Conduce mi dolor

32. Y tu a mi.

Raven

 

Abrí la puerta de mi casa, entre con Tharir y le dije que subiera a mi cuarto en lo que yo regresaba por las bolsas que deje en la banqueta, fui corriendo por ellas ya no servía de nada que me tapara estaba más empapado que nada. Solo a mí se me ocurre ir por unas cervezas a mitad de la lluvia, pero juro que hace veinte minutos solo eran pocas gotas. 

Al parecer nunca nada está de mi parte.

Regresé hacia la casa y subí rápido a la habitación, Tharir estaba sentada en el sofá viendo hacia la nada hasta me dio miedo. No sabía qué hacía aquí cuando la vi de inmediato la reconocí sobre todo por sus botas y su chaqueta. Hace rato habíamos peleado o algo así y ahora otra vez yo Raven Dumas le abría las puertas para que me pisoteara como se le diera la gana porque ella nunca me iba a decir la verdad, ella nunca me contaría sus problemas y yo siempre estaré ahí para ella. Fue verdad cuando le dije que la esperaría, tal vez parece que soy un idiota detrás de una chica que ni un hola me da, pero aquí sigo intentando que la maldita perdición me corresponda.

Grandísimo idiota que soy.

Valórate, amigo.

—¿Que te paso? —Me acerque a ella—. ¿Por qué estabas aquí afuera? — Me quite la chaqueta mojada y las botas mientras esperaba una respuesta de Tharir que solo veía a la nada—. ¿Estás bien? Deberías quitarte las botas y la chaqueta te vas a enfermar.

Tharir por fin reaccionó y se quitó la chaqueta y enseguida las botas con sus calcetas, no sabía si se iba a quitar algo más así que entre a mi baño por unas toallas, me quite la playera y me puse una sudadera que tenía en el baño aventada, tome las toallas y salí del baño, Tharir se limpiaba el rostro con la toalla que le aventé.

—Puedes ir al baño y darte una ducha, ahorita te paso un short y ropa interior nueva — dije. Tharir asintió y eso hizo. En lo que ella estaba adentro yo me quite el pantalón y me puse un short de tela, luego me saque el cabello. Después de Tharir me podía dar un baño yo.

No le iba a pedir una explicación por el momento, ella en estos momentos se veía diferente, no me había insultado y tampoco había hablado, así que definitivamente a la odia todos le pasaba algo. Vi la chaqueta tirada y al momento de levantarla para ponerla en otro lugar algo se cayó del bolso, era una bolsa con ...

—Mierda — susurre. Lo que estaba en la bolsa era droga.

¿Por qué Tharir tenía droga? ¿Acaso ella se droga? Negué a mis pensamientos, sabía que ella fumaba, pero ella no era capaz de consumir esta porquería o, ¿sí? Levanté la bolsa y caminé hacia al baño di tres toques susurrando su nombre y en ningún momento abrió, solo se escuchaba la regadera.

—¿Tharir? —Repetí—. ¿Pasa algo? ¿Por qué no contestas? ¿Sucede algo?

No recibí respuesta.

Sabía que lo estaba a punto de hacer no era bueno, pero tenía que saber si ella está bien, a parte esto de encontrar la bolsa con coca no ayudaba mucho.

Al momento de abrirla vi a Tharir sentada en la regadera con la cara hundida en sus brazos, el agua le caí encima.

—¿Qué pasa? ¿Estas ...? — Me acerque a ella tratando de levantarla solo que ella negaba. ¿Ahora que hago? —. Tharir por favor dime algo, ¿qué te sucede, pequeña?

Alzó su rostro y sus ojos estaban rojos y con lágrimas. Me senté a lado de ella, el agua de la regadera seguía cayéndonos, podía cerrar la llave, pero sabía que nos íbamos a congelar así que la deje abierta.

Tome a Tharir del rostro e hice que me mirara.

—¿Que te está pasando? Dime, por favor —susurre—. Por favor dímelo ...

—Si te lo digo ya no verás igual ...

—Siempre te veré de la misma forma, no hay nada que me haga cambiar de parecer, tú eres un granito en el culo y así siempre será — sincere—. Dímelo.

Tharir negó. Sabía que tampoco podía presionarla a que me contara, tal vez un día de estos ella seria honesta ... Abrace a Tharir y la recosté sobre mi pecho, me acabo de dar cuenta que está en sostén, desvíe mi mirada hacia la pared...solo que unas marcas en su espalda me llamaron la atención, parecían ... parecían quemaduras de cigarro, intencionalmente baje mi mano hacia una de esas cicatrices y toque, Tharir inmediatamente se tensó y se enderezó.

—No me toques – pidió.

—No fue mi ...— No pude articular ninguna palabra ya que cuando se sentó pude ver más marcas de cigarro—. ¿Esas son ...?

—Quemaduras de cigarro. — Terminó por mí.

—¿Por qué las tienes? ¿Quien ...?

—No me veras igual si te lo cuento — susurro tan débilmente que apenas y pude escuchar.

No dije nada en cambio la volví abrazar y la recargué en mi pecho. Ella no se inmutó. Nos quedamos un rato en silencio solo se escuchaba el agua cayendo de la regadera, ni me di cuenta en qué momento le empecé acariciar el cabello, tampoco me moleste en quitar mi mano, me gustaba estar así, era la primera vez que tenía a Tharir de esta forma, ella se veía tan vulnerable. Hace unas horas ella había dicho que ninguno nos conocimos en nuestra mejor etapa, pero yo siempre vi todo lo bueno y vulnerable en ella. Detesto admitirlo, pero esta mujer es única ...

—¿Sabes Raven? —Llamó mi atención—. Eres el típico chico malo de los libros y las películas, pero en realidad eres un chico bueno.

—Me gustan los clichés — bromeé.

—Si te gustan entonces, ¿quién es la chica tierna y linda que robo el corazón de Raven Dumas?

—En ese cliché no estoy de acuerdo ya que la chica que tiene toda mi atención es una altanera, arrogante, antipática, desagradable, odia a todos, es rencorosa y se llama Tharir Davis, alias la maldita perdición.

Nos quedamos un momento en silencio.

Tal vez había vuelto hablar de más.

Mi primer nombre es perder la dignidad.

—¿Por qué tienes que ser así conmigo? Yo no te puedo dar lo que tú mereces, Raven. Yo no soy lo que tu mereces.




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