Conduce mi dolor

1. Vida

1. Vida

 

Alarma sonando *

—¡AAAAAHHHH! ... Maldita alarma - giro mi mano para poder agarrar el celular —mierda—, maldito teléfono porque tienes que caerte. — 6:45 en serio.

Odio despertarme temprano. —Dios me veo terrible —murmuro mirando hacia el espejo para después abrir la regadera y darme una ducha.

Me pongo unos shorts grises que traía ayer, una blusa gris sin mangas y mi chaqueta de cuero que era de mi padre y unas botas negras estilo militar.

—Carajo no está mi camisa — mascullo.

Empecé a buscar por mi cuarto que no era para nada grande, luego me asomé por debajo de la cama y nada.

—Oye abuela sabes dónde está mi camisa de cuadros —digo caminado hacia la sala. Ella me hace una seña con la mano hacia el sillón y me asomo —no abuela no está, —pero ella sigue señalando el sillón así que me fijo por detrás y allí estaba tirada. - Ya la tengo ... Gracias.

Mi abuela sabe dónde está todo siempre. Le tengo envidia.

Levanto la camisa para amarrármela alrededor de la cintura.

Fui directo hacia la cocina para preparar un huevo y calentar unos frijoles para mi abuela en lo que llega la señora Martha nuestra vecina que es quien me ayuda con mi abuela en las mañanas mientras yo estoy en la escuela o cuando trabajo, a ella la conocemos desde que llegamos aquí hace muchos años tiene dos hijos los mellizos y su esposo, que son muy buenas personas y trabajadoras.

Mi abuela perdió la movilidad de las piernas, también se volvió muda hace unos años y desde entonces esta tendida en una cama.

Me le acerco, dejo el plato en el sillón de al lado para poder sentarla para que pueda comer sin ahogarse, ya sentada empiezo a darle cucharadas de comida mientras vemos su programa que le gusta y espero a la señora Martha.

—Ya estoy aquí Tharir— dice una voz femenina entrando por la puerta, era la señora Martha.

—Hola señora Martha. ¿Cómo está? —Le pregunto levantándome, agarro mi mochila.

Si hoy empiezo mi último año de preparatoria.

—Muy bien hija. ¿Ya lista para la escuela?

—Eso creo. Adiós Martha se la encargo.

—Si hija —afirma —. Tu madre estaría muy orgullosa de la mujer en la que te estas convirtiendo.

—Eso espero.

Martha sabe todo por lo que hemos pasado, siempre nos trata de apoyar con todo lo que puede es muy lindo de su parte porque a pesar de sus problemas nos da una mano.

Le doy una sonrisa de labios cerrados y salgo del camper.

Saco un cigarro de mi cajetilla para darle unas caladas en lo que llego a la escuela.

No fumo muchas veces la cajetilla me llega a durar mínimo dos semanas, no soy adicta, pero me gusta esa sensación podría decir que me calma.

Vivo en una zona pobre de mí queridísimo pueblo Waterfalls del lado Sur, en mi zona hay varios campers unos más grandes que otros y también casas, pero no están en el mejor estado que digamos, mí camper no está grande como una casa, pero tiene regadera, siempre trato de que luzca lo mejor posible.

Una cosa es ser pobre y otra muy distinta la higiene. También trabajo para comprar cosas necesarias. La señora Martha me cobra 10 dólares es muy poco, pero ella nunca me acepta más dinero cuanto le doy unos dólares de más me los regresa.

Trabajo en una cafetería en las tardes, me dan 50 dólares a la semana más propinas la verdad no me quejo pensé que me iban a pagar mucho menos pero el dueño era un gran amigo de mi abuelo.

—Tharir ... Tharir -, escucho unas voces a mi espada y giro. Son los mellizos Marcos y Manolo los hijos de Martha que vienen corriendo hacia mí.

—¡Cascarones! —. Exclamó con una gran sonrisa.

Manolo se detiene y se cruza de brazos. —Nos vas a dejar de decir ese apodo algún día.

Nunca mellizos sería ilegal no decirles así.

Tienes razón conciencia hoy amaneciste acertando.

Ese apodo se los puse cuando yo tenía 8 y ellos 6. Un día estábamos jugando con la pelota, el señor que viene a repartir el huevo nos pidió ayuda con unas cajas así que yo agarre una caja y entre los mellizos otra, ellos iban jugando, les decía que pararan no lo hicieron y cuando se les cayó la caja de los huevos los dos al mismo tiempo gritaron. ¡Cascarones!

Y no me paraba de reír desde entonces ese es su apodo que yo les puse, aparte se parecen mucho como si fueran gemelos los dos con pelo castaño desordenado y ojos color miel eran delgados y altos muy guapos, pero siempre los he visto y lo hare como hermanos, aunque cuando ellos tenían 9 me confesaron su amor, hasta se pelearon por mí, pero yo los rechace.

Inteligente de tu parte

Exactamente.

—Mmmmm. Creo queee nunca— sonreí como un ángel.

—Eres mala Davis ... mala— empezaron a negar divertidos y frunciendo el ceño.

Ellos me aman.

—¿Y qué hacen aquí no deben de estarse preparando para la secundaria? —Pregunte.

—Eh ... se te olvida que este año ya entramos a la preparatoria Falls Sur —espeto Marco.

Oh.

Cierto ya tienen dieciséis.

Se me formo una "o" alrededor de mi boca. — Cierto chicos— estire mis brazos sobre sus hombros y los junte hacia mí —entonces ya son chicos grandes —lo dije con sarcasmo.

Los dos giraron los ojos al mismo. Eran unos cascarones y malhumorados para terminar de joder.

—Este es tu último año ¿no? —. Remarco Manolo a lo que yo asentí.

Caminamos un buen rato, les estaba contado mis experiencias, dándoles consejo sobre los profesores, el sermón de que sacaran buenas calificaciones, se portaran bien y que no se drogaran o sean peleoneros.

Así como tú ¿verdad?

No vas a dejar de joder ¿verdad.? Sabes que ... ni me respondas.

—Bueno chicos —me detuve —tengo que ir por algo aquí a la vuelta. Ustedes adelántense.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.