Conduce mi dolor

18. Señora amargura.

Tharir.

—Con que tú también reprobaste.

Al escuchar esa voz detrás de mi volteo los ojos ¿Por qué a mí? Lo ignoro y sigo caminado hacia el salón.

—Señora de la amargura — susurra con burla.

Hijo de su madre que se cree.

Me debato entre quedarme parada y darle una patada o seguir caminando.

Fácil.

Me giro hacia el sin neuronas que se queda quieto como una estatua.

—¿Señora de la amargura? —Repito sus palabras.

—Bueno quieres que te diga amor de mi vida — bromea.

—Dejémosla en odia todos, ese me gusta más —digo—. Ahora deja de molestar, sin neuronas.

Escuchó un bufido de su parte.

Sigo caminado, que aburrido sábado y saber que también tengo la presencia de este espécimen de hombre insoportable no puede ser peor.

Nada puede salir peor.

***

—Harán equipos de dos — mencionó al profesor—. Yo escogeré las parejas.

» Davis y Dumas serán la primera pareja.

Retiro lo de nada puede salir peor.

Quiero sacarle el dedo feliz, pero no, me recuerdo que yo aquí soy la estudiante, no puedo portarme mal de ... nuevo o me voy a detención.

Volteo para ver a mi compañero—estúpido—de trabajo que está estirando los brazos y bostezando, que grandísimo idiota. El profesor sigue repartiendo las parejas, me acabo de dar cuenta que somos varios los que reprobamos, bueno historia es aburrido.

—Ya que están las parejas—las estúpidas parejas—, voy a empezar a explicar la actividad.

Lo que entendí es que ahora cada pareja saldrá hacia una área de la escuela en donde nos pondremos de acuerdo para la exposición que presentaremos antes de acabe la clase de hoy. Genial. Ahora resulta que tengo que exponer y con un idiota, por su fuera poco esto vale la mitad del examen, o sea me vieron la cara de que según el examen lo valía todo. Esto es vil fraude.

El profesor nos pide que salgamos, tenemos una hora y media para hacer la presentación. Giro hacia el sin neuronas que está sentado en su lugar fingiendo revisar sus uñas. Ay, que lindo. Bah.

—Levanta tu trasero de idiota y sígueme—sentencio.

Camino hacia la puerta, escucho sus pasos detrás de mí. Así me gusta que me haga caso, caminamos por el pasillo, vamos a ir a biblioteca allá están los libros con los que nos guiaremos, se supone que hablaremos de una guerra, como sea. Raven por mi lado y se da vuelta hacia el otro pasillo.

¿Qué quiere ahora este imbécil?

—¡Raven! ¿A dónde vas? —Se gira hacia mi extendiendo sus brazos hacia arriba.

—¿Qué no ves? Es obvio que voy hacia las canchas—espeta con su tono de sarcasmo.

—Tenemos que ir a la biblioteca—le recuerdo—. Así que mueve tu trasero hacia acá.

El sin neuronas se pasa mi cometario por el culo, porque se da la vuelta y sigue caminando hacia ya. Maldito idiota, lo sigo tratando de detenerlo, cosa que no funciona.

—¡Por dios! Con que vamos a trabajar los libros están el biblioteca y allá vamos a estar más cómodos, deja de hacer Raventudeces y…

—¿Raventudeces? —Repite y se gira hacia mi—. Le has puesto un sobre nombre a mis estupideces.

—No lo dije yo, lo acabas de decir tu—respondo—. Deja de hacerlas y vámonos a bibliotecas no tenemos todo el día ya…

—En la biblioteca van a estar todos, en las canchas nadie, solo buscamos la información en el celular y ya—dice sacando su celular y moviéndolo como si fuera obvio—. No es tan difícil.

Abro la boca para contestar, pero me quedo con la palabra a medias cuando veo que Raven sigue caminando, no hay de otra, por supuesto que él me va a ignorar y hará lo que se le dé la gana. Tomo aire y lo sigo. Tiene razón en un parte, en la biblioteca estarán todos, prefiero evitarme los comentarios que dirán.

Entramos a las canchas, Raven se tira al césped, suspiro resignada y también lo hago. Nos quedamos viendo a la nada por unos momentos hasta que el sin neuronas saca su celular y me lo avienta, lo atrapo.

—Busca la información.

Es todo lo que dice y se recuesta sobre el césped.

—Tu no piensas hacer nada o ¿Qué?

—¿Quieres que te ayude?

—Eso sería lo obvio ¿no crees? La presentación es de los dos. Aparte yo no quiero tu celular, toma.

Se lo aviento y logra atraparlo.

—Te lo para que buscaras información, odia todos. Pero como quieras—niega—. ¿Qué busco? —Se levanta y se sienta como indio.

Saco el cuaderno que ocupe en la clase, busco las preguntas que anote en clase, empiezo a dictárselas mientras él las escribe en su teléfono. Bendita tecnología. Intercambiamos papeles, ahora él es el que me dicta mientras yo escribo las respuestas, así estamos por una media hora en la que buscamos la información ¿Por qué no podemos estar de esta manera en la clase de química? Siempre estamos peleando por todo, el acuerdo en qué quedamos hace varias semanas no sirvió de nada. Pero en este momento puedo decir que somos buen equipo trabajando.

Pasamos a la parte de juntar la información, para resumirla y que se nos sea más fácil explicarla. Raven me quita el cuaderno, según él va a resumirla. Dejare que el hombre lo haga, me recuesto sobre el césped y miro el cielo. De pequeña solía con hacerlo con Tara, amaba esos momentos porque se quedaba callada y no molestaba. Siempre ha sido un perico.

Observo el cielo azul que hoy está claro, veo las aves volando, siempre quise saber que se sentía volar, ser libre. Las aves no trabajan, en otra vida quiero ser una ave, sentirme libre por primera vez en mi vida.

No se cuánto tiempo contemplo el cielo, no sentí cuando el sin neuronas se recostó a mi lado. Hago un ademan para levantarme, pero su mano se enreda en mi brazo sin brusquedad.

—No te vayas, ya a acabe—dice soltándome del brazo.

Miro el cuaderno sobre el césped y luego a él. Mi cuerpo reacciona por si solo, me vuelco a recostar a lado de él.




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