Conduce mi dolor

35. Amiga perdida.

Zacarias

Me apresuro a llegar al lugar de la cita, me acomodo la chaqueta café de piel, me paso la mano por el cabello nerviosamente. Maldigo diez mil veces a Abdón por no dejarme salir temprano.

Tomo mi teléfono cuando una llamada me entra que es de Tara.

—Bueno. Ya voy en camino…ya…

—¡Te necesito urgentemente! —grita del otro lado de la línea, me preocupo.

—¿Qué pasa? ¿En dónde estás?

—Ven a casa de Tharir, en el camper, por favor.

—Voy para allá.

Me coloco mi casco y me subo a la motocicleta. En primera su tono no me gusto y mucho menos la idea de que ella este en casa de Tharir, sé que eso no significa nada bueno. Trato de relajarme y no hacerle caso a todas las ideas que rodean mi mente, en este momento ellas pueden jugarme una mala jugada.

 Realmente no era la cita que esperaba, hubiera preferido una salida al cine o algo así, lo normal, no estar en casa de una de nuestras amigas. Pero en cualquier lado con esa chica es perfecto. Esa chica realmente se metió en mi cabeza.

Decidí meterme a página de citas, solo por curiosidad y porque un amigo del trabajo me registro, según él estaba muy solo y había sido rechazado por la persona que creí que me gustaba, supongo que me vio muy solo como para registrarme en una de esas páginas. Lo que fue más loco fue que yo acepté, honestamente me dije a mi mismo vale ya estas, necesitas salir con alguien y fui a la dichosa casa en donde se supone que nos reuniríamos todos.

Nos explicaron que tendríamos cinco minutos para hablar con cada persona, que cada que se tocara la campana cambiaríamos de pareja y luego habría un tipo banquete.

—¿Cuál es tu nombre? —me pregunto una chica con cabeza rapada, iba a responder cuando ella me callo con su mano—. No me lo digas yo puedo adivinarlo, se sobre brujería.

No dije nada cuando ella saco una baraja y empezó a barajear perfectamente que hasta me sorprendí de lo rápido que lo hacía. Saco la primera carta.

—La muerte—me miro para estudiar mi expresión, pero solo estaba serio, ya quería largarme de aquí—. No es la tuya, es de alguien muy cercano a ti. Veo a una mujer joven, tú la quieres.

Me removí incomodo en mi lugar.

—Creo que es suficiente. —Le detuve las manos antes de que sacara otra carta—. Yo no creo en esto y no me gusta que me digan que alguien está a punto de morir, de verdad, así que mejor quedemos en silencio hasta que se toque la campana.

La chica no dijo nada, solo guardo sus tarjetas. Solo veía mi reloj tratando de olvidar las palabras que está loca me había dicho, no le creía nada. Yo no creo en esto, solo es puro chisme inventado.

Las otras tres chicas no estaban mal, para que miento, estaban locas, una me ofreció una noche de sexo junto con un hombre, respeto los gustos, pero no son los míos. Con otra chica todo iba bien, hasta que me dijo que le encanta experimentar cosas, que cuando tuviéramos un hijo lo sacrificaría, y la otra me hablo de dios y el infierno. ¿En este lugar no había gente normal acaso?

Llego la hora del banquete y decidí quedarme porque tenía bastante hambre, me habían hecho pasar por ratos incomodos, mínimo me merecía un plato estupendo. Tomé un plato y me serví de todo un poco: lasaña, espagueti, ensalada y arroz. Tomé un vaso de soda y me fui a sentar a una mesa en donde todo estaba perfecto, había gente hablando por aquí y por allá, no me intereso.

Llevaba la mitad de mi plato cuando note como una chica con un vestido de flores y su cabello castaño en una trenza estaba tratando de servirse, pero tenía como tres platos, era imposible que lo lograra. Y yo como buen chico y caballeroso que soy me anime ayudarla con sus tres platos, me preguntaba si eran para ella.

Llegue a su lado.

—¿Te ayudo?

La chica dio un grito ahogado con un pequeño salto y soltó los platos que tenía en sus manos y uno lo arrojo a mi playera blanca.

—¡Mierda! —dijimos al unísono.

La chica se tapó la cara con las manos, empezó a negar con la cabeza repitiéndose lo estúpida que era.

—Está bien, está bien—le dije, tomé una servilleta y empecé a limpiarme la ensalada de mi playera.

La chica pareció regresar a la realidad y tomo varias servilletas limpiando mi playera con ellas, se disculpaba a cada rato.

—Fue mi error, yo te asuste. —Seguí limpiando mi playera.

—Disculpa, pero realmente estaba muy nerviosa, luego tu…luego paso…ah. ¡Joder!

No pude evitar reírme, luego la chica estrello la palma de su mano en su frente.

—Soy un desastre, mi amiga siempre me lo dice, luego también hablo mucho y no me callo hasta que encuentro una solución y esa solución la tengo cuando hablo mucho, así que tengo que hablar para encontrar una solución…Doy pena ajena, lo sé.

—A mí me causa risa…

—¡Genial, ahora soy un payaso! —resopla.

—No, no quería decir eso, solo que hablas muy rápido, pero nada del otro mundo—le digo con una pequeña sonrisa—. Creo que eres de las personas más normales que existen y que he conocido hoy.

La chica sonrió y pude ver sus ojos verdes claros, eran realmente lindos, lindos como ella.

De un momento a otro estábamos sentados en la mesa hablando sobre las citas de cinco minutos que tuvimos.

—Él me dijo que podíamos tener una relación poliamorosa, el elegia una pareja y yo otra, un momento lo consideré, porque nadie te ofrece tener dos novios al mismo tiempo, así que me dije a mi misma que porque no lo intentaba, luego recordé que eso no sería para nada agradable, también que vengo de una familia descendente.

—¿Pero a ti te gustaba la idea de tener dos novios? —cuestione.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.