Con solo un rastro de color

1-Nuevo Ingreso

España - 6:00 a.m.

-¿Qué te falta para llegar, Cinara? ¡Tendríamos que estar ya subidas en el jet!

-Estoy llegando... en cinco minutos más estoy ahí, Dania.

Holanda - 6:00 a.m.

Mientras sonaba el despertador, dos jóvenes se quejaban por querer seguir disfrutando de sus sueños.

-Joder, ¿quién puso la alarma tan temprano? -tomó su teléfono-. Mierda, las seis. Damián, apúrate, que si llegamos tarde mis padres me matan.

-Cinco minutos más, mamá...

-Damián!.

Italia - 6:00 a.m.

-¿Lo tienen todo?

-Sí, mamá.

-¿No se les queda nada?

-No.

-¿Seguros?

-Sí.

-Nessa, espero que te comportes y no causes problemas -dijo su padre con un tono serio-. Recuerda que nuestro apellido no es uno de tus juegos.

Como ellos, otros cinco estudiantes ya estaban en camino a la prestigiosa academia.

Aeropuerto privado - 2:00 p.m.

-¡Hola a todos, por favor, su atención! -una chica se paró en el centro del campo y comenzó a hablar-. En estos momentos nos vamos a dividir para subir a los autobuses. Por favor, los de fotografía a la izquierda y los de pintura a la derecha.

Poco a poco se fueron separando. En eso, una chica de baja estatura chocó con cierta castaña que trataba de no desesperarse por la cantidad de personas.

-Lo siento, perdón, yo no quise... -la castaña la interrumpió antes de que pudiera terminar.

-Está bien, solo fíjate por dónde vas.

-Sí... por cierto, soy Elenice Santos, parece que estaremos en la misma área -sonrió-.

-Nessa Bianchi -asintió con la cabeza.

Salieron todos rumbo a la gran y prestigiosa escuela, recorriendo una carretera larga con varias curvas que rodeaban montañas. Cuanto más se acercaban, más tarde se hacía, y la escuela seguía oculta por las montañas... hasta que, finalmente, los estudiantes pudieron ver, con esos ojos únicos, la belleza escondida entre ellas.

Era una construcción de belleza arquitectónica única, fundida con la naturaleza. Colores discretos le daban un toque antiguo, tal y como era. Cada rincón estaba rodeado de vegetación viva y hermosa, y tres pisos se alzaban orgullosos, con balcones cubiertos de enredaderas llenas de flores.

Los transportes se estacionaron y, uno a uno, los nuevos estudiantes bajaron, encontrándose cara a cara con la entrada a su futuro.

De camino al salón de conferencias

-¡Oye! ¡Se te cayó esto al bajarte del autobús!

Una joven de pelo corto le hablaba a una pelirroja distraída, que no había notado que su teléfono se le había caído del bolsillo al bajar.

-¡Oh, muchas gracias, de verdad! -la abrazó-. No sé qué haría si se me pierde otro teléfono. Mi madre me avisó que, si eso volvía a pasar, me dejaría sin uno por un mes.

-Ya... -la de cabello corto la miró dudosa y se separó rápido de la de cabello cobrizo.

-Perdón, la emoción. Soy Ariadna Giannis, un gusto.

-Cinara García, un placer.

Dentro del salón de conferencias

-¡Wow, esto es increíble! -a Elenice se le notaba la ilusión por los poros.

-Sí... -miró alrededor-. Ten cuidado o te vas a ca...

La más baja tropezó con un escalón, pero la castaña logró sostenerla, callendo ella hacia atrás. Cuando esperaba la caída, chocó con lo que parecía una pared.

-¿Pero qué...? -escuchó decir a un chico alto que por poco cayó por su culpa-. ¡Eres idiota!

-Qué grosero. Solo me tropecé. ¿Algún problema?

-Mira quién va a hablar. Mínimo ten la decencia de disculparte primero, pequeña.

-Perdón... jirafa -dijo con un tono mordaz e irónico.

-Nessa, creo que deberíamos irnos -la tomó del brazo-. No es bueno causar problemas el primer día. -Mejor hazle caso a tu niñera, pequeña.

Antes de que Nessa pudiera responder, todo quedó en silencio. Al dirigir sus miradas a la tarima, vieron a un señor de unos sesenta años. Al mirarlo, todos pensaron lo mismo: "Es él", uno de los artistas más reconocidos de su tiempo y, sin duda, una leyenda viva.

-Sean bienvenidos, estudiantes. Yo soy su director, Shenar Baruchy. Espero que sepan que esta institución no es un parque de juegos. Aquí solo triunfa lo mejor; no se aceptan mediocres de ningún tipo. Desde ya les informo que aquí no importan sus familias o posiciones: en esta academia solo importa el talento y el esfuerzo. Nadie mirará su apellido antes de expulsarlos o reprobarlos.

En cuanto terminó de hablar, un silencio sepulcral se apoderó de la sala.

-Eso es todo por el momento. Los dejo en manos del Consejo Estudiantil.

Los estudiantes aplaudieron, aunque en sus rostros se veían dudas y miedo.

-Un gusto a todos. Me presento: para los que no me conocen, soy Antonio Fischer, líder del Consejo Estudiantil-habló con tono serio y mirada monótona, como si estuviera cansado de decir lo mismo-. Como mencionó nuestro director, este instituto no es para mediocres, y cada pecador tendrá su castigo -su voz daba escalofríos-. Es un trabajo difícil, he de decir siempre hay alguno que se escapa -parecía una amenaza-. Pero por suerte no estoy solo; tengo un grupo... útil a mi lado.

Subieron cuatro estudiantes más, todos de cuarto año. La única chica dio un paso al frente y tomó el micrófono.

-Hola a todos. Yo soy la encargada de que todos los proyectos con fines recreativos fluyan a la perfección, Jessy Virtanen -sonreía de forma impecable-. Y, obviamente, seré la encargada de presentar a los demás integrantes -hizo una pausa dramática-. ¡Reciban con un aplauso al rompecorazones de nuestra escuela, el vice, Leo Martínez!

Los aplausos y gritos no se hicieron esperar, sobre todo por parte de las chicas.

-Ahora, el responsable del orden y al que pueden acudir cuando tengan un problema: ¡Axel Bianchi! -aplausos-. Y, por último, pero no menos importante, su futura pesadilla: el representante de estudios, o el culpable de que muchos vayan a suspender...¡Joseph Bosvenier! -esta vez hubo aplausos acompañados de algunas risas.




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