- ¡AUXILIO!, ¡ALGUIEN AYÚDEME!
Elizabeth se encontraba corriendo hacia un callejón mientras era perseguida.
- ¡POR FAVOR! ¡ALGUIEN AYÚDEME! ¡POR FAVOR AYÚDEN…-
Las palabras de Elizabeth fueron ahogadas por un hombre que le cubría la boca con un pañuelo, mientras la arrastraba hacia un auto con apariencia borrosa.
- ¡Vámonos de aquí!, ¡YA! - Gritó el secuestrador mientras cerraba la puerta.
Al arrancar se escuchó un fuerte sonido: dejó marcadas las llantas en el pavimento.
Desperté sorprendido y motivado, puesto a pesar de haber muerto de una manera extraña, logré detectar dónde estaba la casa de los secuestradores. A la par de mis pensamientos sonó la alarma de mi celular confirmándome lo que ya sabía:
“14 DE AGOSTO, 15 ANIVERSARIO DE AMISTAD”
Sabía cuál era ese lugar pues mi abuelo y yo siempre íbamos a un pequeño lago cerca de ahí, ubicaba sin problema la zona. Sabía que si le decía a la policía no me harían caso, no tenía ningún tipo de prueba. Decidí hacer las cosas por mi cuenta y no confiar en nadie más.
Me dirigí cuidadosamente a la habitación de mis padres y abrí la cajonera de mi papá. Agarré la pistola de mi padre y las llaves del coche. Al salir me subí a la camioneta y la arranqué dirigiéndome a salvar a Elizabeth. Pero primero me dirigí hacia la grieta cerca de la panadería pues algo me decía que necesitaría esas llaves, ya que no podría entrar por la fuerza.
Al llegar a la casa del bosque me di cuenta de que ahí estaba la camioneta, era el lugar indicado. Traté de abrir la puerta de enfrente, pero estaba cerrada. Era de esperarse. Intenté usar las llaves, pero ninguna de las dos funcionó, así que me escabullí por detrás y noté una ventana entreabierta.
Decidí abrir la ventana con el mayor cuidado posible. Es curioso el sentimiento de entrar a un lugar en el que nunca habías estado y aun así, conocer todo a la perfección.
Me dirigí hacia el sótano. Noté que la puerta tenía dos cerrojos así que usé las llaves que encontré y afortunadamente eran las que abrían la puerta al sótano. Sabía que estaba bien en ir por ellas.
Al bajar encontré a Elizabeth dormida, me dirigí hacia ella y trataría de despertarla con cuidado, pero a uno de los secuestradores.
- Hey Marcus dejaste la puerta abierta de nuevo, estúpido. - El secuestrador comenzó a bajar las escaleras y decidí esconderme entre las sombras del sótano.
- Hola niña, no iba a venir ahora pero ya que estoy aquí, creo que empezaré sin mi hermano.
- ¡NO! ¡DÉJAME! ¡AUXILIO! - Elizabeth empezó a gritar desesperadamente tratando de apartar al secuestrador de ella.
- ¡Suéltala ahora! – Exclamé mientras apuntaba con el arma de mi padre al secuestrador.
Inmediatamente el hombre se giró de manera desesperada mientras intentaba sacar su arma para dispararme.
¡PUM!
El secuestrador cayó al suelo con un disparo en el corazón. Había llegado tan lejos como para no usar mi arma. Todo se resumía a esto.
Elizabeth se espantó con el disparo cerrando sus ojos, pero lentamente los abrió después de aquel sonido aterrador. Se alegró de verme - ¡Joan! ¿Cómo es que me encontraste?
- Larga historia, pero tenemos que irnos, te quitaré esto de encima.
Al desatarle los nudos de las cuerdas, corrimos rápidamente fuera de la casa y abrí la puerta del auto mientras subía a Elizabeth al asiento de copiloto, pero entonces se escuchó un disparo de escopeta directo hacia nosotros.
Era el segundo secuestrador disparándonos, pero había fallado.
- ¡Elizabeth agáchate!
Corrí hacia el otro lado de la camioneta huyendo del segundo disparo fallido.
- Hey chico, a dónde vas con nuestra doncella. - Decía mientras caminaba alrededor de la camioneta a punto de llegar al lado del conductor en el cual me encontraba escondido.
- Eres un chico muy listo por habernos encontrado, pero temo decirte. ¡Que estás muerto! - Al apuntar a donde se supone me debía encontrar, no había nadie. - ¿Pero qué rayos?
- ¡No estoy muerto! – Dije disparándole a su pie desde abajo del auto. – El muerto, ¡Eres tú!
Se escucho un último disparo que ahuyentó a las aves cercanas al lugar. Aquel hombre yacía sobre el pavimento con un disparo en la cien, acompañada de su última mirada de terror y rabia absoluta.
Subí a la camioneta mientras tomaba una manta del asiento trasero. - Todo va a estar bien, toma, cúbrete con esto.
- Gracias Joan… en serio gracias. - Elizabeth procedió a dormirse y me dirigí hacia el hospital para que la revisaran.
Debido a su abuso físico y psicológico, debía ser examinada. Llegó la policía al paso de unas horas.
- ¿Joan Rodríguez? – Preguntó uno de los policías en voz alta.
- Si señor, soy yo.
El policía se dirigía hacia mi mientras yo sonreía felizmente esperando felicitaciones. - Queda bajo arresto por homicidio en primer grado.
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Editado: 09.10.2020