Condenado a ella

El amor es una guerra

Entre sueño escuché que tocaban la puerta, me desperté y vi que Lucia seguía dormida, entonces me dirigí a la entrada, antes pasé a ver a mi padre que aun dormía, y vuelvo a escuchar el sonido de la puerta, hasta que al fin me dispongo abrir la puerta, pero se me ocurrió preguntar primero:

― ¿Quién es?

Mirando por la mirilla, no logro ver ni oír a nadie, me quedé un momento pensando, bueno, luego me dio curiosidad y la abrí.

Había en la puesta, un florero muy bonito, el cual estaba envuelto con una linda bufanda. Miré de un lado a otro y no había nadie, pues tomé mi florero y lo entré. En unas de las flores había una nota que decía: “Tu belleza es tan sublime, que las flores te ven y gimen, ya que no hay otra que se compare con tu filosofía, y encontrar a alguien que acapare tu membrecía, sería encontrar tu infinitud, mi querida Sofía, este solo es el inicio de un gran día”.

Si que sabía cómo levantarme el ánimo. Después, me fui a bañar, hice el desayuno, me despedí de papá y me dirigía al trabajo, cuando salía del departamento, veo este carro que se me hacía familiar, delante de mí, alguien sale y abre la puerta, nada más y nada menos que Daniel.

― ¿La llevo señorita?

Me dijo con su cara seria.

Me le fui encima, dándole un fuerte abrazo, luego un beso y lo volví a abrazar, diciéndole:

― Gracias.

Hasta que entramos al carro. No quitaba mi mirada de él, se ha dado cuenta y me pregunta:

― ¿Acaso se me ha quedado un poco de jabón en la cara?

Riéndome le he respondido:

― ¡No! Es que… te extrañaba.

Me mira con su linda sonrisa y me contesta:

― Yo esperaba este día con ansias, para verte, pasar rato contigo, pero esa mujer…

― Te tiene esclavizado ¿verdad?

― No puedo renunciar, sería muy descortés de mi parte, ella me ha dado mucho, sin yo darle nada.

― Le has salvado la vida.

― No la quiero defender, pero ella me la salvó primero, tal vez, si no fuera por ella, no te habría visto.

― Solo no te dejes engatusar por ella, y ya que no quiero pasar mi mañana hablando de esa mujer.

Nos pusimos al día en una conversación larga que tuvimos hasta llegar a la cafetería.

Cuando llegamos, nos desmontamos, pensé que se iba a despedir para irse, pero no, entró conmigo a la cafetería, y tomado de mi mano dice:

― Quiero lo mismo de siempre para desayunar.

Le sonreía a lo que me alejaba para registrar mi llegada. Wilson logra verme y me saluda:

 ― ¡Hola!, Sofía, bienvenida sea, una de mi subalterna favorita, ¡oh! Trajiste a tu novio, eso es más sorprendente todavía.

― Hola Wilson, gracias por eso.

― Sí, déjame saludar al caballero.

Respiré hondo y seguí mi camino, mientras que mi jefe se fua a saludar a Daniel.

 

Daniel en la actualidad

Me encontraba sentado en la cafetería donde trabajaba Sofía, es emocionante ser el primer cliente. De lejos podía ver que se acercaba Wilson, a él le agradaba mi compañía en su restaurante, ya que al parecer soy muy popular en las redes y, por tanto, atraía clientela.

― ¡Buenos días, Daniel!

― Buenos días, señor Wilson.

― ¿Ya pidió su desayuno?

― Sí, señor.

― Recuerde que no tiene que pagar nada, es cortesía de la casa.

― Gracias por su detalle.

Se fue después de despedirse y al instante llega un segundo cliente. Me mira de reojo y se asienta en la caja, mejor dicho, el mostrador de exhibición, el cual poseía algunos asientos, pues se sentó en unos de esos a esperar a que lo atiendan. No sé, pero su presencia me ha dado mal espina.

Pude ver a Sofía salir de la cocina con mi desayuno, antes hace una parada para hablar con el tal sujeto. Ella se ha dado cuenta que la miraba y se dirigió a mí. Cuando llegó ante mí, le pregunté de volada:

― ¿Quién es ese tipo?

― Es solo un amigo que conocí ayer, ¿acaso estás celoso?, ¡qué tierno!

Me dispuse a desayunar, la invité, pero afirmó haber desayunado en casa.

De vece en cuando miraba al joven, ya Sofía se había ido, porque le tocaba en la caja, no como mesera. Me incomodaba cada vez más la presencia de este sujeto.

Sin darme cuenta, el lugar estaba repleto de gente, algunos me pasaban por el lado y me saludaban, hasta provocar que me calmara.

Iba a despedirme de Sofía, entonces fue cuando vi que el sujeto estaba entrando en la oficina de Wilson, al parecer iban hablar. Pues, me despedí de ella con un beso y luego me fui.

Cuando salgo, veo este Ford Mustang Shelby GT350 estacionado al lado de mi BMW. Miré de un lado a otro de la emoción, me puse a contemplarlo, de verdad que es una verdadera máquina de comprensión y velocidad, además de cómo se le puede contemplar.




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