Condenados [saint Seiya]

Capítulo 13 | Orfeo

Mini maratón sorpresa 2/3

La Lira que Camus me estaba extendiendo—Como si se tratara de algo letal y peligroso que no podía ser vista por nadie— era del color de las estrellas, con labrados dorados y cuerdas que parecían hechas con hileras de plata.

Despedía un aire y cosmo casi celestial, que supe inmediatamente de quién era.

—¿De donde coño la has conseguido?

Pero Camus no respondió y, tanto Milo como yo, estábamos impacientes a que lo hiciera.

—Guárdala y solo úsala si es necesario.

Frustrada ante estar en esta situación—En la que él no me decía la verdad—por enésima vez, mustié, de nuevo:

—¿De donde coño has conseguido la Lira de Orfeo, Camus?

Mi hermano solo me la seguía extendiendo, incitándome a tomarla para ya zanjar el asunto.

—Solo tómala, Grettel.

—Por un momento creí que era...

Desvié la mirada hacía los zafiros de Milo al mismo tiempo que asentía y volvía mis amatistas a Camus.

Que era la jodida Lira de Apolo—Completé por el caballero de Escorpio—. Yo igual lo creí, sin embargo, la del Dios del Sol es dorada con labrados rojos como su cabello y despide un poder aún más atronador que esta.

Ellos, quiénes tampoco creían la descripción tan acertada que acababa de dar sin siquiera haberla visto alguna vez, me miraron con asombro.

Entonces, supe que Milo no se estaba refiriendo a la Lira del Dios.

Y también que yo no debería de saber ese tipo de detalles.

—Orfeo me la dio—Confesó Camus, al fin—. Cuando estuve en el Inframundo él me enseñó unos acordes, los mismos que yo te mostré una vez. ¿Sabes cuáles eran? ¿Los recuerdas?

Milo no entendía nada de lo que mi hermano estaba diciendo, pero yo sí.

Y me causaba incertidumbre la razón por la que, sabía, me estaba obsequiando esto.

—Los mismos que utilizó para dormir a dos de los tres jueces del Inframundo: Minos, Aiacos, y al igual que a Pandora, cuando ustedes estaban peleando en la Guerra Santa contra Hades—Hice una pausa, solté un pequeño suspiro cansino y continué—; y también ese réquiem con el que puede golpear a su contrincante, aunque éste no escuche la melodía.

Camus asintió.

—¿Por qué le estás dando esto? —Le recriminó Milo—. Lo que debemos de hacer es sacarla de aquí, irnos lejos, Camus.

Él desvió sus aguamarinas a los zafiros del caballero de Escorpio, su rostro quedándose inexpresivo por unos cuantos segundos.

—¿Y a donde iríamos? —Cuestionó él de vuelta— ¿Qué haríamos después de irnos? ¿Huir hasta esperar que nos encuentren?

Eso frustró a Milo. Y lo demostró apretando tanto los puños como la mandíbula, sus cejas casi uniéndose en el medio.

—Al menos pienso hacer algo—Bramó—. No voy a verla morir a manos de Shina.

Hundí las cejas, mi mirada desviándose inmediatamente a él.

—No voy a morir a manos de Shina—Aclaré—. Ni de ningún otro caballero que intente atacarme. Soy lo suficientemente capaz de pelear por mi cuenta y sobrevivir.

Extendí la Lira de vuelta a Camus, quien estaba recio a tomarla.

—He traicionado a Athena más de una vez—Confesó en voz alta—. Y lo volvería a hacer si eso implica defender mis convicciones.

—¿De que estás hablando, Camus? —Le espetó Milo con impaciencia.

Y, esta vez, estaba muy de acuerdo con él en saber a qué se refería.

—¿Recuerdas el último réquiem que te enseñé? —Pidió saber—. Ese que te costó más trabajo, ¿Lo recuerdas?

Asentí con la cabeza.

—¿Qué tiene que ver eso ahora, Cam?

Milo estaba tan confundido como yo.

—Ese réquiem pudo destrozar el cuerpo mortal que Hades usaba como vasija para su alma si no hubiese sido una ilusión—Describió—. Orfeo casi pudo acabar con él gracias ese réquiem cuando lo enfrentaron con Seiya y Shun en Guidecca.

—Cuándo descubrieron que Shun era el cuerpo portador de Hades, ¿No es así?

Ante la pregunta de Milo, algo se removió en mí.

Algo que no supe identificar.

—Exacto—Afirmó Camus—. Pero primero los durmió a todos con la Serenata de la Muerte—Entonces, sus aguamarinas se desviaron a mis amatistas, tratando de buscar en ellos señal de entendimiento por mi parte, sin embargo, como no respondí a pesar de saber a lo que se estaba refiriendo, continuó hablando—: Eso tienes que hacer, Grettel. Duérmelos a todos con ese réquiem y no te preocupes por lo demás. Mila y Saga saben qué hacer.

 

***

¡Se prendió, sigan leyendo!

Mis redes, por si quieren cotillearme para más contenido:

Instagram: keyel1828

Twitter: Keyel1828

Wattpad: Keyel1828

Inkspired: Keyel1828

También te dejo el link en mi bio:D

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.