Max no pudo evitar regresar a la oficina abandonada en la que se filmó el video del científico suicida. Pero la verdadera razón no era ahondar en la verdad de la muerte del empresario, sino en dilucidar que clase de aparición fue la de su exesposa en ese lugar y a quien debía apuntarle por el truco. Antes de que pudiera pensar siquiera como seguiría escarbando hasta llegar al fondo del asunto, la mujer espectro apareció a sus espaldas, una vez más.
—Mismo sitio, mismo día, ¿están tocando nuestra canción?
—Aún no logro que me causen gracia tus apariciones. Me gustan los enigmas, pero todo esto lo veo morboso —dijo Max sin mostrarse realmente sorprendido.
—Tarde o temprano, comprenderás los motivos para que todo se dé de esta manera. Eres muy inteligente, te conozco. Y las emociones no podrán derrumbar tu capacidad de análisis.
—¿Vas a decirme que pasó de una vez, o quieres seguir jugando a las escondidas y adivinanzas?
—Por otra parte, la paciencia nunca fue una de tus mejores virtudes. Es raro verte solo, ¿qué paso con tu pequeña aprendiz?
—¿Celosa? ¿Quince años no es demasiado para eso?
—Puede ser, pero ya ves, para mí no fueron tantos. Es una de las tantas cosas que deberás descifrar.
—¿Qué viene ahora, me darás una pista misteriosa y a saltar por el balcón otra vez?
—No. Vine sólo para decirte que ya no tiene sentido que sigas con la asignación.
—¿Y eso por qué? ¿Trabajabas con Landers a mis espaldas también?
—No. Pero la mujer a la que tienes que investigar… no sabría si decirte “está a salvo” precisamente. La realidad es que la tiene “La Ferretería” y actuarán sobre ella, pero al margen de que no haya nada que puedas hacer, tampoco es malo para tus propios intereses lo que está sucediendo.
—¿Y con eso debería alcanzarme para no hacer nada? ¿Qué sabes tú de mis intereses? Demasiado fuera de mi vida como para estar al tanto, cariño.
—De acuerdo, seré más específica: Conciencia Negra se está ocupando de tu mujer perdida. Pero en un sentido positivo. La está utilizando para almacenar información valiosa. Y tampoco le quitará la suya, sólo hará parecer que así es, intentará que el director crea que la está manipulando como de costumbre, hasta vaciarla, pero no será así.
—¡Qué sorpresa! ¿Qué pasó? ¿A partir de ahora es “Conciencia Blanca”?
Yanel largó una sonora carcajada.
—Todavía me causa gracia ese estilo tan básico de humor idiota que tienes. No puedo evitarlo. —hizo una pausa para mirarlo con mayor seriedad—. El viejo lleva su propia agenda. El director piensa que lo tiene a su servicio incondicionalmente, pero nada más alejado de la realidad. Eso no lo convierte en una blanca paloma, pero aquí y ahora, créeme que no hace falta que te metas en esto.
—¿Y por qué debería creerte? ¿Qué ganas con esto y que gano yo si no hago nada?
—Ganarías tiempo. Y de paso, no perjudicarte. Que me creas o no, es un problema tuyo. —se acercó lentamente, rozando un brazo con su dedo, yendo hacia su hombro—. ¿Por qué te haces el duro? ¿Ya no me quieres?
El celular de Max comenzó a vibrar. Apareció el identificador con la imagen de Samanta.
—Bien, parece que tu chica está en apuros. Hasta pronto.
Yanel comenzó a retirarse, Max pudo haberle pedido que se quede , pero decidió atender a su compañera, era importante que más allá de las sorpresas que recibía a cada momento y atentaban contra su estabilidad emocional, pudiera atender sus prioridades.
—¿Qué pasó?
—¿Resumiendo? Nada que nos sirva. —dijo Sam notoriamente alterada del otro lado de la línea—, Bárbara Dahl sigue desaparecida. Entrevisté a su esposo y la desconoce, al igual que toda su familia. No figura en ningún registro. Me la pasé verificando los datos que nos dejó Landers en el video, tal como me lo pediste, pero todavía no le veo la utilidad.
—Está bien, ya no importa.
—¿Cómo que ya no importa? ¿Qué quieres decirme con eso?
—Hay veces que no es necesario que lleguemos al fondo del problema, ni depende de nosotros. Las cosas simplemente evolucionan como si estuviesen en otra dimensión.
MAX sacudió su hombro, en el que había algo adherido. Se dio cuenta de que se trataba de una tarjeta de memoria. Era obvio que Yanel se la había dejado “de regalo” en su visita.
—Juro que quiero entenderte. ¡Pero me pones a prueba demasiadas veces!
—¿Te preocupa quedarte sin trabajo? Te asombraría lo fácil que surgen las oportunidades laborales en nuestro rubro.
Max revisó en su notebook la tarjeta de memoria, sin sonido por el momento, para que no interfiera con su llamada con Sam. En la misma Landers iba mostrando imágenes en las que aparecía la supuesta hija poseída del Intendente Rossi. No la muñeca que la suplantaba, desde ya.
—Reconozco que me cuesta más que nunca saber en quién o en que creer.
—Si tu problema es la fe, creo que tenemos una oportunidad para redimirte, Samanta Clay. Prepara una maleta, y mandemos todo al carajo.