Conexión

C a p i t u l o 9

Mientras estaba en el salón de clases todos los sonidos a mi alrededor se tornaban borrosos, aunque había decidido asistir a clases, este día no podía mantener mi concentración en la explicación de la profesora. Mi cabeza daba vueltas y decidí colocarla sobre el pupitre y cubrirme con la chamarra. Dejé que los susurros del salón hicieran olvidar por un momento la realidad en la que estaba viviendo, solo pedía eso. Solo...un momento.

 

- Mamá…Joan…ayúdenme…por favor… - Con voz débil habló Elizabeth mientras estaba atada en una silla. – Por favor…alguien ayúdeme…

- ¿Que tanto estás diciendo estúpida? – Dijo uno de los secuestradores frente a ella.

- Ayuda…por favor…alguien… - Decía Elizabeth, con la voz más frágil que nunca le había escuchado en toda nuestra amistad.

- Cállate de una puta vez. – El secuestrador se acercó a ella y le dio una bofetada.

 

La bofetada fue tan fuerte que me despertó y me dejo en shock. Nunca había tenido ese sueño, eso era algo nuevo. No podía entender qué era lo que había pasado, pero al parecer había encontrado cómo funcionaba mi habilidad. Al dormir puedo observar lo que pasa, en dónde se encuentra Elizabeth. Todos los sueños previos que había tenido eran los mismos, pues siempre dormía a la misma hora, no variaban. Ahora tenía algo nuevo que explotar.

Salí corriendo del salón sin importar que la maestra y mis compañeros se me quedaran viendo a lo lejos.

Llegué a mi casa directo a la habitación para tratar de dormir y tener más visiones, la mayor cantidad de pistas posible. Sin embargo, no logré atrapar el sueño por más que lo intentaba. – ¡Maldición!, ¡Tengo que dormirme ya! – Al ver que mis posibilidades de dormir rápido eran muy pocas, decidí optar por la opción fácil.

Fui directo al baño principal y abrí el botiquín de medicinas buscando el elixir sagrado “Temazepam”. Mi mamá lo tomaba para el insomnio, le ayudó bastante y ahora le tocaba el turno de ayudarme a mí.

Tomé una pastilla con un vaso de leche y me dispuse a dormir. Tardó aproximadamente 40 minutos en hacer efecto, pero finalmente lo logré.

Al entrar en mi sueño pude observar a Elizabeth atada en una silla sin nadie a su alrededor. Logre confirmar mis sospechas: era el sótano de una casa. Logre caminar en el sueño, era algo que no había podido hacer antes. Traté de despertar a Elizabeth, pero mis manos la traspasaban. Al parecer no era más que un ente que no podía interactuar más allá de lo que podía ver.

Observé que había unas escaleras al fondo del sótano que subían directamente al piso principal, así que me propuse a subirlas. Al llegar observé que no había nada, estaba totalmente oscuro, no había ninguna casa que ver. Al parecer mi “habilidad” solo llegaba hasta ahí, no lograba entenderlo.

Bajé de nuevo al sótano en busca de alguna pista, pero mi intento terminó en total fracaso puesto que no encontré nada de utilidad ahí. Traté de subir otra vez las escaleras y de atravesar aquella neblina negra con esperanza de aparecer en otra parte de la casa.

Al cruzarla, inmediatamente desperté en mi cuarto. Habían pasado varias horas desde que me quedé dormido. Sin embargo, todavía era de día. Al parecer esa nube negra era la limitante, lo que me despertaba.

Necesitaba volver a dormir para indagar más en el sótano, tomé otra pastilla y me dispuse a dormir.

Pasaron dos horas y yo seguía sin conciliar el sueño, la desesperación comenzó a correr por mi sangre al no poder utilizar mi “habilidad” a mi antojo. Necesitaba dormir ya. Tomé el frasco de Temazepam y saqué tres pastillas más.

Tardó varios minutos, pero logré entrar en el sueño y observar a Elizabeth aún atada. Comencé a indagar en cada rincón del sótano sin éxito alguno, cuando de repente unas risas me tomaron por sorpresa, provenientes fuera del sótano.

Subí las escaleras buscando la fuente de aquellas risas, sin darme cuenta de que me encontraba dentro de la casa de los secuestradores. Los podía ver comiendo en la cocina con las caras descubiertas.

Entre más profundo durmiera, la visión del escenario que rodeaba a Elizabeth se volvía más nítido, así que decidí ir rápidamente afuera de la casa para determinar dónde estaba el lugar que tanto trabajo me había costado encontrar, pero el humo negro estaba esperándome en la entrada. No podía ver nada fuera de ella, ni siquiera la fachada. Entré en desesperación total, no había tomado suficiente medicina para ver más allá.

De repente escuché a uno de los secuestradores decir que ya era tiempo de una segunda ronda con Elizabeth, el enojo que sentí fue tal que decidí ir hacia ellos para golpearlos a pesar de que mis puños traspasaran su cuerpo, no podía dejar de lanzar golpes al aire diciéndoles que se detuvieran, que por favor no bajaran al sótano. Sin embargo, mis esfuerzos eran inútiles ya que ambos secuestradores bajaron directo al sótano y despertaron a Elizabeth gritándole
- ¡Niña!, ¡¿Lista para otra más?!

Elizabeth empezó a llorar y gritar que la dejaran en paz, pero sus intentos fueron en vano puesto los secuestradores no dejaban de torturarla mientras yo veía horrorizado y enojado,  pidiendo que se detuvieran.
- ¡DETÉNGANSE! ¡PORFAVOR! ¡PAREN YA!

Desperté desesperado pues aquella escena me dejo con un gran enojo ahogado. Mi desesperación por regresar al sueño fue tal que agarré el frasco de pastillas y me tomé todas las que quedaban en él.



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En el texto hay: crimen, juvenil, ficcion

Editado: 09.10.2020

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