Melody
“Tinta músculos y unos ojos color café que no se apartan de mi mente”.
La noche baña mi calma y agita mis emociones, las revuelve y escarba en el dolor. Ese que vive en mí y me deja solo por momentos, pero que nunca abandona su nicho, su hogar el que ha hecho en mi ser sin permiso.
A los doce conocí el rostro de la maldad, uno que deja huella imborrable y que marca tu vida para siempre llenándola de miedos e inseguridades.
Llego a casa sola agitada mi respiración se vuelve errática e inestable, eso sí que no me lo esperaba contrario a ello pensé que ya lo había olvidado entre terapia y terapia.
Se ve diferente de hecho muy diferente pero debo tomar en cuenta que para entonces yo tenía doce, era una inocente niñita inmadura que cometió un error un confuso, inocente y garrafal error que llevó a alguien al infierno y ahora me pesa en el alma.
Sin embargo también cabe la posibilidad de que no sea él.
¡Por supuesto que sí!
¿Por qué no pensé en ello antes de correr fuera de la universidad y llegar sola a casa?
Sé que despertaré más sospechas por ello que si llegó en el auto de grajón llorando como magdalena.
— ¿Mel? – me descubro en la otra punta de la habitación tal como al principio — ¿Melody cielo estás bien, Por qué no me respondes? – niego — la puerta está cerrada de nuevo cariño no puedo entrar – mentí en una ocasión cuando necesitaba estar sola y ahora Esa mentira me da en la cara.
— ¿Tía? - corro lo más silencioso posible al otro lado tratando de que mi voz suene firme —. Ya voy - cierro la puerta del baño sin siquiera haber entrado, respiro profundamente y abro —, sábado de nuevo no escuché porque estaba en… - señaló hacia atrás.
— El baño amor lo sé escuché la puerta - sonríe forzado… sabe perfectamente que miento me conoce demasiado bien.
Estiró las manos hacia ella para que me entregue la charola que trae. Intuye cómo me siento no sé cómo lo hace pero se da cuenta de cada detalle. Le doy la espalda porque mi rostro arde y me siento en la cama con la charola frente a mí.
— ¡Gracias tía esto está riquísimo! - digo con más entusiasmo que el que siento aunque mi tía Margo es la mejor cocinera del mundo — ágata debe estar realmente enfadada - su risa nerviosa me hace sonreír pese a que mis emociones son un torbellino de angustia en este momento.
— ¡Bueno! - hace una cara rara — ella se encontraba fuera de la casa y yo simplemente me colé unos 20 minutos en la cocina para prepararte macarrones con queso - me hace un guiño con expresión pícara — ¡ Sudé como cerdo entre el nerviosismo que me bañaba y lo acalorada de la situación! - ambas reímos a carcajadas, de esa manera me relaja un poco pero en este momento no quiero hablar — ¿Recuerdas la última vez que quisimos cocinar tú y yo?
— ¿Cómo olvidarlo? - respondo con cara de terror — Agatha habló en italiano una semana completa para que solo la entendiera mi tío…
— Y comimos puré de patatas toda esa semana con el salmón - ya me duele la panza de tanto reír y por un momento olvido el malestar y la ansiedad.
— Nuestra Ágatha es la mejor chef del mundo - continúo comiendo mis deliciosos macarrones —, pero tú eres la mejor tía del infinito - sus ojos se cristalizan enseguida y me abraza.
No miento, siempre me he sentido una chica especial nunca he experimentado el rencor en contra de nadie contradió a mi hermano que siempre está enfadado y molesto por todo.
Cuando me pidieron que relatara los sucesos de aquella noche estuve recluida en un sanatorio para enfermos mentales las pesadillas eran tan continuas que me arranqué casi todo el cabello en aras de sacar cada uno de los pensamientos que me torturaban y lastimaban.
— Quiero te recuerdes siempre esto mi amor: - ya las lágrimas bajan por su piel pálida y el llanto la ahoga — estaremos a tu lado siempre cuidándote y apoyándote consolándote en tus momentos de tristeza y riendo contigo en tus alegrías pero sobre todo seremos discretos casi invisibles cuando necesites estar a solas - mi sollozos rompen el silencio que reina en la habitación por unos segundos o minutos No sabría decirlo con exactitud — ¿lo sabes verdad? - afirmo muchas veces con la cabeza.
El nudo espinoso atorado en mi garganta me impide hablar me la uso a sus brazos tratando de olvidar y encontrar la paz que evidentemente no hay en terapia.
— ¡Lo sé tía Margo! Tú graham y el tío Jer son mi familia los amo tanto - se paró la cara de su pecho Me blusa casi está toda dentro de los macarrones pero lo único que me importa en este momento es secar la cara de Margo bañada en lágrimas —. Debo regresar a terapia – asiente con los labios apretados — Tisha - mi terapeuta y psiquiatra — me advirtió de estos picos dijo que tendría miedo a veces y eso me desenfocaría Entonces quiero volver - necesito contar lo que vi.
No a mi tía, pero si a ella… a Tisha.
— Se hará como lo desees mi preciosa niña – existe mucho más detrás de sus dulces palabras ya que la misma ticha me ha recomendado hablar con uno de mis familiares de mis problemas y temores, a quién le tenga mayor confianza.
Margo siempre ha estado para mí en todo momento razón por la cual sus palabras son una promesa hecha a su madre una gran tristeza la invade ante la incertidumbre de no saber si su cáncer regrese y el anhelo de ser madre una vez más.
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Editado: 10.05.2025