Condenado a ella

El amor verdadero

Quiero pasar un buen momento con mi querida Sofía, quiero que se olvide del cansancio de la semana, que se despreocupe de la situación de su padre, al menos por hoy. Que la felicidad sea su fortaleza, que mi compañía su bastón y hacerle recordar que la vida es un río que avanza y no tiene retorno.

La llevé a mí casa, le mostré un bello vestido negro, le encantó, entonces se bañó y se lo puso, parecía una reina. Me encantaba ver ese color en ella.

Nos montamos y la llevé a un restaurante sofisticado, allí comimos, bebimos, nos divertimos, luego fuimos al parqué, comimos un helado y después la llevé a un lugar único de esta ciudad, uno que descubrí por internet. Desde ahí se podía ver el mar y como estaba oscureciendo, también las estrellas, justamente este día había Luna llena.

Era un gran momento especial, ella entre mis brazos mirando el cielo que se reflejaba en el extenso mar, y yo recostado de su dorso intentando complementar el momento.

― Me gustas de una manera que ni los científicos podrían explicarlo, te pienso de una forma que ni los psicólogos sabrían describirlo, me provocas cosas en mi interior que ni el mejor doctor se atrevería a narrarlo.

Le dije esto mientras le daba uno más que otro beso por el cuello y su espalda, a ella se le hizo inevitable sonrojarse, a lo que contestó:

― Tú cercanía provoca en mí que las olas del mar sean pequeñas, que la luz de la Luna sea opaca, ya que eres mi fuente, mi sol que me permite brillar, mi cielo al que me permites albergar, sin ti la oscuridad me ha de atrapar, gracias por todo, Daniel, ¡te amo!

La llevé a su casa, anteriormente habíamos llamado a su hermana para avisarle que íbamos a llegar tarde. La dejé en la puerta, me despedí y me fui a mi casa a descansar, teníamos que trabajar ambos, mañana en la mañana.

Llegado el lunes, unos de los días más pesado para trabajar, me he dirigido temprano a la casa de mi jefa. Toqué el timbre y esperé que bajara.

Como a los 5 minutos suena mi celular y contesto:

― ¡Buenos días!

― Hoy no podré ir a trabajar, quiero que pases por donde tu tía y busques a alguien que ella va a mandar para la supervisión de la empresa, luego has todo lo que te diga Karla, ¿entendido?

Me dijo la señora Scarlet desde la llamada. Entonces le contesté:

― Como ordene señora.

Pues, me dio curiosidad de saber lo que tenía, pero no quería verme envuelto en un compromiso del cual se me sea imposible salir o en su defecto incómodo. Aguanté mis ganas y me fui.

Me estaban esperando en la casa de mi tía, la que iba ir era la señorita que me encontré ayer. Al verme se sorprendió y luego se montó en el vehículo.

― Buenos días, me llamo Sonia, es un placer volverte a verte.

― Hola, yo me llamo Daniel.

― !Entonces trabajas para la empresa G´COUNT!, eso es sorprendente.

― ¿Eso te sorprende?, ¿crees que no soy acto para dicho puesto?, que no te engañe mi apariencia.

No sé, pero sentía que me estaba minimizando, que, por mi acento de campesino, debía de ser un panadero o algo así, de cierta manera me hierve la sangre cuando me desprecian de tal manera, algún día voy a demostrarte para lo que un campesino es capaz.

― Mi intención no nunca ha ido dirigida a lastimar tus sentimientos ni de despreciarte por ser quien eres, lo siento si mis palabras te han provocado eso.

Mientras me decía esto, me miraba con sinceridad. Por lo que, dije después de suspirar para tranquilizarme:

― Descuida, esta bien, y dime ¿por qué Sara no vino ella?

― Es que ella tiene mucho trabajo, fue a otra empresa que tiene una mayor demanda de supervisión. La G´COUNT, es una empresa muy organizada, pero el Estado exigen estas cosas.

― Comprendo, es su trabajo, hacer eso.

Todo esto acontecía en lo que íbamos de camino hacia la empresa. Otro dialogo se ha establecido.

― ¿Cómo conseguiste el trabajo en una empresa tan sofisticada?, no quiero que me malinterpretes, sólo lo digo por curiosidad, no es que no tengas la capacidad de conseguir dicho puesto.

Después de que se me escapara una sonrisa, contesté:

― Yo choqué con ella en la calle, se dio cuenta de que buscaba trabajo y me contrató.

― Es interesante, según los datos que he adquirido de esa señora, no me parece verdad eso que me cuentas.

― Ella es muy diferente a como dicen que es, cuando la conoces de verdad, uno se puede dar cuenta, claro que tiene su temperamento, sin embargo, es buena persona.

― ¿Eres su chofer solamente?

Algo no me parecía claro en esa pregunta, al parecer tiene como un doble sentido, un trasfondo escondido. La miré de entre ojos y le contesté de una manera que se haga la ilusión de algo más, para que viera que no es bueno:

― ¡No!

Sonia asienta con la cabeza como si comprendiera en la situación en la que yo estaba con la señora Scarlet. Entonces le continué diciendo:




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