El viernes pasó con tranquilidad; en cuanto terminaron las clases los chicos fueron a entrenar y las chicas se encargaron de la comida y prepararon la merienda para el próximo día.
A las afueras, en medio del bosque, se levantaba una cancha de básquetbol entre otros deportes. Se sentía tranquilidad allí por la cercanía al bosque y la calidez del sol, que se unía con la frescura del aire. Era muy buena la sensación, perfecta para jugar.
A esa hora de la mañana, ya todos los estudiantes se encontraban en las gradas mientras esperaban a que empezaran los partidos.
Obviamente, la presentadora fue Jessy Virtaner, que antes de empezar presentó al Concejo Estudiantil como en el primer día.
—Y después de la presentación de nuestro querido Concejo Estudiantil, les diré cómo serán las competencias —habló con entusiasmo la Virtaner— Los primeros en jugar serán las P (Promesas) de la fraternidad de pintura contra las de fotografía; en el segundo, los G (Genios) de fotografía contra los de pintura; en el tercero, los que ganen los respectivos partidos anteriores, y los que ganen ese participarán en el cuarto contra las TM (Tallas Mundiales).
En cuanto terminó de hablar, se escucharon los aplausos, pero no se podía negar la tensión que se formó en el ambiente, ya que poner a los TM al final solo hizo que el espíritu y las ganas de ganar de los demás participantes aumentaran.
—Vaya, parece que eso sí que los motivó —comentó Ariadna, viendo cómo los competidores de las otras fraternidades se pusieron más serios—.
—Obviamente es una estrategia del Concejo Estudiantil —aseguró Dania mientras movía los pies—.
—¿Tú qué crees, Nessa? —le preguntó insegura Elenice—.
—Claramente Dania tiene razón. Nosotros somos los mejores de nuestra generación. Sin contar que nuestras familias cuentan con un orgullo, ganar a nuestra fraternidad significaría llevarse la corona —respondió con el rostro serio—.
—¿Es idea mía o ustedes dos parecen más serias que de costumbre? —preguntó Cinara, señalando a Dania y a Nessa—.
—Solo nos preocupa que los chicos tengan mucha presión encima —le respondió Dania—.
—¡Oigan! —les gritó Damian, acercándose con los demás—.
—¿Preparados? —les preguntó Nessa una vez que estuvieron lo suficientemente cerca—.
—¡Sí! —contestaron todos—.
—Por cierto, Nessa, te tengo un trato —le comentó Damian sonriente—.
—¿Sí? —preguntó curiosa la castaña—.
—Si ganamos, me dejarás pintarte y Elenice nos hará dulces por una semana. Y si perdemos, me dejarás pintarte y yo fregaré los platos por una semana.
—Eso es trampa, como quiera la pintaras —comentó el pelirrojo frunciendo el ceño, ganándose una sonrisa del Bakker—.
—Trato hecho —aceptó la castaña—.
Primer partido: Ganado por las Promesas de Pintura. Segundo partido: Ganado por los Genios de Fotografía. Tercer partido: Ganado por los Genios de Fotografía.
En el cuarto partido la tensión se sentía con más fuerza en las gradas, y ambos equipos solo tenían un objetivo: ganar.
Al empezar el primero, las TM se adelantaron ganando en los primeros dos cuartos del partido: TM - 15 puntos, G - 7 puntos. Pero a medida que pasó el tiempo, Darius notó a Dimitri distraído, cosa que le molestó.
—Oye, si no te vas a tomar el juego en serio, mejor te sales —le gritó Darius al pelirrojo—.
—¿Y a ti quién te nombró el base para decirme qué hacer? —le preguntó de forma agresiva—.
—¡Chicos, por favor! Acordaron que se mantendrían tranquilos —intervino Ebel—.
—¡No jodas! Me niego a perder por culpa de este —se quejó Darius—. Se nota que no lo está tomando en serio.
Al terminar de hablar, lo que ganó fue un golpe por parte del ruso en la cara. Obviamente el Sseini se lanzó contra Dimitri, golpeando no al pelirrojo, sino a Axel Bianchi, que al ver las cosas tensas se había acercado a apaciguar la discusión, llevándose un buen golpe de Darius.
—¡Axel! —rápidamente la castaña, junto a las demás chicas fueron a la cancha—.
—Ivanov, a la dirección, y Sseini a la enfermería y luego a la dirección —ordenó el Bianchi mayor mientras se aguantaba la nariz ensangrentada—.
—Elenice y Dania, búsquenle hielo a Darius y luego llévenlo a la dirección, el golpe no fue muy grave —ordenó Nessa—. Cinara, acompáñame tú a llevar a Axel a la enfermería —miró a la pelirroja—. Ariadna, te encargo el resto a ti.
Llegaron a la enfermería para pedir asistencia, pero no había nadie, y las dos chicas llevaban a alguien que no quería ser atendido; era difícil.
—No hay nadie —dijo Nessa con voz de enojo y preocupación.
—Puedes ir a buscar a la enfermera, yo me quedaré aquí por si regresa alguien —comentó en tono pasivo Cinara—.
—Está bien —miró a su hermano— Pórtate bien y se amable.
—Sí… —le respondió de mala gana—.
Nessa salió a buscar a la enfermera, mientras Cinara sostenía a un extraño, aún para ella.
La sala blanca estaba llena de camillas; asombrosamente, esta enfermería estaba mejor equipada que una sala de hospital. Mejor, por mucho. Cortinas rodeaban cada camilla y justo al frente de cada una había una vidriera llena de medicamentos, vendas, sueros, todo en caso de emergencias.
—Verdaderamente no es necesario salir de la escuela, todo lo tiene —murmuró sorprendida la menor—.
—Claro, es una escuela demasiado importante, donde vienen adolescentes de todo el mundo. Es obvio que tengamos todo en caso de emergencias —dijo Axel con obvia razón. Cinara lo sentó en una camilla y empezó a observar sus heridas para ver si lo podía ayudar.
—¿Te duele? —le preguntó, palpando con delicadeza el área alrededor de la nariz—.
—¡No! —respondió en tono brusco, pero la mueca que hizo lo delató—.
—Por cierto, soy Cinara García —le sonrió—.
—Axel Bianchi —respondió cortante—.
—Vaya, a eso se refería Nessa… —murmuró para ella misma—.