-Bien, Dimitri, tu trabajo será limpiar toda esta biblioteca -señaló Axel alrededor.
Dimitri, Axel y Darius se encontraban en la segunda planta de la biblioteca, que estaba llena de polvo y telarañas.
-A las 5 vendré a buscarte -anunció el mayor mientras se iba junto con Darius para enseñarle su lugar de limpieza.
El ruso aparte de cumplir su castigo, también estaba aprovechando para investigar cada rincón de ella. Estante tras estante, patrón con patrón, hasta que... encontró un espacio peculiar entre el estante y la pared lateral. Era una zona bastante escondida, pero no tanto, era peculiar. Observando en el estante, solo uno de los libros tenía un símbolo, una letra al parecer; estaba escrito فتح, parecía árabe. Intentó sacar el libro en busca de pistas, pero en cambio este solo se desplazó activando un mecanismo. Miró rápidamente al techo y vio cómo un pedazo se separaba y de pronto se abría, sacando a su vez una escalera a gran velocidad. Le dio tiempo al ruso de echarse hacia atrás, viendo cómo la escalera caía contra el piso. Abrumado y sorprendido, miró con curiosidad. Puso su pie en la escalera y la movió para asegurarse de que podía subir; poco a poco y con cuidado, comenzó a hacerlo.
Luego de irse de la biblioteca, el Bianchi dirigió al Sseini al patio trasero, que justo daba a un bosque. Era un lugar poco transitado, por lo que estaba lleno de hojas secas y hierba crecida; parecía más una zona abandonada de la escuela.
-Bien, Darius, esta será tu área. Vendré a buscarte a las 6.
-Sí... -hizo una mueca, suspiró y se puso a trabajar, obviamente maldiciendo en voz baja al ruso.
Pero a pesar de su molestia, su alma de fotógrafo no pudo evitar percatarse de que en ese lugar podría salir una foto bella, gracias a la vista de los árboles, la posición en la que estaba y la sensación de tranquilidad que daba. Era el lugar perfecto para un aficionado de la fotografía como él. Supuso que en la tarde podría tomar una hermosa foto y que esta sería la que pondría en el cuadro.
Rony, Damian y Nessa se encontraban registrando el lugar, puesto que al tocar la firma "Iv" se abrió un pasadizo al cual decidieron entrar. Bien oculto, se encontraba una gran sala, al parecer de reuniones. Ese lugar tenía las paredes repletas de pinturas en blanco y negro, y fotografías con colores opacos y sin armonía entre ellos, arte que solo se vería bien en blanco y negro.
Justo en el centro había una mesa baja, de madera vieja pero aún fuerte y en buen estado, ideal para poner la taza de café o de té que no podía faltar en una reunión importante. Alrededor de esta se encontraban muebles acolchonados negros; se veían cómodos todavía, todo mirando al centro, todo en dirección hacia la mesa. Estaba bastante sombrío aquel lugar: daba inquietud y misterio, incluso impulsaba la curiosidad. En una esquina, había una pequeña librería.
-Es chocante que todos los libros estén en ruso-protestó Rony.
-Y los cuadros son... ¿extraños? -dijo Damian, pues, a pesar de que él veía los colores, los cuadros estaban completamente en blanco y negro.
-Al igual que las fotos... -informó Nessa.
-Como sea, ¿por qué este lugar parece una bendita sala de reuniones? -dijo el de ojos rojos.
-Imagino que en algún momento lo fue. Esta casa se construyó junto a la escuela y estuvo cerrada muchos años -dijo la castaña fijándose en la estructura- Supongo que este sitio fue, en especial, de algún ruso.
Damian la interrumpió.
-Miren esto -señaló la llave que encontró dentro de un libro que se encontraba sobre la mesa, esta tenía el escudo de un oso.
-Pues sí, le perteneció a un ruso, más específicamente a algún familiar de cierto cretino que se cree gallito de pelea -comentó mordaz la castaña, reconociendo que el escudo de oso le pertenece a la familia Ivanov.
Damian le dedicó una sonrisa socarrona y decidió molestar a su amiga.
-Deberíamos decírselo; seguro que él estaría encantado de ayudarnos.
-¡No! ¡Ni se te ocurra, Damian Bakker! -habló en tono serio, ganándose unas cuantas risas de los presentes.
-Qué cruel sos, Nessa -se burló Rony.
La castaña rodó los ojos y siguió explorando el lugar.
-¿Qué creen que abrirá esto? -preguntó Damian.
-Creo que ya sé qué, aunque no estoy muy segura... -la italiana se tomó un momento para pensar si era buena idea contarles-. El primer día, Elenice, Darius y yo encontramos en mi habitación, al lado de mi consola, un pasadizo. Cuando lo exploramos, encontramos una gran sala con habitaciones con distintos escudos en puertas. Aparecían los escudos de nuestras respectivas familias; no salían los apellidos, pero sí la forma y el animal. Viendo la llave, creo haber visto en una de las puertas un oso similar.
-¡Wow! Eso sí que es mucho que asimilar -dijo sorprendido Rony, pero en su voz también había un atisbo de miedo e interés-.
-Deberíamos ir e intentar abrir, al igual que decirles a Elenice y Darius sobre todo esto -propuso Damian-. Después de todo, mientras más seamos, mejor.
-Buena idea...
-Emm... chicos, creo que ya deberíamos irnos -sugirió Rony-. No sería bueno si alguien más nos encontrara en esta situación y se lo contara a alguien de la escuela.
-Si lo mejor será que en la madrugada regresemos aquí todos y tratemos de armar este rompecabezas -habló la castaña mientras jugaba con sus manos, cosa que no pasó desapercibida para Damian-.
-Buena idea, mejor ya vámonos.
El pelirrojo se encontraba explorando la cara oculta de la biblioteca. Mientras que la parte de abajo lucía ordenada y con patrones, la del segundo piso era un caos: estantes desalineados y libros en el piso. Eso parecía. Él intentó pasar entre los estantes y llegaba a callejones sin salida. ¿Era acaso un laberinto?
Finalmente pudo pasar esa parte, llegando al centro de él. Con la poca iluminación de unos focos en el techo, se podían ver escaleras conectadas a estantes, pasillos, "¿Otro laberinto?", pensó asombrado Dimitri.