Hailee
—Ameron, Ameron está en casa. —La voz me sorprende, y abro un ojo, tratando de orientarme. ¿Dónde diablos estoy? Me sacudo el cerebro en busca de una explicación cuando un niño de cabello oscuro y cara rellenita llena mi visión.
—No eres Ameron —dice, con un pequeño ceño fruncido que arruga su rostro.
¿Ameron?
Gruño, apartándome el pelo de mi cara. ¿Qué demonios?
Todo se estrella contra mí a la vez. El baile de bienvenida. La fiesta con Toby. Cameron sosteniendo mi cabello mientras vomitaba todo menos mi alma en su inodoro. El inodoro en el baño al lado de su habitación.
Su habitación.
Oh, Dios, estoy en la habitación de Cameron. En.
Su. Cama.
Echo un vistazo y, efectivamente, Cameron está acostado, boca arriba, con el brazo debajo de la cabeza, roncando suavemente.
—¿Quién tú? —pregunta el niño mientras trepa a la cama, instalándose entre Cameron y yo.
—Soy Hailee.
—¿Ailee? Soy Ander.
—Encantada de conocerte. —Le doy mi mejor sonrisa a pesar del pánico en mi pecho—.
¿Hmm, Cameron? Cameron, despierta. Tenemos compañía.
—¿Xan? —dice Cameron, su voz llena de sueño—. ¿Mierda, Xander?
Se endereza y se frota los ojos. Vuelan hacia los míos, muy abiertos con alarma, y yo me rio entre dientes, agachando la cabeza.
—¿Ienes novia, Ameron?
—Qué, yo… uh, no, amigo. Ella es mi amiga…
—Ailee. —Asiente—. Ella es bonita.
—Está bien, amigo, es hora de que te vayas. —Cameron recoge al niño y sale de la cama sin molestarse en ponerse la ropa—. Ya vuelvo.
Articula sobre su hombro y asiento, sintiendo mis mejillas sonrojarse.
Cuando desaparecen de la habitación, me hundo en las almohadas, gimiendo de mortificación.
Estoy en la cama de Cameron.
La cama de Cameron.
Y nos acaba de atrapar el niño más lindo al que había visto. Justo cuando pensaba que mi vida no podía volverse más loca.
Dos minutos después, Cameron regresa a la habitación y se lleva el aire con él.
—Lo siento por eso. —Pasa una mano sobre su cabeza, sus ojos se lanzan a mi alrededor.
—Tu hermano es adorable —digo, tirando de las sábanas alrededor de mi cuerpo, consciente de que estoy vestida solo con su jersey y mis bragas, y él lleva sus calzoncillos negros ajustados. Mantén tus ojos en su rostro, Hailee. En. Su. Rostro.
—Sí, aunque es como un torbellino.
—Es un niño lindo.
—No te dejes engañar. —Él se ríe y compartimos una sonrisa—. ¿Cómo te sientes? Cameron se sienta en el extremo de la cama, sus ojos ardiendo sobre mí.
—Estaré bien, supongo. Todavía no puedo creer que alguien me haya hecho eso.
Me duele la cabeza y mis músculos son como el plomo, sin mencionar el hecho de que mi estómago siente que algo ha muerto allí. Pero ahora tengo cosas más importantes de las que preocuparme, como el hecho de que Cameron está aquí casi desnudo; su duro abdomen y todo su cuerpo me ruegan que lo toque.
Dios, quiero tocarlo.
¿Qué demonios me pasa?
—Sí, bueno, la gente puede hacer todo tipo de locuras en nombre del fútbol.
—¿Eso te incluye a ti? —Levanto las cejas, mientras bajo la cara, mirándolo a través de mis pestañas.
—He hecho algunas cosas de las que no estoy orgulloso, sí. —Cameron traga saliva como si las palabras fueran difíciles de decir.
—Bueno, viniste anoche, así que gracias.
—No fue nada.
Pero no fue nada, fue algo.
Los acontecimientos de la noche anterior son bastante confusos. Pero recuerdo con perfecta claridad que Cameron había venido corriendo después de la llamada SOS de Flick.
Se acerca más, inclinando su cuerpo hacia mí. Me siento un poco mareada de repente.
—¿Qué puedes recordar de la fiesta? —pregunta gentilmente.
—Yo… —Un fuerte suspiro escapa de mis labios—. No mucho, para ser honesta. Dejamos el baile y Toby vino a recogernos. Dijo que no era una cuestión de fútbol, así que pensé que sería divertido.
Mi voz se apaga, mi mirada cae a mis manos sobre las sábanas.
—¿Por qué dejaste el baile?
Mis ojos se fijan en los suyos, pero no respondo. ¿Qué voy a decir? ¿Qué me había ido porque lo vi con una chica? Encogiéndome de hombros, tomo sus sábanas.
—Fui para hacer feliz a Flick y ella parecía molesta por algo, así que nos fuimos.
—Gracioso. —Su ceño se levanta ligeramente—. Porque ella dijo que te fuiste porque estabas enojada conmigo.
Mis mejillas arden.