Condenado por el deseo

9

 

 

Estoy sentada en el lugar más seguro que hay en la universidad, un pequeño paraje un poco alejado del campus oculto de todo y a la vez cerca de todo, lo descubrí una vez que huía de una multitud que pedía mi cabeza para verificar si era humana de verdad, está bien, sé que exagero un poco, fue en uno de esos días, en los que me atormentaban por ser, no solo el bicho raro de la universidad si no también el bicho feo, cuando comenzaron a llamarme esperpento y toda clase de cosas realmente horribles, me llamaban monstro pero nunca se dieron cuenta que ellos son los verdaderos monstros; por no aceptar que todos tenemos derecho a ser diferentes si queremos serlo y que todos tenemos derecho a vestir como más nos guste, así sean ropas de los años setenta, no criticaba a nadie por ello no me creía merecedora de sus criticas pero ¡vamos! A la hora del té eso a nadie le importa, solo hablan de otros para sentirse mejor con respecto a si mismos.

Miro el cielo nublado y sé que va a llover pero no me importa, enredo mis dedos en la hierba un poco crecida de mi entorno, alzo mi cabeza, cierro mis ojos y respiro el olor a humedad que ya se forma en el ambiente, amo la lluvia y más en días como este, en los que siento que mi interior es una gran tormenta que no está dispuesta a salir.

Emily fue mi amiga por años y aunque hoy me haya mostrado como si nada me importaba no puedo decir que eso sea la verdad, mi corazón sufrió un gran golpe, pues sé que hubo un tiempo en el que ella no tenía amigos, y menos personas con quien pasar el rato y… nosotras, bueno insistí ante Danie que la adoptáramos en nuestro pequeño y exclusivo grupo y así fue como ella entro en nuestra vida. ¿A quién quiero mentir? Lo que más me duele es que haya confesado que fue amante de Evan mientras el salía conmigo, no puedo creer que a pesar de mis esfuerzos aun el me siga importando más de lo que quiero.

Una lagrima resbala por mi mejilla, la dejo correr, no importa después de todo estoy sola…

Siento que una cálida mano quita la lagrima que he dejado correr, abro los ojos bruscamente, entonces lo veo allí, era obvio, si alguien se daba cuenta de que no estaba asistiendo a mis clases de hoy, ese iba a ser él y lo peor de todo es que sabe en qué lugares encontrarme, intento no mirarlo con ira pero creo que fallo en el intento, respiro profundo y lo veo hacer lo mismo.

-Perdóname- dijo después de unos minutos de estar sentado frente a mí en silencio.

-¿Qué?

-Perdóname- repite, niego-

-¿Por qué me pides perdón?- le digo y me sorprende que mi voz salga tan pacífica.

-Por todo.- sonrío

-¿Qué es todo?- lo miro a los ojos, entonces lo sé, le cuesta decirme que es lo que hizo, quizá nunca se imaginó lo que sus acciones podían provocar.

-Perdóname…-su voz es ronca- por jugar con tus sentimientos, por… engañarte aunque no fue como ella lo dijo, y por mentir cuando dije que no me acostaría contigo porque eres una gorda asquerosa…yo… yo no, nunca pensé que lo fueras y, no quería que sufrieras por ello también, sabía que… que algún día lo sabrías y no quería que me odiaras también por ello- veo un par de lágrimas resbalar por sus mejillas. Y aunque odie aceptarlo también estoy llorando.

-Te perdono- digo cuando me creí capaz de encontrar mi voz.

Después de un par de minutos el me extendió la mano, yo negué.

-Vamos te llevare a casa- negué

-Que te perdone no quiere decir que confiare en ti.

-Lo sé, solo quiero que lo intentemos-

-Llamare un taxi- el asiente como si entendiera que no hay poder humano que me obligue a ir con él, no ahora.

Las primeras gotas de lluvia comienzan a caer, siento como si yo me desahogara mientras ella cae, como si cada gota que cayera fuera cada lagrima que me he negado a derramar.

-Natalia- Danielle corre hacia mí- ¿Qué te ha pasado?- le sonrío, ella niega como si no lo pudiera creer- ¡Ve a darte una ducha y a ponerte ropas abrigadas! Yo te preparare un chocolate de los que te gustan- camino hacia nuestra habitación compartida- y agradece que papa no está aquí, porque de lo contrario te mataría por mojar su piso, ah, pero no te preocupes yo lo limpio- seguí escuchándola hasta que la ducha amortiguo sus palabras.

Luego de unos de minutos salgo de la ducha, me visto y tomo nuestra gran manta, la que usamos para ver películas románticas mientras lloramos y comemos helado procurando engordar como vacas, voy a la cocina al sentir el rico olor a chocolate casero, Danie me sonríe, vierte chocolate en un par de tazas, me señala el mueble, voy hacia allá, ella viene detrás de mí, me da mi chocolate.

-Gracias- le digo.

-A veces te odio- me dedica una mirada de niña malcriada-

-Yo siempre te amare-

-Estaba preocupada por ti.

-No deberías…

-No te puedo entenderte ¿Por qué no simplemente la golpeaste? - me recrimina mi prima- Eres mejor que yo peleando sé que le hubieras dado una paliza pero en cambio la dejaste ir sin ninguna represalia-

-Tengo orgullo- le digo

-No veo de que sirva el orgullo en este caso-



#45900 en Novela romántica

En el texto hay: humor, novelajuvenil

Editado: 17.04.2018

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