Aquel mensaje en el celular hizo que lo tirara del susto.
-¿Qué?, ¡Qué clase de broma es esta! - Repliqué hacia mí mismo pensando que alguien me había hecho la peor broma de mal gusto en el mundo.
Corrí rápidamente hacia mi ordenador y la fecha era 14 de agosto; fui hacia el cuarto de mi mamá, tomé su celular sin ser detectado: “14 de agosto”. Corrí hacia la cocina para ver el calendario y encendí la televisión en el noticiero mañanero... “14 de agosto”.
No entendía qué estaba pasando, mis latidos se aceleraban segundo a segundo, ¿Qué rayos sucedía? Necesitaba averiguar de alguna otra manera si había “regresado en el tiempo”. Salí rápidamente del cuarto dirigiéndome hacia casa de Elizabeth… realmente no sé qué es lo que esperaba encontrar. Al llegar, toqué la puerta de manera calmada.
-Hola Joanito, ¿Qué pasa?, ¿Buscas a Elizabeth? –Preguntó Alejandra con una sonrisa.
- S-Si. – Traté de ocultar mi sorpresa al escucharla decir aquello.
- Ya veo, está en casa de Ana, decidió pasar la noche allá, ¿Quieres que te pase la dirección?
- No, se dónde vive. Muchas gracias Alejandra, iré a verla. – Me retiré rápidamente del lugar, mientras veía a Alejandra agitar la mano en señal de despedida desde la entrada.
No sabía qué significaba todo esto, acababa de regresar en el tiempo y no había una razón, sin embargo, antes de que mi mente me abordara con más preguntas espacio - temporales recordé algo: ¡Elizabeth seguía viva!, pero aún secuestrada. Era mi oportunidad de hacer las cosas bien, pero definitivamente no iría a la policía puesto que la última vez, todo resultó en fracaso. Ahora tenía que actuar por mi propia mano. Era tiempo de comenzar a investigar y sabía exactamente por dónde.
Conocía perfectamente el camino que Elizabeth siempre tomaba para ir a casa de Ana, y este mismo me llevaría al lugar en donde fue secuestrada. Tenía la esperanza de que haya sido raptada mientras iba con Ana y no a otra parte, en ese caso mis posibilidades de conseguir alguna prueba se desmoronarían en gran medida.
Al pasar por aquellas calles logré percatarme de un callejón que resultaba un tanto familiar, pero no sabía por qué. Era el callejón con el que había soñado, era en donde Elizabeth había sido secuestrada. Corrí rápidamente a aquel lugar en busca de alguna pista, cuando de pronto encontré el celular de Elizabeth tirado cerca de unas bolsas de basura. El teléfono era color negro, por lo que resultaba comprensible el que nadie lo hubiera tomado aún.
Al levantarlo noté que estaba apagado. Intenté encenderlo, pero me percaté de que no tenía batería; si quería investigar algo dentro de él debía cargarlo en mi casa. Sin embargo, necesitaba otra pista que no fuera el celular, algo que me diera un indicio de a dónde pudieron habérsela llevado.
Mientras observaba detenidamente toda la escena, recordé que en mi sueño el auto dejó marcadas las llantas en el pavimento, así que me dirigí directo a la calle que daba al callejón, y para mi sorpresa, ahí estaban las marcas de los neumáticos.
Me percaté de que las marcas eran totalmente visibles, pero más anchas de las que dejaría un vehículo normal. Podría decir que eran para terrenos difíciles, lo cual me dejó pensando, ¿Para qué necesitarían este tipo de neumáticos dentro de una ciudad en la cual todo el pavimento es liso?
- ¡El bosque Grindles! – Exclamé hacia mí. Era un bosque que estaba junto a la ciudad y tenía una superficie muy escabrosa, puesto que las carreteras han sido desbaratadas muchas veces: la constructora que se encarga de ellas no es la mejor de la ciudad.
Ya tenía una pista...o algo así. Tenía fuertes sospechas de que el lugar en donde tenían a Elizabeth se encontraba en el bosque, no creía probable que alguien compre un vehículo con esas características si solo es para ese tipo de usos criminales. El vehículo debía ser de uso personal, pues si vives en el bosque tendría sentido invertir en ese tipo de llantas.
Tomé una foto con mi celular de las marcas sobre el pavimento y me propuse compararla con todos los diseños que pudiera encontrar en Internet sin importar el tiempo que me tomara.
Al estar en mi habitación no me di cuenta de que pasé toda la tarde comparando neumáticos en Internet, sin embargo, era la única prueba que tenía por el momento ya que el celular de Elizabeth no arrojó ningún tipo de indicio de en dónde pudiese estar. El cansancio que obtuve después de estar horas frente al ordenador viendo imagen tras imagen me dejo agotado, por lo que terminé quedándome dormido en la silla.
- Despierta princesa, es momento de una segunda ronda. - Se escuchó a lo lejos a alguien diciéndolo con un tono “seductivo”. Eran dos hombres de complexión media con la cabeza cubierta y el cuerpo totalmente desnudo.
- ¡No, suéltenme! ¡Déjenme ir! - Gritaba Elizabeth mientras estaba siendo abusada grotescamente por aquellos hombres
- ¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME! ¡SUÉLTENME!
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Editado: 09.10.2020