Eran alrededor de las siete de la mañana, cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte. Su turno nocturno estaría pronto a terminar.
El resto de la noche había sido ameno, con los dos teniendo una fluida conversación. Aunque Ryan era el que tomaba en su mayoría la iniciativa, dado que el pelinegro muchas veces optaba por responder con gestos y asentimientos, al no ser muy bueno con las palabras, pero poco a poco se iba soltando en aquel aspecto.
— Mi futuro ya estaba decidido, seguiría los pasos de mi padre y me convertiría en general como él. Quien diría que el entrenamiento que recibí en la academia militar me serviría de esta forma— Comentó.
— ¿Cómo te llevabas con él? — El chico de cabellos oscuros preguntó con curiosidad.
— ¿Con papá? Bueno, él era un hombre… digamos que serio. No demostraba mucho sus sentimientos por otros. Bueno, digamos que le importaban más los resultados académicos que ese tipo de cosas. Las habilidades blandas no eran lo suyo.
— Distante entonces— Juxta comprendió.
— Es una perfecta palabra para definirlo— Ryan concedió— Mamá por otro lado, era más cariñosa, pero pasaba en desfiles y grabaciones, así que era poco el tiempo que la veía. Ambos se encontraban en un viaje por Europa cuando todo comenzó, Charlotte aún cree que pueden estar vivos, pero ya han pasado cinco años, o se olvidaron de nosotros o ya son una de esas cosas.
— Ya veo…
— En fin ¿Cómo eran tus padres? — Cambió el foco de atención hacia Juxta, hablar de sus padres no era de sus temas preferidos.
— Mamá era cazadora, y una muy buena. Su padre deseaba un hijo, pero ella nació en su lugar, aun así, le enseñó el oficio, y mamá terminó por enseñarme a mí.
— Ahora comprendo de dónde viene tu manejo con las armas ¿Qué hay de tu padre?
— Bueno él…
La conversación se vio interrumpida cuando los chicos que debían relevarlos subieron las escaleras. Era hora de irse.
— ¿Quieres terminar nuestra conversación en el comedor? — Ryan preguntó.
— Prefiero ir a dormir, pero gracias por la invitación— Él rechazó amablemente.
— Pero no has comido nada, no creo que sea una buena idea ir a la cama con el estómago vacío.
— Estaré bien, no te preocupes— Juxta se despidió.
Ryan lo vio irse, algo preocupado, y decepcionado de no haber podido compartir más tiempo con él.
Más tarde, se encontró en el comedor con Charlotte y Leo, quienes conversaban animadamente mientras desayunaban.
— Me parece una muy buena idea, Char. Solo debes implementarla— El chico de cabellos castaños, animó.
— Ryan— Su hermana sonrió al verlo— Le contaba a Leo sobre mi idea de hacer clases a los chicos más jóvenes. La mayoría no sabe leer o sumar bien, y me parece que es algo no menos importante.
— Eso suena bien— Asintió y se sentó con ellos— ¿Quién será el profesor?
— Como la idea fue de Charlotte, le estaba diciendo que ella sería una perfecta profesora, es amable, tiene paciencia y los niños la adoran. La escucharán.
— No sé si soy todo lo que describes— La chica se avergonzó ante los elogios— Pero me gustaría llevarla a cabo. Necesitaremos cuadernos, libros y lápices. Y acondicionar un salón para las clases.
— Me encargaré de tenerlo todo para mañana— Leo se comprometió.
— Excelente, comenzaré hoy mismo a crear el plan de estudios— La rubia sonrió, estaba emocionada por la idea.
— Por cierto ¿Dónde está Jux? — El chico de cabellos castaños interrogó al recién llegado.
— Estaba agotado. Fue directo a descansar— Ryan se encogió de hombros.
— ¿Sin desayunar? — Leo alzó una ceja, y luego suspiró— Iré a dejarle algo de comer, antes de empezar mis labores en la cocina— Se levantó algo frustrado ante la noticia. Su compañero era muy terco.
— No te preocupes, le prometí llevarle algo de comer luego y él aceptó— El rubio lo detuvo— Él… quería tomar una ducha antes— Agregó.
¿Por qué estaba mintiendo?
Charlotte le dedicó una mirada confundida ¿No había dicho que Juxta iba a dormir?
— Bien, asegúrate de que coma algo. No puede seguir saltándose sus comidas— Leo aceptó, tenía muchas tareas que realizar ese día como para discutir.
— Claro— Asintió.
— Nos vemos luego, entonces.
El chico fue a cumplir con sus obligaciones diarias.
— ¿Qué fue eso? — Su hermana lo interrogó apenas se quedaron solos.
— ¿Qué fue qué? — Ryan se hizo el desentendido.
— Sabes a lo que me refiero, sé cuándo mientes Ryan, la cosa es ¿Por qué?
— Te estás imaginando cosas, Char. Mejor ve a trabajar en el plan de estudios, yo iré a dejarle algo de comer a Juxta y me iré directo a dormir— Bostezó.
— Entonces es eso, querías ir a verlo de nuevo, por eso le mentiste a Leo— La chica se iluminó— Parece que la guardia nocturna fue más que interesante— Le molestó— Eres rápido para moverte, hermanito.
— No alimentaré tus desvaríos, Charlotte— Ryan terminó su desayuno y se levantó.
— Ya veremos si son desvaríos cuando me des la razón— Ella le enseñó la lengua, infantil, antes de que se fuera.
Ryan tomó una bocanada de aire antes de golpear levemente la puerta de la habitación de Juxta. Iba a tocar una segunda vez, cuando un soñoliento chico le abrió.
Su cabello oscuro estaba ligeramente desordenado, y sus párpados se entrecerraban con facilidad. Llevaba puesto solo una camiseta negra, aunque esta era larga y cubría su piel pasada de sus muslos.
— ¿Sucede algo? — Preguntó él con voz perezosa.
Ryan tardó un tiempo en responder, esta visión del chico era nueva para él, quizás hasta tierna. Tragó saliva al ver sus esbeltas piernas desnudas. No las habías apreciado bien el día de la tormenta por el nivel de alcohol en su sangre, eran simplemente seductoras a la vista. No, basta, no estaba ahí para fantasear, se obligó a si mismo a centrarse.