Conectados

Capítulo 18: Una dulce mañana.

Abrió sus párpados, confundido por el peso extra sobre él, lo primero que divisó fueron esas perlas grises con una leve tonalidad ambarina, observándolo atentamente, de manera hambrienta, se preguntó internamente ¿Qué estaba sucediendo?

— Jux…

No alcanzó a decir el nombre completo del chico cuando este se le abalanzó.

Fue un beso frenético, apasionado, el pelinegro había juntado sus labios en un intento febril por calmar sus ansias. Ryan se sorprendió al principio, pero sin tener un motivo claro para alejarse, reposó sus manos en la cintura del contrario y profundizó aquel beso.

Prendas de ropa fueron pronto a parar al suelo, la camisa del chico fue una de las primeras. Ryan besó su cuello con cariño, para luego bajar lentamente y rendirse ante su suave piel. Besando y mordiendo, mientras Juxta soltaba pequeños suspiros.

Aquella noche tormentosa, que se repetía de forma constante en sus sueños, no sé comparaba con el ahora. Esta vez, estaba en sus cinco sentidos, podía sentir con claridad la respiración del chico, su calor, su olor, todo era más nítido en ese momento. Más intenso, más maravilloso.

Juxta era impaciente, desabrochando su pantalón mientras sus lenguas se encontraban en un candente beso, hambriento y febril, como si quisiera devorarle hasta el alma. Y Ryan decidió que le daría esta última sin pensar.

Piel contra piel, ardiendo, en aquella fría mañana.

 

En el campamento, Leo movió sus brazos en un intento por calmar el pequeño eco de dolor que aún seguía calando en sus huesos. Consecuencia de la fiebre tan alta que había experimentado la noche anterior. Se encontraba caminando por la comunidad, supervisando. Charlotte le había insistido en que descansará, antes de irse a sus clases, pero ya se sentía bien, sería un desperdició perder un día por estar en cama sin hacer nada.

— ¿No deberías estar descansando? — Escuchó a sus espaldas. Volteó encontrándose con la mirada oscura y acusadora de Alicia— Escuche que casi nos dejas anoche. Habría sido una lástima, no tendría con quien discutir.

Leo sonrió, era la forma que tenía la chica de expresar su preocupación. Sabía que en el fondo ella lo apreciaba, a su manera, claro.

— Ya me siento mejor— Se encogió de hombros, despreocupado— Además, no puedo desviarme de mis tareas. El campamento me necesita.

— Charlotte y yo nos encargamos bien de todo anoche, y podemos volver a hacerlo, vuelve a descansar.

— Insisto.

Alicia negó, no valía la pena discutir ahora, y menos con un casi moribundo. Aunque ganas no le faltaban, discutir con Leonardo era casi un deporte para ella.

— ¿Sabes qué lo causó? Tu fiebre.

— Pueden haber sido varios factores, uno de ellos el cansancio— Pensó. A lo que ella hizo un gesto, de “ves, es precisamente de eso de lo que te habló”— O algún tipo de resfrío asintomático hasta que mi cuerpo lo combatió. De todas formas, ya me siento bien.

— Eres igual de terco que Juxta— Alicia suspiró.

— Jux… ¿Aún no ha vuelto? — No pudo evitar preguntar ante la mención del nombre del chico, aún tenían asuntos pendientes que resolver, algunos más importantes que otros.

Ella negó.

— Debió haber quedado atrapado en la tormenta, Ryan fue por él, tampoco ha vuelto. De todas formas, no vale la pena preocuparse, sabes cómo es Jux. Siempre vuelve sano y a salvo.

— Si… lo sé.

— Leo ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Dime.

— ¿Pasó algo entre ustedes? ¿Volvieron a discutir?

Alicia sentía curiosidad, desde que Ryan había acudido a ella esa tarde para buscar al pelinegro, sin darle mayores pistas de lo sucedido. Si bien le había dicho que Juxta acostumbraba a salir de caza, él siempre avisaba, a menos que… tuviera un problema con cierto chico de cabellos castaños.

Leo soltó un suspiró, dándole a entender a la pelinegra que sí había sucedido algo.

 

En la cabaña, Ryan abrazó por la espalda al chico, cuando este abotonaba su camisa, le ayudó en esta última, ganándose una pequeña risita de su parte cuando le costó abotonar el último botón.

La risa de Juxta era única, deseaba ser la razón de esta para siempre. Besó su mejilla.

— También deberías terminar de vestirte, deben estar preocupados por nosotros en el campamento— Él susurró.

— Comprendo, aunque…— Ryan lo volteó para apreciarlo mejor, con su cabello alborotado por la reciente actividad y sus ojos grises profundos, ahora confundidos— Solo un par de besos más.

Juxta sonrió.

— Está bien. Solo un par más— Optó por ceder.

No recordaba la última vez que había sentido tanta calidez.

 

Por otro lado, en el campamento, Leo no tuvo más remedio que contarle lo sucedió a Alicia.

— Estábamos algo pasados de copas, dijimos e hicimos cosas que no fueron apropiadas, es todo— El chico trató de ser lo más reservado al respecto. Sin mencionar la mordida.

La omisión de información no pasó desapercibida para Alicia, pero ella no era lo suficientemente chismosa como para entrometerse más allá.

— Solo tengan cuidado, estoy al tanto de su extraña relación, y déjame decirte lo mismo que le dije a Juxta en su momento. Nada bueno saldrá de esto, siendo ambos líderes de la comunidad, cualquier pleito que tengan nos afectará, ya sea directa o indirectamente.

— Somos conscientes de eso, y no, no estamos en una relación— El chico fue serio.

— Leo… No me mientas y no te mientas a ti mismo, es claro que desarrollaste sentimientos por él, esto va más allá de algo sexual. Tus celos son muy evidentes cuando ese chico, Ryan, ronda alrededor de Juxta— Alicia se cruzó de brazos, para puntualizar su declaración.

— Yo no… yo…

— Solo trata de mantenerlos bajo control. Porque si Juxta elige a ese chico por sobre ti, no habrá nada que puedas hacer.

Era cruel, si, Alicia estaba consciente de ello, pero era la verdad. Podría no caerle del todo bien el chico, apreciarlo a su manera, pero Leonardo necesitaba que alguien le abriera los ojos y le dijera la verdad, sería aún más cruel no decirle y verlo ahogarse en la fantasía que él mismo se había creado.




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