Condenado a ella

Las conocí

 

 

Me decía a mí mismo, que este día no podía ser mejor, hasta que en la cafetería que me encontraba desayunando, pude reconocer a Sofía, una vieja compañera de clases y buena amiga, de verdad que el mundo es pequeño. Me logro ver y se acercó, me saludó, se sentó conmigo en la mesa, hablamos un buen rato, nos reímos un montón, hasta recordamos viejos tiempos y luego llegó la verdadera conversación:

― ¿Y estás saliendo con alguien?

Respiré hondo, esta ha sido una pregunta fuerte de parte de ella, ya que siempre me ha gustado, ya que es sencilla, cariñosa, por su pelo largo, su cara de ángel, son cualidades que están dentro de mi renglón de mujeres ideales.

― Bueno, aun no.

Le contesté con una sonrisa en el rostro y le devolví la pregunta:

― ¿Y tú?

― ¿Yo?, todavía no he encontrado el hombre indicado, tal vez Cupido no ha tenido tiempo para mí o solo el destino esperaba el momento indicado, el lugar preciso y la hora perfecta para una cita.

Wao, que indirecta más directa, fue un golpe directo, desde que comenzó hablar no le he apartado la vista de sus ojos color cafés, nunca me ha gustado el café, pero me atrevería a vivir una vida eterna ahogado en su mirada, rodeado de sus ojos, drogado con su vista mortal. Seguía en shock por la respuesta que me había dado, pues entendí inmediatamente su indirecta, entonces propuse:

― Como no hay nadie quien nos cele, podemos dar una vuelta por el parque y ver mejor esta ciudad tan maravillosa, ¿Qué te parece?

― Hoy termino a las 8:00, ¿me pasas a buscar?

― Claro que sí.

Se despidió y siguió haciendo su trabajo, ya que era mesera de la cafetería. Me había dejado encantado, me parecía que no tocaba el suelo, que estaba volando, y dicen que la felicidad la hace el dinero, mira cómo estoy y cómo se puso ella solo invitándola a un parque, la felicidad se logra en las pequeñas cosas que te hacen sentir bien. Voy a decirme de nuevo esta frase, “este día no podrá ser mejor”.

Llego a la casa muy contento, abro la puerta y grata sorpresa, estaba mi tía en la casa, la madre del primo con el cual vivía, resulta que ella iba de viaje y necesitaba de alguien que le cuidara tanto la casa como del vehículo, como mi primo era cabo de la policía no tenía tiempo para eso, pues solo estaba yo dentro de las opciones, entonces ella me preguntó:

― ¿Puedes quedarte en mi casa hasta que regrese?, solo serán algunas semanas.

Miré a mi primo a ver si me hacía alguna seña, y con su cabeza me dio la señal de que estaba bien.

― Pues con mucho gusto le prestaría mi servicio tía.

― Saldré mañana temprano, si quieres nos vamos hoy y te doy todos los detalles que deberás seguir, más algunas cosas que hay que tomar en cuenta.

― ¿A qué hora nos vamos?

― Vete y arregla tus cosas.

No perdí tiempo, me dirigí a mi cuarto a empacar mis cosas, estaba tan emocionado que no podía creer tantas cosas juntas que me estaban sucediendo, esto me ayudaría en muchas cosas, tanto a que debo visualizarme en mi casa propia y a las responsabilidades grandes.

Inmediatamente terminé de empacar, me despedí de mi primo y me fui con Sandra mi tía. Nos montamos en su Ford Mustang, haciéndoseme imposible preguntar:

― ¿Este es el vehicula que me dejará a mi cargo?

― Así es sobrino, me imagino que sabe muy bien conducir.

― Por supuesto, aprendí con mi padre, en su camioneta de buscar víveres.

― Claro cómo no aprender con ese viejo cacharro de Fernando, pues mira, te la voy a dejar llevar a la casa, pero primero tengo que pasar por una tienda a comprar algunas cosas, desde allí tú manejas.

― Esta bien tía.

― Además tengo que ver cómo me vas a tratar a mi bebé.

Espero no defraudar a mi tía, ella es la hermana más pequeña de mi madre y un buen ser humano, siempre ha apoyado a la familia en momentos de crisis, a pesar de ser la pequeña. Sin demora llegamos al lugar donde nos dirigíamos a la tienda “Hermosas”, mi tía Sandra me invitó a entrar para que no me quedara solo en el vehículo, con mi pecho erguido iba al lado de ella, lo hacía porque este es un lugar de chicas y era muy extraño ver a un hombre en estas sucursales.

Sandra fue directamente al local de su preferencia a buscar vestimenta, mientras que yo me quedaba afuera como un guardaespaldas, después de unos minutos logro ver esta señora de vestido azul con bordes de flores y rodeada de tres hombres bien ensacados, cuando se encontraba lo bastante cerca me di cuenta que era la señora dinero, miré de un lado a otro buscando esconderme, al no encontrar tuve que entrar al local donde se encontraba mi tía teniendo en mente que no iba hacia ese lugar, para mi mala suerte me equivoqué.

― Señor no puede estar aquí adentro.

Me dijo esto la supervisora del negocio. Todo nervioso entre la espada y la pared no encontraba palabras para responderle, justamente entró la señora Scarlet, notó mi presencia y sorprendida preguntó:

― ¿Y qué haces aquí?

― Hola señora nuevamente




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