Condenados [saint Seiya]

Capítulo 4 | Prometeo y Epimeteo

—Mila—El nombre salió de mis labios en un susurro.

La sonrisita que ella me dedicó significaba que la había cagado. Había hablado sin autorización y que eso, posiblemente, se encargaría de cobrármelas Milo en el entrenamiento.

Sin embargo, Athena lo dejó estar. No hizo comentarios al respecto y solo lo ignoró. No obstante, quien sí me miraba con cautela y ligera curiosidad era la General.

Hubo una vez en la que escuché que la nombraran. Era muy buena en lo que hacía y, cada vez que ella pisaba el Santuario, era porque tenía que resolver un problema demasiado grande que ni el Patriarca o Athena podían. Lo que hacía alusión a todo su poder.

La última vez que vino dijeron que su nombre era Kathie. Y que también era hija adoptiva del Patriarca.

—Hoy estamos aquí reunidos para informarles de una situación alarmante—Comenzó a decir el patriarca Shion—. La tierra está de nuevo en peligro.

—¿Y ahora qué Dios se quiere apoderar de ella? —Bromeó Mel por lo bajo.

Una risita casi imperceptible se escapó de los labios de Gaby.

Al estar hasta el fondo de la sala, nadie podía escuchar con certeza todo lo que decíamos.

Al menos no si no lo decíamos con la voz elevada.

—General—Llamó el patriarca, invitándola a proseguir.

La pelirroja de ojos claro asintió. Su armadura de Orión brillaba y resplandecía casi como una armadura dorada.

—Cuenta la leyenda que el titán Prometeo, queriendo hacer un bien, robó el fuego de los Dioses para dárselo a los humanos—Ella comenzó su relato—. Zeus, enojado por su osadía, decidió ponerle un castigo. Uno de acuerdo al tamaño de su acto. Fue allí cuando el hermano de Prometeo, Epimeteo, recibió una compañera como regalo de los Olímpicos. Su nombre era Pandora.

Conocía ese mito a la perfección. Era de mis preferidos.

Pandora era una mujer maravillosa, dotada de todo lo que los Dioses pudieron ofrecerle: Afrodita le dio la belleza, Hermes la elocuencia, Atenea la sabiduría y Apolo la destreza con la música…

—Pandora no llegó sola—La general Kath siguió su relato—, cuando se presentó ante Epimeteo lo hizo acompañada de un regalo especial de Zeus.

—La caja cerrada que bajo ningún concepto debía abrirse—Musitó Kanon.

Kath le asintió.

—Pero Epimeteo, deslumbrado por Pandora, olvidó lo que su hermano le había dicho de no aceptar regalos de los Dioses, pues estos eran traicioneros y astutos—Siguió—. Sin ofender, señorita Athena.

—No te preocupes.

La señorita Athena no parecía la misma. Incluso su cosmo se sentía… diferente.

Todo en el Santuario se sentía de esa forma.

Había algo que estaba alterando el orden.

Gaby, Aria y Melek se miraron entre sí antes de mirarme a mí, gesto que no entendí en absoluto. Igual Mila desvió sus rubís a mis amatistas por unos cuantos segundos.

—Epimeteo aceptó la caja y la escondió en un lugar seguro, sin embargo, la curiosidad pudo más con Pandora y, mientras Epimeteo dormía, hurtó la llave del lugar en el que escondía la caja y la abrió para ver su contenido—La general hizo una pausa antes de finalizar—: Todos sabemos que ocurrió después.

Tanto misterio era exasperante para mí.

—¿A que viene todo esto? —Decidí decir—. La caja de Pandora fue cerrada con la esperanza dentro, los males han vivido en nuestro mundo desde hace tiempo. Hemos estado así desde siempre.

La mirada de advertencia que Milo me regaló no me hizo perder la postura que había adoptado. Pero vi como la general y Mila endurecieron su mirada, dispuestas a hablar de asuntos importantes.

—En el mundo ha vuelto a caer la caja de Pandora—Contestó Kathie—. Más letal, más peligrosa.

 

2/2

***

Mezclo mucho la mitología con mis escritos, por lo que podrán encontrar pequeñas referencias a ella. ¿Qué les parece?

Por sí quieren cotillearme y descubrir más sobre la historia, doy adelantos y spoilers en mis redes [Igual les dejo el link en mi perfil]:

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