Condenados [saint Seiya]

Capítulo 24 | Escorpión

Recorría con mucho cuidado los cabellos ondulados del Escorpión, velando mis movimientos para no tocarlo directamente y lastimarlo, en eso, noté como Milo poco a poco abría los ojos, reincorporándose muy lentamente mientras observaba su alrededor con desconfianza.

—¿Dónde estamos, Grett? —Pidió saber, su voz sonando afectada debido al efecto de haber dormido por un buen tiempo—. ¿Dónde está el Oráculo? ¿Arkhes te lo dijo?

Asentí levemente, intentando no demostrar que ese tema me afectaba.

Aún no asimilaba que Mila fuera el Oráculo. Mucho menos los escenarios fatalistas que existían solo por ese simple hecho y que temía que le alcanzasen.

—Estamos en Delfos, Milo—Respondí—, en uno de los aposentos del Templo de Apolo. Sé dónde está el Oráculo.

Él intentó levantarse, pero no se lo permití. Había estado inconsciente por un día entero, no quería que algo le ocurriese.

—¿Estás usando telequinesis conmigo?

No lo negué.

—Grettel, tenemos que ir por el Oráculo—Decidió—. No sé cuántos días pasé inconsciente, pero sí sé que cada vez nos resta menos tiempo. ¿Dónde está?

Solté un suspiro.

—En Bosnia.

—¿En Bosnia? —Repitió el caballero con incredulidad.

—Para ser específica, se encuentra en Las Pirámides de Bosnia.

Milo cada vez lucía más confundido.

—¿No allá están…?

Asentí con la cabeza y lo interrumpí al decir:

—Sí. Allí está Mila y Saga—Me tomé unos segundos porque era difícil, era como si decirlo en voz alta lo volviese más real—. Mi hermana es el Oráculo, Milo. Mila tiene todas las respuestas que necesitamos.

—¿Qué?

Entonces, las lágrimas que no sabía que estaba reteniendo comenzaron a caer sin obstáculos.

—Tengo miedo—Confesé—. Tengo miedo porque no sé que pueda significar eso para ella, porque no sé quien más lo sabe o si la están buscando para un beneficio propio. Ni siquiera mi hermana estaba enterada de eso, Milo. ¿Cómo va a saber como actuar al respecto cuando no sabe que es la encarnación de un poderoso objeto capaz de dar respuestas sobre el futuro?

Sentí sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo, evitando que me desmoronara, por un momento dejé de temblar y solo me concentré en el calor que me brindaba, entonces, recordé que mi toque le hacía daño.

Y solo quería alejarlo para no dañarlo.

—Suéltame—Exigí—. No me toques, Milo.

Él lucía confundido, sin embargo, se recompuso al instante y afianzó su agarre.

—No me quemas, Grettel—Reveló—. Ya no lo haces.

No supe si debería sentirme bien por eso, no obstante, solo atiné a llevar mis manos a su cuello desnudo para acercarlo a mí y unir nuestros labios.

Cuando estos comenzaron su danza interminable, un millar de emociones y sensaciones recorrieron cada fibra de mi cuerpo. Todas positivas.

Todas gracias a él.

—¿Cómo es posible? —Pregunté, mis manos recorriendo con cuidado y fascinación su torso descubierto mientras examinaba la expresión en su rostro—. ¿Crees que algo haya cambiado en mí?

Milo negó.

—Nada puede cambiar en ti—Me aseguró—. No tienes nada malo, Grett.

Sentí sus grandes y fuertes manos en mi cintura, presionándola para acercarme más a su cuerpo y me percaté de que ahora me encontraba sentada en su regazo, con la respiración hecha un desastre y con sus labios a escasos centímetros de los míos.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

La sonrisa de Milo se ensanchó, sus ojos brillando con un sentimiento que no supe descifrar antes de que dijera:

—Porque te conozco.

Entonces, sus labios atraparon los míos y me permití olvidarme, por un momento, de todo el desastre que estaba formándose a nuestro alrededor y, simplemente, me dejé llevar.

🌠🌠🌠

La tierra tembló, el sol se apagó y todo pereció.

No había nada más que una densa oscuridad cubriendo lo que una vez estuvo lleno de luz. Mis pasos se abrían camino entre los escombros, cadáveres y partes de armaduras restantes de quienes parecían haber librado una intensa lucha que no terminó muy bien.

De una de mis manos brotó cosmo de fuego, iluminando un poco el sombrío lugar y, en eso, pude ver unos ojos violáceos conocidos y totalmente drenados de vida a no mucha distancia de mí.

Me acerqué con cautela, dándome cuenta de que, en sus manos, un papel blanco con una caligrafía no muy pulcra citaba:

«Perdóname, no debí de hacerlo.»

Desperté faltándome el aire, mi pecho subiendo y bajando con rapidez en tanto que una fina capa de sudor cubría mi cuerpo desnudo. Mis manos aferrándose con fuerza a las sábanas de seda.

De reojo noté como Milo se incorporaba rápidamente ante mi repentino despertar y ponía sus manos en mis hombros, reconfortándome.

No supe si le quemé, pero había algo que sí sabía y lo exterioricé al decir:

 

—Tenemos que volver al Santuario.

 

🌠🌠🌠

¡Hola! ¿Cómo están?<3

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó?

¿Qué piensan del sueño de Grett?

¿Por qué ya no quema a Milo?

¿Quién era el de los ojos violáceos?

¿Qué será que suceda  con el mal presentimiento que tiene?

¡Los amo! ¡Nos vemos en la siguiente actualización!

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