Conexión

C a p i t u l o 1 1

Han pasado varios días desde que estoy encerrado y no he tenido noticias de Elizabeth, ¿en dónde estará?, ¿Qué estará haciendo? ¿Todo salió bien? ¿Se encuentra tranquila? Al menos ya no he tenido sueños con ella y eso me alegra demasiado, significa que todo esto terminó. Quién diría que soñar con la persona que amas puede convertirse en una auténtica pesadilla.

Mientras estaba en mi celda pensando en todo lo que pasé estos últimos 15 días o ¿debería decir… 5 días? Un oficial me gritó desde afuera.

- Eh chico, tienes visitas.

Al salir de la celda me llevaron hacia aquellas cabinas con teléfono que solo había visto en series policíacas, nunca imaginé estar en una de ellas, y menos en el papel de preso.

Noté una cara conocida y era de la persona que más anhelaba ver - ¡Elizabeth! - Me senté rápidamente en la silla y agarré el teléfono para comunicarme con ella.

- Elizabeth… ¿cómo estás?

- Estoy bien tontito, todo gracias a ti. -Una cálida sonrisa se mostraba a través de la ventanilla al pronunciar aquellas palabras. – ¿Y cómo estás aquí dentro?

- Pues no es el mejor de los hoteles. – Reí. - Pero te da mucho en qué pensar.

- ¡Es injusto que estés aquí Joan! ¡Tú me salvaste la vida! Ya me enteré que esos hombres eran asesinos seriales y que si no hubieras intervenido habría acabado como todas esas chicas. - Era inevitable observar la frustración en sus ojos.

- Pero un homicidio es un homicidio Elizabeth, y en lo que investigan todas las pruebas seguiré aquí un tiempo más, al parecer mis sueños no son suficiente, pero ya les notifiqué en dónde encontrar todas las demás junto con mi abogado. Estoy seguro que de saldré pronto.

El rostro de Elizabeth denotaba tristeza, pero un sentimiento cálido emanaba de ella el cual nunca antes había visto.

- Joan.

- ¿Sí?

- Eres mi héroe. Y siempre lo has sido.

Aquella frase llenó de calidez mi corazón y de un rojo vivo mis mejillas, mientras ponía mi mano sobre la ventanilla.

- Elizabeth...yo...

- Se terminó el tiempo. – Exclamó el Oficial detrás de mí.

- Espere, todavía tengo cosas que decir, deme unos minut…

- Joan. – Dijo Elizabeth en un suave tono. – Tendremos mucho tiempo cuando salgas, yo te estaré esperando.

La observé sorprendido, pero inmediatamente ese sentimiento se transformó en una sonrisa de agradecimiento. Ella respondió con la sonrisa más hermosa que vi en toda mi vida. Me alejé del teléfono y me dispuse a regresar a mi celda sabiendo que tenía a mi lado a un ángel maravilloso.

Después de varias horas encerrado comencé a reflexionar sobre todo lo acontecido. Cierto, no me había puesto a pensar en algo, ¡yo morí! increíble, ¿cuántas veces puedes escuchar presumir a alguien que murió y regresó a la vida? En definitiva, ha sido una increíble historia, pero ya era momento de descansar y esperar a un nuevo día.

Al caer la noche me quedé dormido con una sonrisa en el rostro como nunca antes, pero había algo extraño, volví a soñar con Elizabeth.

Ella y su mamá estaban sentadas en el sofá platicando mientras Alejandra acariciaba la larga y oscura cabellera de Elizabeth, todo lucía como un paisaje hermoso digno de cuentos infantiles que tienen como portada a una madre abrazando a su hijo.

Tocaron la puerta principal de manera sutil.

- ¿Sí? ¿Qué se le ofrece? - Alejandra con un gesto de amabilidad, pero también de desconfianza se dirigía hacia el visitante.

¡PUM!

Se escuchó un escopetazo destrozándole la cabeza a Alejandra mientras Elizabeth gritaba llorando. - ¡Mamá! ¿Quién rayos eres? ¡Qué quieres de mí!

En un último movimiento la escopeta se posicionó frente a Elizabeth mientras su rostro de terror y desesperación eran palpables.

El sueño se tornó con una nube negra y se escuchó de fondo un último sonido…la escopeta había dado un segundo tiro…

¡PUM!

- ¡Elizabeth! -Desperté gritando con los ojos llorosos, exigiendo una respuesta de lo que había soñado, inmediatamente me paré de la cama para dirigirme a un oficial y avisarle de lo sucedido, pero al mirar al frente vi algo que me congeló la sangre.

No había policías, ni siquiera rejas; no vi nada de lo que esperaba ver, solamente la pared de mi cuarto lleno de posters de videojuegos. Estaba en mi habitación nuevamente. Ni siquiera me dio tiempo de pensar qué había pasado cuando la alarma de mi celular sonó.

Aterrorizado volteé mi cabeza lentamente hacia el celular:

“14 DE AGOSTO, 15 ANIVERSARIO DE AMISTAD”

 



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En el texto hay: crimen, juvenil, ficcion

Editado: 09.10.2020

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