Tharir
Cuando camino por el pasillo, los enfermeros, doctores, compañeros y mi psicóloga me aplauden. Sonrió, decidí que de ahora en adelante sonreiré, bueno, no siempre.
Muchas chicas ven mis quemaduras con una mueca, no me importa, ya no quiero ocultarlas. Son solo mías. Si alguien quiere verlas les cobraré por la foto.
Al final del pasillo veo a Jude, mi psicóloga, me recibe con un abrazo y una enorme sonrisa.
—Lo lograste, pequeña.
—Lo se.
Me da otro abrazo, luego me encamina hacia la salida.
Las puertas se abren y mis ojos se llenan de lágrimas al ver a mis amigos y mi familia reunidos afuera esperándome.
Corro hacia ellos abrazando a mi papá, el me abraza con fuerza y me susurra lo mucho que está orgulloso de mi.
Me aviento a los brazos de mis padrinos, que me dan muchos besos en la cabeza.
—Estamos sumamente orgullosos de ti —me dice Owen y Juan le limpia las lágrimas—. Ya eres una mujer completamente y te pareces demasiado a tu madre.
Me rio porque ya no quiero llorar.
—Mi mamá estaría muy feliz de saber que criaron a una niña estupenda. — Le doy un beso a cada uno en la mejilla.
Abrazo a mi abuela que sonreí, me da un beso enorme y yo le doy otro. Ella es mi segunda mamá, es la persona más importante para mí.
—Gracias por no dejarme —le digo a mi abuela—. Cumpliste tu promesa.
Le limpio las lágrimas que se deslizan por sus mejillas y le doy un beso en la frente.
Me levanto y camino hacia la persona que siempre me ha apoyado desde el inicio.
—Me das un abrazo, TE. TE. — Por primera vez soy la que se lo pido.
Tara niega entre lágrimas, luego se abalanza hacia mí en un enorme abrazo, que hasta soltó el globo que traía en las manos.
—Por supuesto que te doy uno, TE. TE .— Nos abrazamos fuertemente. Nunca se lo he dicho y creo que ya es hora.
—Tú no eres mi amiga, Tara, tú eres mucho más que una hermana.
Ella sonríe de oreja a oreja.
—Espere demasiado tiempo para que me lo dijeras.
—Pero no te acostumbres a que te lo diga, solo será por esta vez — remarcó.
—Seguiré intentado hasta que lo vuelva a escuchar.
Tara mira hacia el cielo y maldice al ver el globo en el aire.
Niego entre risas y me giro hacia otra persona que ha sido muy importante para mí, nunca me ha dejado sola a pesar de todo lo que le he hecho pasar. Mi hermano, no tenemos la misma sangre, pero eso que importa.
—Ven acá, grandulón.
No duda en abrazarme que hasta me levanta los pies del piso y me da una vuelta en el aire, no puedo evitar reírme. Me baja al piso y me da un beso en la nuca.
—La pequeña, Tharir, ya es toda una mujercita — me dice con una sonrisa—. Aunque sigo siendo más grande que tú.
—Un día me pondré tacones y te seré más grande que tú.
Se ríe.
—Sabía que lo lograrías, siempre has sido fuerte y valiente.
—Gracias por no darme la espalda después de haber roto nuestra promesa. No te fuiste.
—Aunque quisiera, siento que tu mamá me jalaría las patas en la noche.
Le golpeó la cabeza y todos reímos.
Luego miro a quien no esperaba que estuviera aquí, está comiendo un helado ignorando a todos, pero tiene otro helado en su otra mano. Me acerco hacia él y sus ojos azules me miran, sus mejillas se vuelven rojas y se tapa la cara.
—Pequeño diablito.
Se destapa la cara.
—Hola, novia. —Un sonrojo aparece un rostro.
—Pero que atrevido jovencito, pero está bien — le revuelvo el cabello castaño, pero conmigo no se queja.
—Este es para ti — me entrega un helado, y yo lo acepto con gusto.
—Muchas gracias — le doy una lamida a mi helado que ya se está derritiendo.
—Hoy te ves muy bonita — me dice y se le sonrojan más las mejillas.
—Tú también te ves muy bien hoy, Ian.
Juan y Owen entran a la clínica a firmar unos papeles. Y por mi medicina, porque si, ahora tengo que tomar ciertas medicinas para controlar mi temperamento. Según soy mu impulsiva.
Yo con mi helado veo hacia la entrada esperando ver a alguien que no está aquí.
¿Que esperaba que me estuviera esperando aquí con un ramo de flores? Por supuesto que no. Raven no tiene la obligación de esperarme, si él ya encontró a alguien que lo haga feliz, está bien, Raven hizo mucho por mí y nunca se lo agradecí. Para que me miento, obviamente que quería que estuviera aquí, quería verlo. No deje de pensar un solo minuto en él, me quería recuperar por mí, pero en parte también por él, para cuando estuviéramos listos para iniciar algo fuera completamente sano. Fue más de un año el que estuve internada, él ya está en la universidad haciendo otra vida.
Ya no me amargare pensando en lo que pudo ser.
Miro a Tara que revisa su teléfono, le podría preguntar sobre él, pero este no es el momento.
Juan y Owen salen de la clínica, nos dicen que ya está todo para irnos. Tomo la silla de ruedas de mi abuela y me la llevo hacia la camioneta, Tara se sube en un carro con Zac e Ian, los demás nos vamos en la camioneta de mi papá.
Miro hacia la clínica en la que estuve demasiados meses, no creía que pudiera mejorar, siempre creí que me quedaría estancada en el pasado, en los recuerdos y en el dolor. No fue así, salí adelante como toda una guerrera.
Baje mis muros y ya soy feliz.
Mire hacia la carretera, ¿esperando que? A él.
Sacudo mi cabeza regañándome a mí misma, ya estaba, tenía que dejar mi cara triste y sonreír. Subí a la camioneta y nos pusimos en marcha a casa de mi papá.
En todo el camino mis padrinos me preguntaron por mi rehabilitación, por cómo me comporté y todo eso. Les hablé con la verdad, que en los primeros meses solo quería irme, pero luego me di cuenta de que tenía que salir adelante por mí misma, por ser feliz conmigo misma.