Conexión

C a p i t u l o 8

Tomé rumbo hacia la dirección que me proporcionó el contacto de María y al llegar a la casa toqué el timbre, el cual sonaba como campanada de Navidad. Fue un lindo gesto que le colocaran ese sonido.

- ¿Quién es? – Se escuchó una voz de mujer por detrás de la puerta.

- Vengo a visitar a María, quisiera hacerle unas preguntas, por favor.

- Lo siento, pierde su tiempo, váyase.

- ¡Señora se lo ruego! Mi mejor amiga fue secuestrada por las mismas personas, ¡Ayúdeme por favor!

Hubo un silencio prolongado en el cual no sabía si la puerta se abriría a mi favor. Al pasar de los segundos, la puerta se abrió mostrando a la señora detrás de ella con apariencia cansada. – Pasa, por favor. – Indicó mientras entraba dentro de la casa.

Al entrar me pidió que la siguiera a un cuarto al final del pasillo. Me di cuenta del porqué me dijeron que estaba perdiendo mi tiempo: al lado de la cama yacía María sentada sobre una silla de ruedas con la mirada totalmente perdida. Parecía no estar consciente de lo que pasaba a su alrededor. Solo se limitaba a respirar.

- ¿Qué le pasó? – Me dirigí hacia la señora confundido.

- María logró escapar después de largos meses siendo abusada día tras día; sin embargo, el daño psicológico que tiene es demasiado grande. Cuando la encontraron cerca de las afueras de la ciudad yacía desnuda en posición fetal sin responder a ninguna pregunta. Tardaron días en notificarme, no identificaban quien era debido a que no hablaba, y tu sabrás que la policía de la ciudad no es la más eficiente. Quisiera poder ayudarte, pero si alguien tenía las respuestas a tus preguntas era María, lamentablemente no podrá dártelas.

Observé que a través de su bata se transparentaba el símbolo sobre su pecho.

 – Entonces ¿no sabe que significa el símbolo que está marcado en ella?

-Lo siento, no sabría decirte de donde proviene, lo único que sé es que en todas las víctimas de ese asesino fue hallado el mismo símbolo. La policía no logra detectar después de tantos años a quien pertenece, y creo que seguirá así por muchos años más.

Sabía que no podía obtener ningún tipo de respuesta en ese lugar, decidí retirarme y agradecerle a la señora por su recibimiento.

 

Al llegar a mi casa subí directamente a mi habitación y me tiré en la cama dispuesto a dormir. Ya había anochecido y no tenía fuerzas para seguir investigando, dejé que mi cabeza reposara sobre la almohada mientras cerraba lentamente mis ojos sabiendo el sueño que me deparaba.

 

- ¡SUÉLTENME!, ¡NO ME TOQUEN!, ¡DÉJENME EN PAZ SE LOS RUEGO! -Gritaba Elizabeth de desesperación mientras lagrimas corrían sin parar por sus mejillas.

- ¡Recuerda que eres nuestra y lo serás hasta el fin de tus días! -Dijo uno de los secuestradores mientras abusaba de Elizabeth.

Cubrí mis oídos mientras cerraba fuertemente los ojos rogando que esto no fuera verdad, rogaba que terminara ya, que la dejaran en paz.

- ¡BASTA YA!

Me desperté agotado por el sueño que tuve, pero el agotamiento que tenía se estaba viendo empalmado con una gran impotencia al saber que ya era el cuarto día y que solamente tenía uno más para investigar y encontrar a Elizabeth, porque en esta noche, Elizabeth escaparía y seria asesinada.

Mi cabeza dio vueltas todo el día alrededor de las pistas que tenía conmigo, lamentablemente no tuve ninguna revelación con ellas. Duré toda la mañana pensando en cómo encontrarla por medio de lo poco que tenía, ¿y si tomo la camioneta de mi papá y conduzco por todo el bosque buscando la Jeep roja de los secuestradores?, ¿Y si exijo a una televisora reproducir un mensaje en el que una recompensa si me devuelven a Elizabeth? Pero, ¿Cómo conseguiría el dinero?, ¿Tendría que robar un banco?

Un sinfín de preguntas recorrieron mi cabeza y las apagué con un grito endurecedor exigiéndome a mí mismo actuar de inmediato. Decidí ir en busca de la policía y mostrarles mis pruebas para que ayudaran a agilizar la búsqueda.

 

- ¿Oficial Daniel? – Pregunté en voz alta esperando que hiciera su aparición.

- ¿Si chico?, ¿Qué se te ofrece? – Preguntó el oficial Daniel curioso al ver mi cara por primera vez en su vida, sin saber que esta era la cuarta vez que hablábamos.

- Necesito hablar con usted y mostrarle algo.

Cuando terminé de narrarle mi pequeña investigación y las pocas pruebas que recabé, noté en su mirada algo de escepticismo, como si no fueran las suficientes para manejar una investigación.

- Chico, estoy seguro de que tus intenciones son las mejores y te prometo que haremos todo lo que esté en nuestras manos, trabajaremos con tus pruebas y daremos con él, o los responsables del secuestro de tu amiga.

- Pero ¡no tenemos días! ¡Tiene que ser hoy mismo! – Me alteré debido a que sabía que en la noche Elizabeth moriría y el policía parecía no entender la gravedad de la situación. - ¡Tiene que mandar a todas las patrullas a investigar en el bosque buscando una Jeep roja! ¡Estoy seguro de que si lo hacen ahora la encontrarán rápidamente!



#2878 en Detective
#859 en Novela policíaca
#15044 en Fantasía
#5840 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: crimen, juvenil, ficcion

Editado: 09.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.