Sollocé con todas mis fuerzas, los alaridos que soltaba fueron oídos por mi madre quien fue auxiliarme. Lo que no entendía es que el dolor no era físico, sino emocional. Tú fuiste el causante de ello, rompiste mi corazón en trozos y los esparciste en donde mejor te pareció.
Acabaste con la ilusión que planteaba de ti...
De verdad pensé que estabas cambiando, que...
Me estabas empezando a querer.