Conduce mi dolor

27. Promete que tu no.

Tharir

 Tocó la puerta, sin embargo, nadie me abre. Genial.

Estoy a punto de irme cuando escucho la puerta abrirse giro y Raven está parado inexpresivo con un short de tela gris y una playera blanca, tal vez ya se iba a dormir. No sé qué decir, el sin neuronas en la mañana me ignoro también me ignoro cuando fue por Tara. Dios.

—Em ...

—¿Qué quieres? —Su voz era tan seca que un balazo hubiera dolido menos en este momento. ¿Tan molesto esta?

El té dijo sus sentimientos, luego cuando te pidió que le dijeras algo, le dijiste que él no te gustaba. Lo rechazaste. ¿Crees no está molesto contigo?

Tal vez un poquito.

—Vine a ver cómo seguía Tara, no me contesto los mensajes. —Fueron las únicas palabras que pude articular, pero no eran mentira yo quiero saber cómo sigue la loca. Raven cruzo los brazos y se le marcaron muy bien sus venas y sus bíceps. Trague.

—Está dormida —respondió.

—Oh, bueno eso está bien. — Que alguien me golpee—. ¿Crees que ...?

—No está en condiciones para hablar contigo. Le di un sedante, no creo que despierte hasta mañana — espeto.

En si quería decirle que, si podíamos hablar, pero con ese tonito que se carga mejor no le corrijo.

—Em, lo entiendo, es mejor irme. — Me di la vuelta y caminé hacia mi moto. Raven no me detuvo como siempre lo hace. Me lo merezco.

Llegué a mi casa, me recosté a lado de mi abuela y vimos una novela. Después de hablar con Zacarias fui directo a casa de Tara quería saber cómo seguía, sobre todo si tenía en mente su plan de cortarle las pelotas a David, ella realmente se veía decidida a hacerlo. Ahora tengo que saber cómo es que ella termino ... así, drogada y con marihuana. ¿Cómo la consiguió? Esa era la verdadera pregunta.

Me levante de la cama de mi abuela, estaba decidida a hacer algo, ya llevaba mucho tiempo deprimiéndome en recuerdos y soñando con cosas que nunca iban a ser.

—Estos días hemos andado con los ánimos muy bajos. ¡Así que será nuestro día, abuela! —Declare. Senté a mi abuela en una mejor posición—. Empezaremos con un peinado lindo, ¿te acuerdas cuando tú y mama me trenzaban el cabello. —Mi abuela asintió confirmándolo y por un momento tuvo una sonrisa débil en su rostro—. Hoy me toca a mí peinarte, creo que te hare una trenza o ... em, mejor una corona de trenzas, como el peinado de tu boda.

La foto de la boda de mis abuelos era de las pocas cosas que nos quedamos de nuestra antigua vida en donde teníamos dinero y éramos respetados, gracias a los problemas de mi madre en la preparatoria la reputación de mi familia decayó, sobre todo porque había salido embarazada de Parker un chico de una muy buena familia, mi padre era un miembro de las familias más ricas de Waterfalls, sus padres eran socios de los Dumas. Esas familias son las más valiosas de este pueblo junto con la familia de la rubia amor y paz. Mi familia tenía un taller y dinero, pero no eran importantes, solo unos ricos con suerte.

Yo nunca conocí a mis abuelos paternos, tampoco tengo ganas sé que siguen vivos, pero viven en otro país se mudaron después de la muerte de mi papa. Mi mama nunca conto con ellos, ellos le han despreciado e humillado, así que no, nunca tendré deseo de conocer a los abuelos que obligaron a mi madre abortarme.

Mis únicos abuelos son Adala y Frederick, aunque este último haya cometido errores y casi vender a su propia familia, pero aun así nos quiso. Tenía tan solo tres años cuando el falleció, aun así, recuerdo lo que mi mama le prometió en su funeral que ella recuperaría todo lo que perdieron, se refirió al taller y a la casa en donde crecí. De esa casa solo nos trajimos lo más valioso, como el cuadro de bodas de mi abuela en donde se ve su peinado, una corona de trenzas que sostiene su velo, mi abuela era hermosa de joven y es como ver a mi mama en esa misma foto.

A veces pienso que soy adoptada yo no me parezco en nada a ellas, con su pelo castaño claro, su piel blanca y sus ojos ámbar, yo solo soy una combinación extraña, ojos casi negros, cabello negro, piel bronceada por el sol y pecosa. Mi mama solía decirme que era el vivo retrato de mi papa, pero yo nunca pude encontrar el parecido.

Le hice la trenza a mi abuela sobre su cabeza, sabía que no era buena estilista, pero hice el intento. Le pase el espejo y ella se miró. Sonrió tanto que hasta se le resbalo una lagrima de su ojo y me abrazo.

—Te quiero mucho abuela — susurre—. Te quiero tanto que no sé qué haría sin ti. Promete que tu no me dejaras, prométemelo abuela. —Mi abuela lentamente asintió y me tomo de la mano dándole un apretón.

Pedí una pizza y nos quedamos otro rato hablando, le conté sobre cómo me va en la escuela, el trabajo, hasta le hablé de los cascarones, mi abuela los quería también mucho como a mí. Se que ella no puede decirme nada, pero sé que me escucha.

Esa noche me quede a dormir con ella, nos abrazamos y cerramos los ojos juntas.

***

Me recargué sobre la mesa, en la noche no pude dormir bien, hacia demasiado frio, era obvio ya se está acercando diciembre. Mi mejor mes, guao, nótese mi sarcasmo por favor. Ya casi es el juicio de Caleb, mi abuela y yo teníamos que asistir y verlo a la cara de nuevo. También se cumple un año más de la muerte de mi mama y de la mía, porque ese día yo perdí mi inocencia. Me perdí.

Esta semana me la había pasado con mi abuela, jugábamos juntas, hacíamos todo lo que hicimos en un pasado y eso me gusto.

Sentí a alguien sentarse a mi lado, ya sabía quién era, hoy era jueves, hoy tocaba química. Después de días en donde él sin neuronas me estuvo evitando hoy para su mala suerte le tocaba estar conmigo de nuevo. Un impulso me hizo querer hablarle, pero me contuve, tenía que contenerme. Había decidido a no ser egoísta, a dejar que él se olvidara de mí, los malos y los buenos momentos que teníamos serian borrados. Pero era esto o dejar que Raven o mi abuela paguen el coraje de Caleb.




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