Condenado a ella

La experiencia

 Daniel

― ¡Al suelo!

Me lancé sobre la señora Thomson, la metí debajo de la mesa, hice todo eso desde que escuché el disparo. Ella muy preocupada preguntó:

― ¿Qué está sucediendo?

― Se inició una discusión y se fue a mayores.

― Actuaste rápido, ¿acaso has tenido experiencia cuidando personas?

― Si, protegí a una vecina de un toro.

― Interesante experiencia.

La situación no parecía calmarse, así que, saqué el arma, le hice seña a la señora que no saliera, mientras que yo me puse a asechar para ponerme al tanto de lo que acontecía.

Noté que todos habían salido, excepto una pareja, los cuales se acercaban armados hacia nosotros, creo que esto no es un simple robo. El hombre venía por la derecha y la mujer por la izquierda, entonces el hombre logró verme, disparó sin reserva, logré evitar que las balas me impactaran, fue cuando me di cuenta que no será fácil salir de esta.

Scarlet estaba súper nerviosa, yo por otra parte no lo estaba, ni lo debía estar o esto iba acabar para nosotros. Me puse a recordar cuando cazaba guinea con mi abuelo, que decía “Si vas a cazar, debes encontrar la debilidad de tu presa, ahora bien, si eres al que van a cazar, debes encontrar las ventajas que tienes, para enfrentar a tu adversario”, creo que esto me ayudará.

Miré todo mi alrededor y planeé una forma de ataque. Envolví en un mantel una silla y la tiré a la izquierda de la mesa, como esperaba, ella creía que era alguien y disparó varias veces, momento que aproveché para girar la mesa volteada hacia la derecha y le disparé al tipo en el hombre de su mano derecha, mientras que la mujer comenzó a dispararle a la mesa para tratar de arrinconarnos, yo salí por unos de los laterales con un medio giro por el suelo disparándole en los pies, esto no la detuvo, siguió disparándole a la mesa, al parecer su objetivo era la señora Thomson. El hombre estaba agonizando del dolor, le pegué un golpe en el rostro, le tomé el arma y a la mujer que al parecer se le gastaron las balas, le pateé la pistola de la mano, en ese instante llegó la policía.

Antes de que me dijeran que levante las manos, caí desmayado, sentía en el pecho dos calientes insoportables.   

Cuando desperté estaba en la ambulancia, me estaban dando alcohol para que oliera, lo primero que pregunté fue:

― ¿Qué me sucedió? Y ¿dónde está la señora Thomson?

― Señor, ella está bien, usted fue impactado por dos balas, pero no le sucedió nada, gracias a que tenía un sofisticado traje-chaleco, este lo protegió de las balas.

― ¿Traje-chaleco?

― Es un modelo que se creó para asuntos encubiertos, además es muy caro poder conseguir uno de estos, fue suertudo.

No entiendo, cuándo me puse ese chaleco antibalas, bueno, eso no es el caso ahora, necesito saber cómo está mi jefa, así que, me levanté de la camilla y salí a buscar a la señora.

Ahí la vi, afuera de la ambulación hablando con un policía, giró y me pudo ver, no pudo resistir las ganas y se me fue encima, me abrasó fuerte, con voz confortante dijo:

― Sabía que ese traje te salvaría algún día.

Acojo su abraso, ignoro sus palabras y le pregunto:

― ¿Cómo estás?

― Estoy bien gracias a ti, no sabía que podías hacer todo eso.

― ¿Quiénes eran esas personas?

― Por lo que parece, fueron contratados para matarme.

― ¿Tanto te odian para hacer eso?

― ¿Por qué crees que te di el arma y mandé a poner el chaleco así?

― Y no me consultó, eso es decepcionante.

― Lo importante es que estás bien, que estamos bien.

Después de todo esto nos fuimos a la empresa, ella quería seguir trabajando, es una mujer dura, por lo menos eso aparenta, no quiere demostrar debilidad. Este suceso salió por las noticias, así que, todos se enteraron, lo interesante es que la señora mandó un mensaje a quien fue el culpable de este atentado, frente una cámara de los reporteros dijo, “Esto no me va a quebrar, al contrario, me va a dar más fuerzas, y tú que me mandaste hacer esto, prepárate, te voy a hundir en la cárcel”.

Más claro no podía estar este comunicado.

Fui a un lugar del edificio que es solo para visitas, encontré algunas bebidas alcohólicas, pues no sé mucho de bebidas, pero sabía hacer un vodka Madras, entonces para compensar lo sucedido, quise llevarle algo a la jefa. 

Ya era súper tarde de la noche y la señora aún seguía haciendo algunas cosas en la oficina, entonces fue cuando llegué con la bebida, me cansé de llevarle café. Se extrañó de ver que yo le llevaba una bebida tan fuerte:

― No me gusta beber sola.

― No puedo beber, recuerde que voy a conducir.

― Es solo un trago, después de esto nos vamos.

― Esta bien Scarlet.

Me devolvía a buscar un trago para mí, resulta que antes de salir de la oficina me detiene diciendo:

― ¡De este podemos beber los dos!




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