Con tan solo un roce.

17

Las lágrimas caían de a poco en mi acolchada almohada, llenas de pesar y del recuerdo de aquel martirio que viví en la universidad.

Me besaste, me tomaste de la quijada con desesperación y plantaste tus carnosos labios sobre los míos, haciéndome delirar y  llevar al borde de la cordura. Fue fantástico, claro que lo fue.

Lo que no sabía es que, posteriormente mi amiga veía todo y que solo ejerciste aquel gesto para deshacerte de ella. Usándome a mí de por medio.



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En el texto hay: amor decepcion dolor juvenil

Editado: 09.10.2018

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