Conexión

capitulo 6

Capítulo 6

Anne corrió tras su amigo hasta que lo perdió de vista, se paró en la esquina mirando hacia todos lados preguntándose adonde había ido, en un principio creyó que iría con Brad, quien se había ido directo a su casa a porque estaba molesto con ella pero cuando lo vio doblar hacia el oeste no supo a ciencia cierta donde se dirigía.

—¡Anne! —se giró a mirar quién la llamaba, Helen la ex novia de Ian venía corriendo hacia ella— ¿qué pasa con Ian? —ella no odiaba a la chica pero si prefería no dirigirse a ella, aún recordaba como se había puesto su amigo cuando había terminado con él.

—¿por qué lo dices? —preguntó algo áspera.

—Hace un momento pasó corriendo, lo llamé pero no me prestó atención. Creo que iba lloran…

—¿hacia donde iba? —la interrumpió.

—Hacia allá —dijo apuntando hacia la avenida principal.

Anne abrió los ojos en sorpresa, en esa dirección estaba… Ian jamás iría a la casa embrujada, al menos no en su sano juicio, pero en este momento… después de lo que se había enterado no sabía si su amigo estaba en su sano juicio. Sin hacer caso a lo que Helen le seguía diciendo corrió en dirección en la que la chica había dicho, solo tenía que bajar la pendiente y entrar por el camino de grava, cuando llegó a la antigua mansión ya se estaba haciendo de noche, algo le decía que era imposible que su amigo estuviese ahí dentro pero cuando vio la puerta de la entrada abierta estuvo casi segura que sí estaba. Ella era valiente, su padre le había enseñado que el miedo jamás podía dominar sus pensamientos, además para ella, la antigua mansión McLean sólo era una casa abandonada que era víctima de historias que a la gente le gustaba inventar. Subió rápidamente las ruidosas escaleras y entró sin un ápice de duda en su andar. Por dentro la casa estaba casi completamente a oscuras, las antiguas y gruesas cortinas que adornaban los ventanales estaban tan llenas de polvo que no dejaban que la luz entrara. Recorrió la inmensa sala observando todo lo que la escasa luz le permitía.

—¡Ian! —gritó fuertemente pero la única respuesta que recibió fue su propia voz de vuelta, ¿Ian no estaba ahí? Dio un largo suspiro cuando se percató que su amigo no estaba, era obvio, Ian temblaba de pies a cabeza solo con pasar cerca del lugar, sería imposible que hubiese entrado en la antigua mansión.

Giró para salir de ahí pero algo llamó su atención, el gran cuadro empotrado sobre la chimenea de piedra, era exactamente igual a la fotografía del periódico que Brad le había dado a Ian, minuciosamente miró el rostro del chico en él, realmente no entendía como era que su mejor amigo veía a ese hombre en sus sueños, ¿de dónde lo había conocido? Era ridículo que un espíritu estuviese asechando a Ian, todas esas historias de fantasmas y espíritus malignos eran una ridiculez, Ian necesitaba ayuda, ayuda profesional. Se dio la vuelta para irse pero en un segundo decidió recorrer la casa, no perdía nada con eso, es más, podría decirle a sus amigos que solo estaban siendo víctimas de las numerosas historias que se contaban de esa casa. Sacó su teléfono para iluminar el camino y comenzó a recorrer la casa, caminó por un pasillo bastante ancho, había varias puertas a cada lado de él, con cuidado abrió la primera y una hermosa habitación que parecía haber sido una sala estar se mostró ante ella, muebles y mesas ocultos bajo sábanas ya grises estaban acomodados en la habitación, una estantería llena de libros antiguos y una especie de vidrieras donde había todo tipo de telas e hilos completamente cubiertos por el polvo. Salió de ahí y siguió caminando hasta el final del pasillo donde al parecer se encontraba la cocina.

—¡wow! —exclamó. Levantó su teléfono para poder ver cada rincón de la inmensa cocina que estaba segura, era más grande que toda la sala de su casa. Cientos de utensilios de que no sabía para qué servían estaban –aunque cubiertos de polvo– muy bien ordenados en los estantes. Eso debió ser puro lujo en su época, pensó. Volvió por el pasillo hasta estar una vez más en la sala, subió las escaleras sin tocar la barandilla, estas no rechinaban como las de la entrada pero a cada paso levantaba una pequeña ola de polvo que se le metía en la nariz, cubrió su rostro con la manga de su suéter y siguió subiendo, la planta alta de la mansión era tan lujosa como la primera, una amplia estancia era lo primero que se podía ver, se sintió emocionada porque lo más seguro era que ella fuese la primera persona en pisar ese lugar en más de cincuenta años, realmente no entendía lo que asustaba a la gente sobre esa casa; ella había nacido en el pueblo pero su familia había llegado a San Luis sólo unos años antes por lo que no estaban familiarizados con la historia de la antigua mansión McLean, ella no era la única que pensaba que la gente solo se dedicaba a contar cuentos sobre ella, sus padres también lo creían.




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