando juntos, dándole una mirada de reojo en el proceso. Ella se encoge de hombros como si no fuera gran cosa.

Traidora.

—Entonces. —Se sienta junto a Flick como si se uniera a nosotros para almorzar todos los días—. Me preguntaba…

—Con cuidado, puede que te duela la cabeza. —Sonrío, apuñalando un trozo de pasta con el tenedor sin fingir que es la cara de Asher.

—Ay. Muy quisquillosa, Raine. Muy quisquillosa. De todos modos, como decía. —Le presta atención a mi mejor amiga y ella la lame, colgando de cada una de sus palabras. Se me encoge el estómago—. ¿Les gustaría venir a una fiesta mañana por la noche?

—No —le digo al mismo tiempo que Flick chilla—: Sí. La risa retumba en el pecho de Asher.

—Puedo ver que vamos a tener que mantenerte vigilada —le habla a Flick, pero es a mí a quién están dirigidas.

—Puedes irte ahora —resoplo. Ya es bastante malo que este sentado en nuestra mesa. ¿Pero coquetear con Flick? Eso es suficiente para hacerme vomitar y aún no he tomado un solo bocado de mi almuerzo.

—Deberías venir. No hay algún motivo oculto, lo juro.

Esas son sus palabras de despedida cuando se pone de pie, con los ojos demasiado tiempo en mi amiga. Cuando se retira a su mesa, Flick chilla de alegría.



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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