Al regreso, Sam estaba hecha una furia, pero intentando contenerse para no perder los estribos con su jefe y terminar siendo eyectada del auto de una patada. Ya habían sido suficientes sobresaltos y despliegues físicos en el día. Además, se dio cuenta de que Max no era el mismo desde que subió al edificio y tuvo esa experiencia previa a su llegada, que casi le cuesta la vida. Su sonrisa se había ocultado debajo de un semblante que parecía lleno de angustia y preocupación.
—¿No vas a decirme de una vez a quién le gritabas, allá arriba? —increpó, visiblemente alterada. Max puso cara de no entender a qué se refería, intentando una vez más no parecer preocupado.
—¿Cómo dices? Oh, sí, fue a mi difunta esposa. Cada tanto veo su fantasma y me desquito insultándola cuando intenta suicidarse. Eso se repite cada tanto. Es catártico.
—¿Así murió? ¿Se tiró de un edificio?
—No exactamente.
—Está bien, si no quieres hablar, lo entiendo. Es una pena, porque si lo hicieras, contribuirías a informarme sobre el caso, aunque sea doloroso.
Max resopló, se lo veía agotado, o superado por la situación. No sabía si estar enojada con él o mantenerse piadosa.
—Discúlpame, ya entenderás de verdad por qué no quiero hablar del tema. No al menos por ahora, pero en su debido momento lo sabrás.
—¿Qué pasa con ese lugar? Me hiciste salir de ahí muy rápido, ¿comprobaste, después de todo, si era el mismo en el que se filmó el video?
—Así es, pero no sirvió de mucho, a menos que… —dijo quedando en silencio otra vez.
—Creo que voy a renunciar muy pronto si tus lagunas mentales me excluyen tan seguido. ¡¿A menos que QUÉ?!
Max se sobresaltó.
—Creo que ya no importa. Me curaste el hipo.
—Ok, comencemos un brainstorming: Berardi debe tener un gemelo. —arriesgó, como si estuviesen en un juego de trivia.
—Eso suena a "El hombre de la máscara de hierro". Las segundas partes nunca fueron buenas.
—Bueno, estoy aportando ideas, cosa que no te veo hacer.
—Un gemelo suicida del que el original no tenía noticias, y que se mata para que su hermanito no pierda su fortuna. Brillante. Al menos me das las ideas precisas para descartar sin dudar.
—Lo lamento, no pienso del todo bien, bajo presión. Te recuerdo que acabo de pasar por una experiencia bastante traumática.
—No voy a decirte que el “bajo presión” sobra. Pero olvida al gemelo. Y trata de aceptar que puede haber algo más.
—¡Ay Dios!, ¿algo más como qué? ¿Cómo puedo ayudarte si no tengo idea de lo que estamos hablando?
—Samanta, es importante que tengas la mente muy abierta para ciertas cosas. Necesito que seas mi cable a tierra y que le veas la lógica al asunto. Bueno, no de la clase de lógica que exhibiste recién, pero algo que encuadre en la sensatez.
—Está bien, ya entendí. La próxima vez pensaré dos veces antes de hablar.
—No puedes ir contra tu género.
Sam abrió la boca muy grande, exagerando su reacción al comentario ofensivo.
—¡Dinosaurio! Avísame cuando termines con los chistes machistas. Si Berardi no es un fantasma encerrado en un video, ni un efecto especial, ni un gemelo, ¿qué es?
—Un blanco potencial.
Max le extendió la foto que le dejó Yanel. Sam la observó con incredulidad. En ella aparecía Berardi muerto en el sillón de su mansión, con la pistola colgando de su mano.
—¿Y esto qué es? Ya que estamos nombrando películas, se parece a "Back to the future". ¿Ahora irá desapareciendo de la foto a medida que hagamos algo?
—No importa lo que suceda en la foto, sino quien la haya tomado. Eso todavía no sucedió, y creo que tenemos algo de tiempo para evitarlo.
Al aproximarse a la mansión, Max fue todo lo sigiloso que pudo en su vehículo. Les llamó la atención que el vigilante no estuviese en el puesto de control. Notaron la presencia de una camioneta negra en el exterior. Max bajó y se acercó agachado hasta la cajuela. La abrió y extrajo el rifle del francotirador que asesinó a Landers. Lo apoyó en la tapa otra vez cerrada. Por la mirilla veía hacia el interior de la casa. En un extremo estaba Berardi, viendo unos papeles en un sillón. En el otro aparecía un hombre armado que se disponía a atacarlo. A los pocos segundos, disparó a través de la ventana y derribó a uno de los atacantes dentro de la mansión. Lo hizo justo un momento antes de que intentara disparar a Berardi por la espalda. Siguió apretando el gatillo contra dos hombres más que estaban a punto de ingresar a la finca, que en seguida se pusieron a cubierto y respondieron al fuego enemigo. Sam se hizo un bollo debajo de su asiento, luego de que dos proyectiles pasaron muy cerca del vehículo. Hacía minutos estuvo a punto de caer de un balcón y ahora esto. ¿Qué parte no entendía la gente que ella era una simple analista?
Los hombres fueron desplazándose hacia la camioneta que vieron a la entrada. Max logró darle a uno en la cabeza, que cayó sin emitir sonido. Cuando el otro se fue una vez que alcanzó el rodado, dio por finalizada su tarea de francotirador y se incorporó, pero con el rifle aún en la mano. Abrió la puerta del y ayudó a Sam a salir. Se veía aterrada.