— Se supone que debías descansar— Charlotte lo regañó mientras lo ayudaba a recostarse en su cama, luego de minutos atrás encontrarlo en el patio con Alicia y obligarlo a volver a su habitación.
— Lo siento— Leo se disculpó, con su mano derecha sobre su frente, la jaqueca que experimentaba era horrible— ¿Podrías? — Apuntó en dirección a la ventana.
— Claro— La chica comprendió y cerró las cortinas.
El castaño sintió un ligero alivio cuando la habitación se oscureció.
— Gracias.
— No hay de qué, ahora descansa un poco. Debes recuperarte bien si quieres volver a tus funciones, don terquedad.
— Sí, sí— Cubrió su cabeza con la almohada.
— ¿Seguro qué estarás bien? — La chica estaba preocupada. La jaqueca del chico parecía ser terrible.
— Si, solo necesito dormir un poco— Murmuró.
Charlotte asintió, no le quedaba de otra que creerle por ahora.
— En unas horas te traeré algo para comer, descansa.
— Charlotte— Le llamó antes de que ella se fuera.
— ¿Sí? ¿Necesitas algo más?
— Por favor avísame cuando llegué Juxta, necesito charlar con él.
La rubia hizo una mueca. No le parecía la mejor opción, Leonardo debía descansar, y si ellos dos estaban peleados una conversación no ayudaría.
— Está bien, yo te aviso. Ahora descansa— Terminó por ceder y salió de la habitación.
Leo se permitió relajarse, tanto como su dolor de cabeza lo consintió.
Juxta y Ryan terminaron por llegar al campamento, el pelinegro estacionó la camioneta en el lugar designado para los vehículos, para luego descender. El rubio hizo lo mismo con el auto.
— Debo ponerme al día con los sucesos que han ocurrido en mi ausencia— Le dijo a este último. Había algo en su interior que le decía que se quedara un poco más con Ryan, pero su lado responsable estaba aplastando aquel deseo.
— ¿No deberías comer primero?
— Más tarde, ve tú.
— Está bien— Ryan había decidido no presionarlo por ahora, el tema de la comida parecía una cuestión delicada para el chico— Aunque, eso no te libera de la conversación que aún me debes.
Juxta ladeó la cabeza al no entender a qué conversación se refería.
— Anoche, antes de que los truenos comenzaran.
“Yo… quiero decirte mi secreto” Recordó sus propias palabras. Maldición, que imprudente había sido al dar esa declaración, no estaba pensando con claridad, aún era muy pronto en su relación para revelar algo así ¿Qué haría ahora?
— Yo…
— Hey, tranquilo, no dije que debe ser ahora— Él tomó su mano— Cuando estés listo— Le sonrió.
El pelinegro asintió. Ryan era comprensivo, eso le gustaba de él. También era una característica de su personalidad muy conveniente.
— Voy a retomar mis obligaciones.
— Suerte con eso— Ryan se despidió depositando un beso en su mejilla— Nos vemos luego, chico misterioso.
Juxta sonrió un poco, aún le seguía sonando extraño aquel apodo.
Alicia fue la primera que visitó, o más bien ella lo abordó en el patio apenas lo divisó caminar por el lugar.
— ¿Dónde rayos estabas? — Fue recibido con los brazos cruzados y una mirada entre molesta y preocupada de parte de la chica.
— Cazando— Respondió él con simpleza, entregándole los conejos que había conseguido para poder cocinarlos— La camioneta quedó atrapada en una poza de lodo cuando la lluvia cayó, Ryan me ayudó y pasamos la noche en una cabaña.
La chica de cabellos negros lo observó analizante, como si buscara algo más en sus palabras.
— No fue todo lo que sucedió. Si solo fuera eso, hubieran llegado más temprano, por el amor de dios, ya está atardeciendo.
Chica perspicaz, no pudo evitar pensar, Juxta.
— No sé qué insinúas, debo colocarme al día con los asuntos del campamento ¿Dónde está Leonardo? — Optó por cambiar el tema.
Alicia suspiró.
— En su habitación descansando, anoche estaba con una fiebre muy alta. Temí, temíamos que fuera algo grave. Charlotte se encargó de cuidarlo.
El semblante del pelinegro cambió de inmediato.
— Iré a verlo.
Aunque estuvieran peleados, Leonardo era su compañero después de todo. Si se encontraba enfermo también se preocupaba.
— Claro, ve. Aunque te advierto que tenía una jaqueca del demonio, quizás no te reciba del todo bien…
Alicia se dio cuenta entonces de que estaba hablando sola, Juxta ya se había ido. Soltó un suspiro, antes de volver a su trabajo en la cocina.
Por otro lado, Ryan fue recibido por el efusivo abrazo de su hermana, apenas entró al comedor.
— Estás bien— Ella susurró, había estado preocupada por él todo el día— Idiota, me tenías nerviosa— Aprovechó de golpearle la nuca.
— Auch— Ryan rio— Tranquila, ya estoy aquí.
— ¿Qué sucedió? ¿Por qué tardaste tanto en volver? ¿Quedaste atrapado en la tormenta?
— De hecho, sí, eso fue lo que pasó, la camioneta de Juxta quedó atascada en el lodo, tuvimos que refugiarnos en una cabaña.
— Ya me lo imaginaba. Aun así, me preocupaste, tardabas mucho en volver— Ella se cruzó de brazos.
— Bueno, eso... sucedieron cosas. Nada malo— Aclaró cuando Charlotte alzó una ceja— Solo digamos que pude acercarme más a él.
Su hermana sonrió. Estaba feliz por él, se notaba que este chico le gustaba mucho.
— Al menos alguien aquí tiene suerte en el amor— Ella lo molestó. Antes de tomar una bandeja que se encontraba en la mesa— Luego me cuentas los detalles y yo te digo que te perdiste por aquí. Come algo entre tanto.
— ¿Y a dónde vas? ¿Para quién es la bandeja? — Preguntó curioso el chico.
— Para Leonardo, estuvo muy enfermo. Pero como te dije, luego te cuento.
Ella se fue. Ryan quedó algo confundido, pero optó por hacerle caso a su hermana y comer algo. Podía sentir como sus tripas comenzaban a rugir por la fatiga.