Conciencia Negra - Escucha a tus muertos

Capítulo 1 - Visita Inesperada

Norman Berardi, cansado, al borde del agotamiento y sin pensar demasiado en la rutina, descendió de su descapotable negro después de pasar por dos rejas y un puesto de seguridad para entrar a su casa como cada noche. Confiaba en que sus medidas de seguridad, que eran bastante extremas y costosas, lo protegieran de cualquier intento delincuencial. Pero esta vez se daría cuenta de que sobreestimaba su capacidad de cuidar su territorio.

Luego de someterse el escaneo de retina, al detector de huellas, y de tipear la clave numérica, abrió la puerta y llegó al hall de entrada sin poder avanzar más de la sorpresa. La mujer, pelirroja, de tez muy clara, increíblemente alta y atractiva, estaba sentada en su sillón favorito, como si se tratara de una esposa, —que no tenía—, o de una amante —que últimamente eran muy poco habituales en su vida—, esperándolo para agasajarlo de alguna manera íntima. Ella llevaba el pelo recogido y un traje rojo entallado con una falda que revelaba unas kilométricas piernas enfundadas en unas botas negras tan altas que solo dejaban unos centímetros de piel expuesta. El atuendo parecía parte de su piel, sobre todo en el área de sus senos, que no necesitaban de un gran escote para lucir su prominencia. Sonreía con toda la cara, sin mover ninguna otra parte de su cuerpo. Norman, en contraste un hombre realmente pequeño y poco intimidante, pensó por un momento, en sacar su diminuta pistola calibre .28 del bolsillo, pero no estaba seguro del riesgo que corría, más allá de la intrusión.

—Tranquilo, señor Berardi. No he venido a hacerle daño, disculpe mi forma de ingresar, pero no podía permitirme su rechazo, soy muy sensible —dijo la intrusa haciendo un mohín con sus labios—. Por cierto, impresionante sistema de seguridad. Creo que han hecho un buen trabajo protegiéndolo. No de mí, llegado el caso, pero, no me preocuparía para nada, en el contexto.

—¿Quién diablos es usted?

—Puede llamarme Debra. Pero no se entusiasme en intentar conocerme, solo me quedaré lo suficiente para mostrarle esto.

La mujer extrajo su celular de la pequeña cartera que tenía a su lado y apuntó a la gran pantalla del TV en el salón. De inmediato apareció él mismo en un video, sentado en su suntuoso escritorio, mirando hacia la cámara.

—¿Qué clase de truco es este? Nunca hice ese video. De hecho, no me grabo jamás, no me gusta hacerlo.

—Cállese, y traiga palomitas. No me gustan los spoilers, así que… ¡Ups! Olvidaba que aún no sabe que usted mismo grabará esto, sorry. Mejor véalo.

El Berardi de la pantalla comenzó a hablar:

«Espero que veas esto antes de que sea demasiado tarde. No tengo tiempo, ni ánimo para darte… o para darme, por raro que suene, explicaciones, así que iré al grano.»

«No firmes la cesión de tu parte de Belacorp. Nada resultará como te dijeron si lo haces. Sé que no entiendes nada en este momento, apenas lo hago yo. Pero si firmas… terminarás haciendo lo que verás ahora mismo.»

—Este es un truco barato. La firma de ese contrato es un hecho. Y usted debe saberlo.

—Así es, pero usted no está de acuerdo. Y sé los motivos, así que ahórreselos, solo quería que eche un vistazo a su futuro más cercano.

En el video, Berardi toma un periódico y lo muestra a cámara. Es la portada del sábado próximo, para el que aún faltan 5 días. Luego extrae su revolver del cajón, el mismo que casi saca al ver a Debra, lo apoya en su sien y se dispara. El video termina unos segundos después de que su cabeza caiga a plomo en el escritorio, en medio de un mar de sangre.

Norman se tomó la boca, horrorizado. Debra parecía disfrutar del momento, aunque ahora estaba seria.

—Dígame que no lo pensó, Norman. ¿No es este un final casi anunciado a lo que da vueltas en su cabeza?

—Norman no salía de su asombro. Nunca quiso vender su parte de la compañía que ayudó a fundar y fue siempre su mayor orgullo, pero en los últimos días, veía como esa decisión que debía tomar, ya no era suya.

—No tiene que responderme nada, le dije que lo sabía todo, aún lo que pasa por su pobre cabeza ahora mismo, antes de que explote, literalmente, así que tome esto como una sana advertencia.—Usted viene de parte de estos mafiosos, lo sé, pero se están excediendo…

—No, por favor, vea bien el video, las veces que sea necesario. Le aseguro que ellos no tienen nada que ver. Ni yo con ellos.

—Y solo para mostrarme esto se metió en mi casa? Acaso será usted la que me obligue a suicidarme?

—No, en absoluto. Vine porque le traigo una oportunidad de solucionar este problema. Pero sigue dependiendo de usted. —Debra se acercó a Norman y lo tomó de la solapa. Invadió con su delicado perfume su espacio y por un momento parecía que lo iba a besar, pero solamente acercó los labios a su oído para hablar en susurros—. Busque en su bolsillo, sea discreto. Lo observan, lo escuchan, lo vigilan todo el tiempo.

Norman tenía una confusión que iba del miedo a lo hormonal. Iba a responderle o a seguir preguntando a Debra sobre toda esa locura, pero únicamente pudo balbucear un “de acuerdo”. Mientras ella cruzaba la sala hacia la puerta bamboleándose como una modelo de Victoria Secret. «Tal vez lo sea» pensó, pero sin querer perder un segundo más, metió los dedos en su bolsillo. De allí extrajo una tarjeta que decía “MAX BAKER — RESOLUCIÓN DE ASUNTOS DELICADOS", seguido de un número de celular. Tuvo ganas de sonreír por lo bizarro y pretencioso de la presentación del duelo de esa tarjeta, pero quizás si esta increíble mujer no se lo hubiese recomendado, hubiera tirado el cartón. Se quedó viendo el video que había quedado reproduciéndose en loop en su TV. Observó una vez más como explotaba su cabeza y lo apagó. Pensó que a pesar de lo extraño de todo eso, aún podía llegar a tener una salida.



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En el texto hay: misterio, crimen, amor

Editado: 05.07.2022

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