De repente, las cosas comenzaron a cambiar.
Una noche, estaba sentada afuera, tomando un poco de aire. De pronto, Lucino se acercó lentamente. Mi corazón tembló. Los nervios se hicieron presentes.
—¿Puedo? —dijo, apoyándose en una casilla de gas. —Sí —respondí. —¿Qué haces acá sola? —Nada… tomando aire. ¿Y vos? ¿Cómo están tus cosas?
—Mal. No pueden estar peor. —¿Qué pasó? Si puedo saberlo… —Sí, claro. ¿Viste a mi novia? —Sí. —Está todo el día con su amigo Gerardo. Lo prefiere a él. Ya no doy más. Hoy la invité a caminar y a tomar un helado. Me dijo que estaba cansada. Que se sentía mal. Llegué para ver cómo estaba y me los encontré a los dos, riendo y abrazados. Se hicieron los desentendidos. Ella solo dijo que se iba a acostar. Que me fuera y volviera después. Y bueno… acá estoy. Con vos. Compartiendo un buen momento.
—¿Y qué vas a hacer? —Nada. Mañana volver. —¿Qué se siente estar enamorado?
—¿Por qué lo preguntas? —Perdona… no te ofendas. Pero vos estás muy enamorado de ella, ¿no?
—Sí. Es hermoso… pero se sufre mucho, en serio. ¿Y vos? ¿Te enamoraste o estás sufriendo por alguien?
—Te pregunté qué se sentía estar enamorado porque yo también sufro por alguien imposible.
—¿Qué tan imposible?
—Mucho, creo. Él está muy enamorado de otra persona…
—¿Sabes algo? Siempre hay una esperanza. Y siendo vos… qué tonto sería si te deja escapar.
De pronto, una voz interrumpió:
—¡Brisa! Subí, ya es tarde. Nos vamos a acostar —gritó Milena.
—Ok, ya voy.
—Bueno, hermosa… fue un placer hablar con vos. Me alegraste el mal día. Cuídate mucho, preciosa. Que descanses.
—Gracias, igualmente. Que descanses.
Me sonrió con dulzura. Y antes de perderse entre sombras, dijo:
—Gracias por escuchar a este loco. Quién sabe… quizás sueñe con vos.
Desde esa noche, comenzamos a acercarnos cada vez más. Ya nada era igual. Él no quería ver a su novia. Prefería charlar conmigo. Pasaba más tiempo en el pasillo a mi lado que en la casa de ella. Pero la familia de su novia no quería que se separaran. Y mientras el mundo nos miraba, nosotros fingíamos que nada pasaba.
Solo nuestras miradas sabían la verdad. Cuando yo pasaba cerca, él me miraba como si el tiempo se detuviera. Aunque estuviera con ella. Aunque todo fuera más complicado de lo que parecía.