— Pueden quedarse aquí esta noche— Ryan ofreció amable. Mientras volvía a asegurar la puerta— Pero no hagan mucho ruido. Esas cosas estarán agitadas por todo ese alboroto— Aconsejó de forma amable.
Juxta observó el lugar, era una casa humilde. Apenas iluminada por una vela. Que sostenía una chica de cabello rubio que no conocía. Un lugar probablemente temporal.
Ella debía ser su hermana, pensó, se parecían mucho… compartían el mismo color de cabello, ojos y rasgos faciales. La verdad, se la había imaginado más pequeña en su mente, pero la chica debía tener su misma edad aproximadamente.
— Disculpen las molestias— Leo habló agradecido— Nos iremos en la mañana.
Charlotte le dedicó una mirada curiosa a los recién llegados ¿Qué tenían de especial? Ryan no era de invitar gente a sus refugios, menos de salir y ayudar a extraños en medio de la noche. El chico había cambiado mucho estos últimos meses.
— No lo son, para nada— Ryan corrigió, dedicándole una mirada a Juxta— Tómenlo como devolver un favor— Sonrió.
Juxta asintió. Era bueno recibir ayuda de otros de vez en cuando.
Minutos más tarde. Charlotte les sirvió a las visitas un poco de la sopa de tomate que tenían, agotando las últimas dos latas de su reserva.
— Es poco, pero servirá para llenar el estómago— Ella se disculpó.
— Muchas gracias, nuestras mochilas con suministros se cayeron en la persecución, en la mañana podremos recuperarla, y devolverles el gesto— Leo prometió. Al notar que se estaban comiendo las pocas provisiones que ellos tenían.
— No es necesario— Charlotte negó amablemente, se las habían arreglado antes, podían volver a hacerlo. Se sentó frente al chico— Creo que se conocen— Comentó, al ver como Ryan conversaba de forma animada con el chico de cabellos oscuros, al otro lado de la habitación, aunque este último más asentía que hablar— Aunque no me había hablado de él…
— Eso creo— Leo miró de reojo a los dos. Juxta tampoco le había hablado de aquel chico, lo cual era extraño, se supone que entre ellos no había secretos. Una punzada de celos lo invadió, trató de sofocar aquel sentimiento en su interior tan rápido como apareció— Ahora que lo pienso, no me he presentado cómo se debe— Intentó cambiar el tema— Soy Leonardo, pero me dicen Leo, un gusto conocerla ¿señorita?
— Charlotte, mi nombre es Charlotte— Ella sonrió.
— Un gusto— Devolvió la sonrisa.
Charlotte estaría cerca de la edad de Juxta, aunque tenía un aire inocente, su cabello era rubio y ondulado, y sus ojos de un azul profundo. Era una persona que llamarían bonita a la vista sin duda alguna.
— ¿Te sirvo más sopa, Leo?
— Por favor.
Al otro lado de la habitación, los dos chicos mantenían una conversación.
— Pensé que no volvería a verte después de esa noche— Ryan confesó.
Habían pasado tantos meses, que no sabía lo mucho que ansiaba verlo, hasta que lo tuvo frente a él.
— No congeniamos en persona, pero pude leer tus notas— Juxta le extendió la última, algo arrugada, al final la había guardado.
— Pensé que las tirabas, como siempre había un papel diferente.
— No podía tirarlas— Él admitió en un susurró, mirando el plato hondo que contenía aquella sopa de tomate.
— ¿Qué sucede, no te gusta la sopa de tomate?
— Es solo que no tengo hambre…
— Está bien. No tienes que beberla ahora— Ryan dijo comprensivo— Por cierto, fue impresionante lo que hiciste allá afuera, mataste a dos acechadores tú solo con un cuchillo.
El chico seguía sorprendiéndolo cada vez más.
— No fue la gran cosa— Juxta le quitó importancia— Y… ¿Dijiste acechador? — Levantó su mirada gris, curioso.
— Si, ahora también les llamo así. Te culpo por ello— Rio.
— ¿Cómo puede ser eso mi culpa? — Él ladeó la cabeza, sin comprender.
Ryan sonrió, había extrañado a este chico.
Más tarde, Charlotte les entregó cobijas suficientes para no pasar frío en aquella habitación.
— Pueden dormir aquí— Les informó.
— Gracias— Juxta asintió.
— Ha y se me olvidaba, ten— Le extendió unas prendas a Leonardo— Son de mi hermano. Estás empapado en sangre de esas criaturas, será mejor que te cambies antes de que apestes.
— Muchas gracias— El chico agradeció.
Hasta ese momento se había sentido bastante incómodo, cubierto por aquella baba amarillenta, asquerosa y pegajosa, por lo que la ropa nueva era bien recibida.
— Si necesitan algo más, pueden pedirlo. Ryan hará la primera guardia, yo lo relevaré más tarde.
— Entendido. De nuevo, muchas gracias.
— No hay de qué— La chica cerró la puerta al irse.
Juxta y Leo se quedaron solos en la habitación. Este último no perdió la oportunidad para saciar su curiosidad.
— Jux ¿Dónde?...
— Hace tres meses, la noche tormentosa que no pude volver— El pelinegro contestó simple, sabía a dónde se dirigía la conversación y optó por ser sincero.
— ¿Por qué no me lo contaste? Son gente buena, podrían ser de ayuda en el campamento.
— A Ryan no le gustan los campamentos.
— Ya veo, aunque…
— Habla con ellos mañana si quieres— Sugirió, cubriéndose con las cobijas, estaba agotado. Solo quería dormir un poco.
— Claro, se los propondré mañana— Leo asintió, también cubriéndose con las mantas.
El chico de cabellos oscuros estaba por quedarse dormido cuando Leo volvió a susurrar.
— Juxta…
— ¿Mm?
— ¿Dormiste con ese chico?
— Ya conoces nuestro acuerdo— Él murmuró medio dormido.
— Si, lo conozco…
Le costó conciliar el sueño después de eso, debido a los celos que trataba de no sentir, Juxta tenía razón, reclamarle no era parte del acuerdo que ellos tenían.
Abajo, Charlotte se sentó en el sillón, al lado de su hermano. Tenía demasiadas preguntas como para ir a descansar.