Condenados [saint Seiya]

Capítulo 19 | Esclareciendo el Pasado

—¿Qué? —Repetí— ¿Qué coño estás diciendo?

Entonces, Milo comenzó a relatarme todo lo que había sucedido ese día. Y los días posteriores a eso.

Absolutamente todo.

El contexto fue claro: Quería llevarme una rosa porque ese día iba a hablar con Camus sobre nosotros. Yo tenía catorce y el diecisiete.

Ahora yo tenía dieciocho y él veinte.

Aunque, para ser sinceros, Milo debería tener más de veinte. Es decir, había muerto ya unas cuantas veces, pero siempre que revivían a todos, lo hacían con la edad en la que habían perecido. Y Milo tenía sus veinte cuando murió derrotado junto a Mu y Aioria por Radamanthys en su lucha en el Castillo de Hades. Y, posterior a eso, cuando se sacrificaron en el Muro de los Lamentos y también en su pelea contra Loki y los Dioses Guerreros en Asgard.

Ese día, mucho más temprano, habló con Shina y ella le comentó que se vería con un tipo que había conocido en Rodorio. Él le ofreció su templo aun sabiendo que estaba prohibido, porque pensó que ella usaría el aposento oculto del mismo y no el principal y que quedaba no tan distante de la entrada.

Marín mandó a buscar a Shina con Jabú. June le dijo que estaría en el templo de Escorpio, claramente ignorando el qué. Jabú fue en busca de ella.

Jabú la vio de espaldas—Prácticamente desnuda— y sobre un chico que tenía los cabellos largos y azules desparramados sobre la almohada blanca. Asumió que era Milo puesto que, como no le vio específicamente el rostro, era su templo y allí solo debía estar él, por lo que no hizo ruido alguno y simplemente se marchó de allí.

Mi parte de la historia fue que Jabú, al salir de Escorpio, fue a verme directamente a Acuario para relatarme todo lo que había presenciado. Yo, en mi ira, fui a donde Milo y le terminé con muchos insultos y frases hirientes sin sentido que se ocurrieron en ese instante.

En el momento ni siquiera me percaté que tenía una rosa en mano, pero ahora que hacía memoria lo recordaba. Esa era la rosa que me había confesado hace unos minutos había conseguido del jardín de Afrodita.

Milo era orgulloso y, como al principio no le había mencionado nada del engaño más que ya sabía lo que había hecho, por eso, no me insistió más que una vez. Pero, como yo también podía ser orgullosa—Y no serlo, a partes iguales—, había rechazado su oferta de hablarlo. Sin embargo, no lo dejé así y, antes de marcharme, le dije que ojalá le fuera bien con Shina.

Él fue a verla a su templo y la encontró despidiendo al sujeto del mismo, cuando este se fue, le reclamó el que hubiese usado el aposento principal porque hubo alguien que la vio y me lo había dicho. Ella se disculpó y le dijo que hablaría conmigo para explicarme, realmente, que era lo que había pasado, pero él, como seguía con el ego y orgullo heridos, le dijo que no. Que no lo hiciera. Y también que lo mantuvieran así.

Que siguieran la historia de que me había engañado. ¿Por qué? Ni él mismo pudo darme una respuesta coherente a esa pregunta más que un: «Supongo que fue mi enojo del momento».

Por ello fue que, aproximadamente poco más de una semana después, yo fui a enfrentarme a Shina y ella me había asegurado que era verdad, mintiéndome en mi cara por petición de Milo.

Recordaba que me había enojado tanto ese día que lancé fuego a uno de los árboles de aquí, de las afueras del Santuario. ¿Cómo lo había hecho cuando mi elemento no era el fuego? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que Camus tuvo que apagarlo con el «Polvo de Diamantes.»

Y fue allí cuando él se enteró de todo de lo que había pasado entre Milo y yo.

Y también fue así como yo me enteré de lo que, realmente, había sucedido después de casi cinco años.

Vaya locura.

—Y, cuando me enteré de que estabas comenzando algo con Shura, juro que quise ir y lanzarle las quince «Agujas Escarlatas» de un solo golpe—Alegó—. Pero no lo hice porque sabía que el que nos hubiésemos separado y creyeras que te había engañado fue por mi culpa. Porque él no tenía nada que ver en que tú me odiaras.

Enarqué una ceja.

—¿En serio te enteraste de que comencé a salir con Shura? —Cuestioné, de mis labios quería curvarse una sonrisa—. Si solo fue una vez y casi nadie supo de ello.

Esta vez, fue Milo quien imitó mi gesto al enarcar una ceja.

—Realmente subestimas el alcance de Aioria cuando quiere joder a alguien.

Reí.

Reí porque no sabía que más hacer en este momento y me encontré a Milo haciendo lo mismo, porque esta situación en la que nos involucramos era completamente patética y sin sentido.

 

Pero lo que sí tuvo sentido—Y un valor muy importante para mí— fue el que el caballero de Escorpio me estuviese besando sin importarle que mi toque lo quemara como lo hicieron las llamas del Inframundo.

 

 

🌠🌠🌠

¡Hola! ¿Cómo están? ¿Qué tal el capítulo?

¿Qué les pareció la historia entre Milo y Grett? Hay muchas pistas en esta parte, ahora solo les toca averiguar cuales son y cómo influirá en el final;)

¡Los amo! ¡Nos vemos en la siguiente actualización!

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