Conciencia Negra - Escucha a tus muertos

Capítulo 5 - No llores por mí, Samanta.

La situación en la casa de Edith era muy diferente a la que imaginaba su sobrina, ya que sus preocupaciones eran mucho más mundanas y tenían que ver con lo emocional. En realidad, la mujer permanecía arrodillada junto a la ventana, y con sus manos atadas a la espalda. Un hombre  de ropa oscura, sin máscara, pero con una gorra de lana que tapaba la mayor parte de su cara, se hallaba parado a su lado, apuntando una enorme pistola con silenciador a su cabeza. Ahora que había cortado, Edith comenzó a sollozar pensando en que aún podía morir sin saber a dónde habría enviado a su sobrina, cuando le recomendó ir a ver a ese hombre por orden del sicario que tenía a su lado. El mismo que ahora acababa de enviarle el contacto desde su propio celular. Estuvo a punto de decirle que era una trampa, no temía tanto por su vida como por la de su sobrina, pero tenía la esperanza de poder estirar la situación y de que alguna manera Sam se diera cuenta de que estaba siendo coaccionada. No entendía realmente porque esa gente estaba ensañandose con ellas, ni por qué las habían buscado. Sabía que no era al azar, obviamente, pero se le escapaban los detalles.

—¡Muy bien, “tía”. Fue lo mejor que pudo hacer por su querida Samanta. —dijo el tipo con tono jocoso. No parecía desagradable, de hecho por eso mismo fue que ella no se sintió desconfiada cuando él se le acercó en la puerta de su casa para pedirle la dirección de una calle. Antes de que ella pudiera comenzar a explicarle, él la había tomado por la cintura, era realmente menuda, e ingresado con ella a la casa para maniatarla.

—Ahora ya puede matarme, pero antes dígame a dónde la enviaron, qué esperan que haga, o si acabará muerta… Por Dios, ¡es muy joven y una buena persona!

El tipo largó una carcajada.

—¿De verdad cree que perdonamos a las personas por ser buenas? ¿Tiene idea de por qué estoy haciendo esto? —Edith negó con la cabeza—. Exacto, no tiene ni puta idea, así que lo ideal sería que deje de pedir lo que no le puedo dar, ¿me entiende? Guarde algo de dignidad.

—¿Ella estará bien? Supongo que si la quisiera muerta hubiese ido a buscarla en lugar de a mí.

—Me agrada como piensa, Edith. Así es, a la buena de Samanta le espera una temporada algo compleja, pero seguramente mucho más entretenida que estar buscando empleo mientras mima a su gato. No puedo decirle si va a morir pronto. Eventualmente, todos lo hacen, así que no puedo prometérselo, pero la señorita Clay pasa a ser un activo valioso, al que debemos proteger. Por lo que todo lo que le resta por hacer, es una plegaria para que Max la reclute, de lo contrario...

—No, por favor, si es un trabajo de verdad, ella tiene capacidad...

—Si bueno, yo se preocupe tanto por ella. Comience a rezar.

El hombre enguantado levantó su arma. Edith cerró los ojos e intento una plegaria silenciosa. E ruido sibilante del disparo la interrumpió aunque no alcanzó a procesarlo antes de que entre a su cabeza. Cayó con un agujero en su frente. El asesino tomó el cuerpo antes de que comenzara a perder sangre y lo llevó al garage. Debía evitar dejar rastros y permitir que se convenciera de que su tía se había tomado unas largas vacaciones en un lugar en el que no pudiera comunicarse. No le había mentido a esa mujer, Clay era un activo valioso y no querían demolerla emocionalmente con la muerte de su tía, aunque se hiciera inevitable.

 



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En el texto hay: misterio, crimen, amor

Editado: 05.07.2022

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