Condenado a ella

Ocupado

Hoy es el gran día, todavía Sandra no se había ido, así que, me despedí de ella para irme a mi trabajo, al verme con mi atuendo, me detuvo y me preguntó:

― ¿A dónde crees que vas con esa ropa?

― A trabajar.

Con una risa burlona me dijo sarcásticamente:

― ¿Pero no es para la G´COUNT que vas a ir, verdad que no?

― Tía no se burle que es lo mejor que tengo.

― Como mi vuelo es a las 9:00 am, me da tiempo de llevarte, ¡vamos!

Tenía puesto una camisa de cuadros mangas largas, un pantalón fino negro y unos zapatos negros, como no tenía saco, esta es mi mejor vestimenta. Mi tía se terminó de beber un café y como yo no me desayuno muy temprano nos fuimos.

No conocía muy bien todavía esta gran ciudad, pero sentía que este no era el camino hacia la empresa, todo me quedó más claro cuando entramos a una tienda. Entonces miré a mi tía y luego le pregunté:

― ¿De verdad tienes que hacer esto ahora?

También me mira con una sonrisa, sentía que esta era diferente a la de esta mañana, se desmonto y me dijo:

― Ven desmóntate, que luego me agradecerás.

No sé de qué me hablaba, aunque algunas ideas me llegaban a la cabeza. Entramos en un local de vestimenta para hombres, pues ya me había confirmado mi idea y como todo inocente pregunto:

― ¿Tía no se habrá equivocado de local?

― ¡No!, aquí es a donde quería entrar, ahora mídete uno de esos sacos negros y toma tres corbatas, al lugar donde vas necesitas estar muy formal.

Ella asumió una postura firme, de cierto modo eso me gustaba, ya que en el área donde no es mi fuerte soy como un pez fuera del agua. Me encanta aprender, pero el caso no es aprender, sino el recurso que no tenía, por lo tanto, me tengo que valer de mi tía.

Salimos de la tienda bien surtido, aunque mi reproche venía:

― Estos vestuarios solo te funcionarán para un día y los sacos para hasta una semana, así que, te toca completar tu vestimenta con el sueldo de tu nuevo trabajo, porque seas pobre no significa que vistas abandonado.

― Si tía, gracias por todo.

Llagamos a la empresa, me dejó y luego se fue despidiéndose con un beso, además me deseó suerte. Me encontraba al frente de la G´COUNT, respiré hondo y luego dejo salir la respiración despacio, hasta que decido entrar. No acababa de entrar bien hasta que encuentro a la señora dinero que venía hacia mi dirección, se movía con gran prisa, me logra ver a distancia y a la vez hace una señal con su mano a que fuera más rápido. Cuando llego a su encuentro me dice desesperada:

― Ábreme la puerta del vehículo, entra y llévame a una reunión, hazlo lo más rápido y prudente posible.

― Sí señora.

Le abro la puerta trasera del Audi Q5 negro que estaba al frente de nosotros, luego me detengo unos segundos delante de la puerta del conductor, ya que no podía creerme esto, bueno de una vez por toda entro al vehículo. Me acomodo en el asiento del conductor, pongo las manos en el volante, haciéndoseme inevitable sacar una sonrisa, la cual fue interrumpida por una aguda vos:   

― ¿Cuándo piensas arrancar?

Dijo Scarlet con su mirada distraída en el celular. Pues con rapidez introduzco la llave, le doy media vuelta, suelto el cloche y piso el acelerador. Luego me alaga con su orgullo aún más alto:

― Por cierto, te ves bien en ese traje, más te valió que viniste así, esa es la vestimenta que debes usar.

― Gracias señora; ah verdad, hacia dónde vamos.

Con sinceridad, no me gustaba andar ensacado, se siente muy cargado, aunque es la mejor formalidad que hay. Por otra parte, la señora dinero me manda una dirección por mi correo electrónico, la abro después de recibir sus instrucciones me dirijo hacia dicho lugar. Como no sabía dónde quedaba, he puesto Google Maps, estando a punto de llegar, la señora me dice:

 ― Hoy decidí venir sin guardaespaldas, así que, tú serás mi guardia personal por ahora, ya sabes, nadie sospechoso que se acerque.

― Como usted diga señora.

― Cuando estamos a solas me pude decir Scarlet.

― Esta bien… Scarlet.

Podía ver con el espejo central, cómo sonreía, aparte de mirarme fijamente, pareciera que yo era su comida y que tenía hambre, a pesar de ser tan bella daba miedo, por suerte no abusa de su autoridad para engatusarme, como hombre soy débil, pero sé lo que quiero y eso debe hacerme fuerte. Mi mente parecía un rin de pelea, donde peleaban el deber y el querer: el deber era dirigido por el amor, mientras que el querer era sostenido por el placer y otros sentimientos que se creen dominantes.

Solo mi belleza le ha cautivado, espero que no encuentre otra motivación o estaré acabado, mejor dicho, enredado.

Llegamos al punto de la reunión, me estaciono, luego me desmonto rápido para abrirle la puerta a la señora, me pasa su mano y me imagino que es para que la ayude a bajar, pues así era, cierro la puerta y meneando su pelo me pregunta:

― ¿Esto lo haces por educación o por trabajo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.