En la sala, los estudiantes se miraban unos a otros en medio de un silencio incómodo, aún procesando lo que había sucedido con anterioridad.
—Creo que primero todos deberíamos presentarnos, ¿qué tal? —Elenice fue la primera en romper el hielo.
—Buena idea, comienzo. Yo soy Damian Bakker, vengo de Holanda y estudio pintura —dijo alegremente.
—Elenice Santos, Brasil, y yo voy en fotografía —expresó sonriendo.
—Sigo yo, Ariadna Giannis, de Grecia, y me especializo en pintura —habló con emoción.
Los tres jóvenes miraron al resto, esperando su presentación.
—Rony Rivera, vengo de Puerto Rico y estoy en pintura —dijo con una sonrisa coqueta.
—Yo soy Cinara García, de España, y también vengo por pintura —se expresó serenamente.
—Dania Reyes, España, y vine por fotografía —dijo seria.
—Darius Sseini, soy de Irán y también estoy en fotografía —sonrió amablemente.
—Nessa Bianchi, Italia, y fotografía —dijo algo resignada con la situación.
—Dimitri Ivanov, Rusia, pintura —dijo serio, parecía más bien molesto.
—Abel Schmidt, soy alemán y estoy en fotografía —dijo serio.
—Bien, ya que todos nos presentamos, deberíamos ponernos de acuerdo para la distribución de habitaciones y tareas de la casa —dijo Dimitri con un tono serio.
—Estaba pensando en que las chicas nos quedemos en el ala izquierda y los varones en la derecha —sugirió Ariadna. Todos asintieron, de acuerdo.
—Una pregunta, ¿quiénes saben cocinar?-Pregunto Nessa—
Damian, Cinara y Dania levantaron la mano.
—Yo sé hacer solo dulces —Elenice confesó algo apenada.
—Está bien, entonces nos dividiremos en equipos de dos.
—Nessa —Cinara captó su atención—, yo haré equipo con Dania, ya que nos conocemos y nos conocemos y nos entendemos en la cocina.
—Está bien, entonces yo haré equipo con Damian —miró a Damian, que se había levantado de su asiento y andaba dando vueltas por la habitación—. ¿No hay problema?
—Para nada, será un placer —sonrió.
—Bien, entonces lo harán una semana cada uno, y el resto nos encargaremos de fregar y mantener limpia la casa —propuso Dimitri.
—No tenemos que preocuparnos por limpiar la casa, ya que sí hay encargados para eso —corrigió Nessa.
—Bien, entonces Elenice, Rony y yo nos encargaremos de fregar la semana que le toque cocinar a Damian y Nessa, y Dimitri, Abel y Ariadna los días que les toquen a Cinara y Dania —todos asintieron en acuerdo.
—Mira, Rony, ¿no crees que el jardín resalta de forma brillan…? —no terminó de hablar el pelinegro, ya que su amigo le dio un buen golpe en la espalda. Todos lo miraron sorprendidos porque… ¿no se supone que él debería ver solo en blanco y negro? ¿Cómo puede ver el resplandor del jardín?
—Claro, el blanco y el negro se conjugan de tal manera que parece que brilla —trató de disimular nervioso su amigo—. Ya se hizo tarde, deberíamos ir a las habitaciones. Ya en las habitaciones, todos acomodaron sus cosas, y al terminar, Dania y Ariadna fueron a la habitación de Cinara, que aún estaba indecisa sobre cómo acomodar sus cosas.
—No es tan complicado, solo pon todo en un lado y ya —propuso Ariadna.
—Ya veo por qué terminaste tan rápido —Dania se acercó a su amiga y la empezó a ayudar a acomodar sus cosas, mientras la pelirroja se puso a recorrer la estancia.
—¿Saben? Mi clóset tiene algo extraño —dijo dudosa Dania.
—¿Extraño? —preguntaron las dos al mismo tiempo.
—Sí, como una puerta o algo.
—¿Será un pasadizo secreto? —Ariadna la miraba con ilusión.
—No sé, no me atreví a mirar.
—¿Y si vamos?
—Eso sería peligroso. —Dania tiene razón, además, a los otros se les haría extraño que desaparezcamos. Mejor vamos después de la comida.
—¿Qué? No, Cinara, ¿cómo puedes estar a favor de esa locura?
—Vamos, no exageres, no es para tanto.
—Cierto, además tenemos que hacer cosas divertidas. ¿No dijiste que en la escuela ibas a salir de tu zona de confort? Dania suspiró resignada.
—Está bien, iremos después de la comida.
Mientras, en la habitación de Nessa, ocurría algo similar.
—Entonces, viajaremos después de la comida —exclamó un Darius emocionado.
—¡Sí! —Elenice correspondió a esa emoción.
—Sí, pero hay que ir preparándos —dijo una Nessa algo preocupada.
En el comedor se notaba el ambiente tenso, aunque Ariadna y Elenice trataban de amortiguarlo.
—Qué bueno que por ser el primer día nos ahorramos cocinar, ¿no crees, Nessa?
—Cierto, aunque después de todo lo de hoy creo que es lo mínimo que podrían haber hecho.
—¿Cansada el primer día?
—Es normal que esté cansada, han pasado muchas cosas hoy, Ivanov.
—No te pregunté a ti, Sseini —miró hacia Nessa—. Aparte de niñera, ¿también te buscaste un defensor?
—No es problema tuyo —dijo la castaña de forma cortante.
—Bueno, si quieres confiar en un iraní para eso…
—Prefiero confiar en un iraní que en ti.
—Chicos, mejor ahorremos discusiones innecesarias —intervino Dania.
Después de esa intervención, la mesa quedó en total silencio hasta que cada quien empezó a hablar con sus propios amigos.
—¿Qué tienes en contra de Sseini? —le preguntó Abel al pelirrojo.
—Digamos que nuestras familias tienen sus enemistades desde la Guerra Fría.
—Creo que ya sé dónde… aunque si hablamos del pasado, creo que nosotros, el ser amigos, sería más complicado.
—Me caes bien…
Esa noche, tres amigas se encontraban dentro del clóset, abriendo la puerta que las llevaba a lo más profundo de la casa. Se veía oscuro, hasta que una a una se fueron encendiendo las luces, haciendo el camino un poco más alumbrado. Las paredes, agrietadas y con las esquinas llenas de moho por los años, mostraban algo… algo que todas callaron: pintura, por todas partes.
Con cuidado y curiosidad, avanzaron por aquellos pasadizos antiguos, admirando en silencio las pinturas, hasta que… una puerta bloqueaba el camino. Era una puerta alumbrada con un tallado antiguo, y lo más impresionante era que estaba en perfecto estado; a esas alturas, el moho ya no se veía.