Conexión

C a p i t u l o 4

He escuchado personas decir que están muertos por dentro…en ese momento sentí que una parte de mi había muerto, sentía que mi corazón no respondía, que latía lenta y profundamente anhelando dejar de latir para no vivir más en esta realidad.

- Encontraron su cuerpo en un callejón, ahorita iré a ver su cuerpo a la morgue…no creo poder manejarlo sola.

- ¿Puedo ir? …por favor. -Pregunté tratando de no explotar en llanto al teléfono.

- Si Joan…perdón por haber dudado de ti. – Se podía escuchar que Alejandra trataba de igual manera no gritar de dolor. Elizabeth era su única hija, era su familia entera, y ahora había perdido todo…igual que yo. – Estaré enfrente de tu casa en 5 minutos, voy para allá.

Al colgar el teléfono me vestí con lo primero que encontré y salí de mi casa mientras esperaba a Alejandra bajo la lluvia.

 

Al paso de los minutos llego en su carro y me abrió la puerta desde dentro indicándome que subiera. Cuando subí al carro nos dirigimos hacia la morgue en la cual tenían a Elizabeth. El camino fue callado, lo único que podía escucharse era la lluvia chocando contra el carro y nuestros latidos apagados. Nuestros corazones se encontraban sin una razón de latir, pero aun así seguimos hasta llegar a la morgue.

Al arribar a la morgue me di cuenta que el policía Daniel nos estaba esperando en la entrada. – Hola señora, necesito hablarle sobre el caso de su hija, pero primero necesito que me confirme si el cuerpo que tenemos es de Elizabeth.

- ¿Puedo pasar yo también? - Pregunté esperando que me dejaran pasar.

- Lo siento chico, tú no puedes pas…

- Déjelo pasar, por favor, quiero que esté conmigo. - Alejandra le pidió encarecidamente al oficial, a lo cual terminó aceptando.

 

Caminamos a través de la morgue por la cual nunca imaginé pasar algún día, y menos para ver el cuerpo de Elizabeth. Al llegar hacia donde estaba el cuerpo de Elizabeth observé como Alejandra dirigió su mirada hacia el medico indicándole que estaba lista para verla.

El medico retiró la sábana sobre el cuerpo posicionándola hasta la mitad, pidiéndole confirmar a la mamá de Elizabeth si era su hija o no, a lo que ella asintió con la cabeza mientras salían lagrimas por sus ojos de manera incesante al ver a su hija con un disparo en la cien. Ella nunca imaginó tener que presenciar esa situación.

Por mi lado, mis lagrimas fueron obstruidas por mi cara de sorpresa al notar que en su pecho se encontraba algo que no esperé ver en un millón de años. Sobre su pecho se encontraba el símbolo de doble M con el que había soñado hace días. Había sido marcada con una Yerra usada para marcar animales. No me explico como es que había sido marcada por ese símbolo, ¿Acaso los secuestradores lo hicieron?

No pude pensar mas las probabilidades puesto el policía nos comenzó a hablar. – Comprendo su dolor, pero espero hayan podido notar el símbolo sobre su pecho. Lamentablemente, Elizabeth pertenece a una larga lista de victimas del “Asesino M” –

- ¿Asesino M?, entonces ¿ya habían investigado sobre este caso antes? - Pregunté tratando de saber mas sobre el asesinato de Elizabeth.

- Así es, a lo largo de 20 años este asesino se ha dedicado a secuestrar, violar y matar a sus víctimas. La conexión entre todas estas víctimas es el símbolo que tienen en el pecho, como Elizabeth, al ser encontradas. No sabemos porque el asesino marca a sus víctimas, lo más seguro es para sentirlas de su propiedad. Les prometo que pararemos a este asesino y esta vez tomaremos en cuenta tus sueños chicos, de alguna forma tu sabes cosas que nosotros no, y que si nos das los detalles ayudaría a atrapar a este monstro.

- ¡NO!, no es justo que vengan ahora a pedirme mis sueños cuando en un principio se los comenté, ¡La muerte de Elizabeth pudo haberse evitado! - Alejandra me volteaba a ver tratando de calmarme con la mirada, pero era demasiado tarde, la parte de enojo de mi había explotado y no podía parar. – Nunca debí haber confiado en ustedes, debí haber hecho las cosas por mi cuenta, no quiero que atrapen a nadie, quiero que me regresen a Elizabeth y si no pueden entonces ¡No me busquen más!

Sali corriendo del lugar directo hacia mi casa, Nunca había corrido tanto mientras lloraba, pero la impotencia que hervía en mi sangre hacia que no quisiera detenerme.

Después de un largo trayecto corriendo llegue a mi casa y me dirigí directamente a mi cuarto.

- Hijo ¿podemos hablar? - Preguntó mi madre preocupada.

- Déjenme en paz, ¡quiero estar solo! – Azoté la puerta de mi cuarto y puse el seguro para que nadie entrara y comencé a llorar desenfrenadamente en mi cama. Era la primera vez que no podía detener mis lágrimas, era algo que estaba fuera de mi control, sentía que no podía controlarme. Había perdido al amor de mi vida y no pude hacer nada para salvarla, me sentía totalmente inútil.

Fue una noche larga llenas de lagrimas y gritos ahogados hasta que finalmente por el cansancio mi cuerpo exigió un descanso por lo que caí dormido sin ningún tipo de aviso. Simplemente quería dormir y no saber nada más. Desconectarme de mi realidad, y olvidar todo. Ser feliz por un breve momento.

 

- ¡AUXILIO!, ¡ALGUIEN AYUDEME!



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En el texto hay: crimen, juvenil, ficcion

Editado: 09.10.2020

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